Portada » Historia » La Transformación de España: De la Guerra Civil a la Democracia (1936-1982)
Introducción: La Guerra Civil española (julio 1936 – abril 1939) comenzó con la sublevación de un grupo de altos cargos militares que pretendían acabar por la fuerza con la Segunda República. Este acontecimiento desembocó en un conflicto armado que enfrentó al bando nacional y al bando republicano.
Durante los años previos a la Guerra Civil, la polarización y radicalización política incrementó la tensión entre izquierdas y derechas. En este contexto, un grupo de generales antirrepublicanos preparaba una conspiración militar, dirigida por el general Mola, para acabar con la república.
El detonante de la sublevación fue la ejecución de Calvo Sotelo a manos de republicanos tras el asesinato del teniente del Castillo. Este hecho produjo el 17 de julio de 1936 el alzamiento en Ceuta y Melilla, dirigido por Franco. Al día siguiente, la sublevación se extendió a toda la península y se formaron dos franjas: una al norte, desde Galicia a Navarra, sin contar la Cornisa Cantábrica; y otra al sur, en Andalucía occidental, con extensión a Marruecos y Canarias. El Golpe de Estado acabó transformándose en una guerra de tres años de duración.
Los primeros días fueron de desconcierto. Casares Quiroga, presidente del gobierno, se negó a entregar armas a los sindicatos y partidos de izquierdas, que crearon milicias populares. Pero la República carecía de fuerza, ya que gran parte de la Guardia Civil y el Ejército se pasó al bando rebelde.
En la zona controlada por los sublevados se constituyó en Burgos la Junta de Defensa Nacional como órgano de gobierno, que estableció un rígido control. Tras la muerte de Sanjurjo, Franco fue nombrado jefe de Estado en septiembre de 1936, concentrando todo el poder en sus manos.
En la zona republicana quedaron las grandes ciudades y regiones industriales y mineras. Sin embargo, la República perdió el control sobre la economía, que pasó a depender de organizaciones obreras. Además, el gobierno republicano se trasladó a Valencia en noviembre de 1936.
El Ejército cruzó desde África el estrecho de Gibraltar, permitiendo la ocupación de gran parte de Andalucía y Extremadura. El norte también fue tomado y la posterior conquista de Badajoz permitió unir las dos zonas.
El principal objetivo era ocupar Madrid y, en su avance, Franco conquistó Toledo, pero los ataques chocaron con una férrea resistencia, por lo que optó por rodear y aislar la capital. Las victorias republicanas de Jarama (febrero 1937) y Guadalajara (marzo 1937) impidieron temporalmente el éxito de esta ofensiva.
La intervención de las brigadas internacionales y el armamento procedente de la URSS permitieron defender Madrid por un tiempo. Ante el fracaso de los sublevados, se interrumpió la ofensiva contra Madrid y la contienda entró en una fase de desgaste.
En la primavera de 1937, Franco puso bajo su mando a las fuerzas políticas que apoyaban el alzamiento nacional a través del Decreto de Unificación. Las organizaciones políticas se organizaban en la FET y las JONS. Además, contaba con el apoyo de la Iglesia.
En mayo de 1937, se produjo en Barcelona un enfrentamiento entre fuerzas de seguridad, que acabó con una dura represión. Como consecuencia, cayó el gobierno de Largo Caballero.
El nuevo gobierno de Negrín concedió máxima prioridad a la guerra, por lo que se apoyó en los comunistas por la ayuda soviética.
En cuanto a las operaciones militares, en la primavera de 1937 se inició la campaña del Norte, que se prolongó hasta la conquista de Asturias en octubre. Tras la conquista en el norte, las tropas de Franco iniciaron la ofensiva del bajo Aragón durante los años 1937-1938.
En la primavera de 1938, las tropas de Franco llegaron al Mediterráneo, con lo que la República quedó dividida en dos territorios aislados entre sí. En julio de 1938 se produjo la batalla del Ebro, que se prolongó hasta noviembre de 1938, que supuso la casi derrota de la República.
Ante la debilidad republicana, Barcelona cayó rápidamente en enero de 1939 y el gobierno republicano se exilió a Francia.
