Portada » Lenguas extranjeras » La Transformación de las Ciudades Españolas: Del Centro Histórico a la Ciudad Difusa
El casco antiguo (centro histórico) constituía la parte urbanizada de la ciudad, ocupando una pequeña superficie en comparación con la ciudad actual. A pesar de su tamaño, albergaba un gran valor por su patrimonio cultural. En esta época, los usos del suelo eran muy diversos (multifuncionalidad).
La ciudad preindustrial experimentó modificaciones como resultado del proceso de industrialización. El casco antiguo se terciarizó, consolidándose como espacio comercial y de negocios. El uso residencial se desplazó hacia otras zonas, y los edificios se deterioraron debido a la contaminación y el tráfico.
En las ciudades donde se asentaron las nuevas industrias, se produjeron cambios significativos:
En la década de 1960, las principales ciudades españolas experimentaron un crecimiento demográfico y una mejora en los servicios. Las ciudades se expandieron y crearon extensas periferias, que en ocasiones se unieron a municipios vecinos, formando aglomeraciones urbanas.
Con el crecimiento de las ciudades, algunas zonas industriales y barrios obreros quedaron en zonas céntricas, lo que propició su revalorización y cambio de uso: se produjo un vaciado industrial y la aparición de usos terciarios o residenciales. Sin embargo, los espacios menos accesibles y desorganizados se mantienen como espacios marginales.
En los últimos años, el ritmo de crecimiento de las grandes ciudades se ha reducido, en parte debido a la dispersión de la población y la actividad económica hacia periferias cada vez más alejadas. Estas periferias se estructuran en diferentes áreas:
Los centros históricos de muchas ciudades españolas sufrieron un progresivo deterioro y abandono desde la segunda mitad del siglo XX. Se produjo un proceso de envejecimiento y empobrecimiento, y muchos de los que permanecieron eran personas mayores con bajos ingresos. El deterioro urbano se manifestó en viviendas vacías y la falta de mantenimiento y renovación. La actividad económica se desplazó hacia los ensanches, y solo se mantuvieron algunos espacios administrativos o religiosos en edificios históricos, así como comercios tradicionales.
Sin embargo, en las últimas décadas, estas tendencias se han visto compensadas por procesos de revitalización:
Algunos barrios de los centros históricos que no han sido rehabilitados mantienen problemas de marginación social: envejecimiento, población con bajos ingresos, ocupación de viviendas vacías o una fuerte concentración de inmigrantes, lo que dificulta su integración en la sociedad.
Los usos del suelo son las diferentes utilizaciones del espacio urbano, como el uso comercial, residencial, industrial, de equipamiento, etc. Estos usos han variado a lo largo de las diferentes épocas y tipos de ciudades.
El modelo tradicional de ciudad compacta (como la ciudad mediterránea) está siendo sustituido por un tipo de ciudad difusa o dispersa, un modelo de origen anglosajón. Este modelo se caracteriza por la separación en áreas con funciones especializadas: zonas residenciales (diferenciadas por precios y grupos sociales), áreas comerciales, zonas de ocio, centros de enseñanza, universidades, barrios administrativos, etc.
La ciudad difusa ocupa un territorio extenso porque se extiende horizontalmente. Se ve favorecida por la evolución de los transportes, que implica una mayor movilidad y viajes pendulares diarios (por motivos de trabajo, estudio u ocio). Sin embargo, este modelo disminuye el contacto humano, los intercambios y la sociabilidad.