El último objetivo de importancia era Madrid. El coronel Casado dio un golpe de Estado contra el gobierno de Negrín. En marzo, las tropas de Franco ocuparon Madrid sin dificultad. Las últimas zonas republicanas del sureste peninsular se entregaron sin resistencia. El 1 de abril terminaba oficialmente la Guerra Civil.
La Guerra Civil tuvo un alto coste en destrucciones materiales: carreteras, ferrocarriles, edificios, etc. La producción agraria e industrial cayó y la renta per cápita disminuyó. En cuanto a los costes humanos, se estima que el número de muertos superó los 300.000.
En las zonas controladas por los sublevados se llevó a cabo una dura represión contra miembros y simpatizantes de partidos de izquierdas (ejecución o cárcel).
En la zona republicana también fueron frecuentes las ejecuciones a sospechosos de ayudar a los sublevados, aunque fueron inferiores al otro bando.
A pesar de la victoria militar, el nuevo régimen franquista continuó aplicando una represión que se cobró la vida de miles de personas. En torno a medio millón de españoles abandonaron el país huyendo, la mayoría de ellos no regresó.
Conclusión: La Guerra Civil constituye el período más traumático del siglo XX español. La victoria del bando franquista puso fin a la labor de la Segunda República y supuso la introducción de un nuevo régimen autoritario en el que Franco concentró todo el poder en sus manos.
Introducción: El general Franco implantó en España una rígida dictadura (1939-1975) tras su victoria en la Guerra Civil. Durante ese tiempo Franco acumuló los cargos de jefe del Estado español, presidente del gobierno, generalísimo de los ejércitos y líder del partido único.
El objetivo principal de Franco fue la creación de un nuevo Estado. Los rasgos que caracterizaron el nuevo régimen fueron la concentración de todos los poderes en manos del dictador, el autoritarismo, la anulación de las libertades, la negación del sufragio universal y la supresión de los partidos políticos.
Franco estableció un Estado autoritario, nacionalista y católico, cuyos principios básicos quedaron definidos en un conjunto de textos legislativos bajo el nombre de Leyes Fundamentales. Entre estas leyes destacan la Ley de Unidad Sindical (1940), la Ley de Cortes (1942), el Fuero de los Españoles (1945), la Ley de Referéndum Nacional (1945), la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947) y la Ley Orgánica del Estado (1967).
Los discursos oficiales y los medios de comunicación quedaron plegados de propaganda franquista. Además, en 1940 se creó un Tribunal para reprimir a los individuos vinculados a grupos de izquierdas. Otro componente doctrinal fue el nacionalcatolicismo, la fuerte vinculación entre la Iglesia y la patria.
Franco contó con el apoyo de los militares, los católicos, los falangistas, los carlistas, los terratenientes y los empresarios, aunque los verdaderos pilares que sustentaban el franquismo fueron el Ejército y la Iglesia.
La política económica de los años cuarenta y cincuenta estuvo condicionada por la necesidad de reconstruir el país tras la guerra, el comienzo de la II Guerra Mundial, el aislamiento internacional y la autarquía.
El objetivo era una rápida industrialización del país apoyada en un intervencionismo estatal. Se intentó prescindir del comercio exterior y garantizar el autoabastecimiento. Todas las actividades productivas pasaron a estar controladas por el Gobierno.
También se implantó un sistema de racionamiento de los productos de primera necesidad hasta 1952, realizado por medio de cartillas.
Respecto a la industria, en 1941 se fundó el INI para impulsar la industria creando empresas estatales con capital público y gestionadas por el Gobierno. También se creó RENFE mediante la nacionalización de las redes de ferrocarriles.
Los resultados de la autarquía económica fueron desastrosos dejando al país al borde del colapso.
En los años 50 comenzó una fase de lenta recuperación que coincidió con el cambio de orientación de la política económica del gobierno y la ayuda financiera estadounidense.
En 1957, Franco nombró ministros tecnócratas, quienes impulsaron el Plan de Estabilización con el objetivo de rescatar la economía.
A partir de la década de los 60, el gobierno franquista orientó la economía con los Planes de Desarrollo. España dejó de ser un país atrasado para transformarse en un país moderno, industrial y urbano. La llegada de grandes multinacionales y los ingresos procedentes del turismo fueron algunos factores que contribuyeron al rápido desarrollo.
El desarrollo económico de los años 60 tuvo importantes consecuencias demográficas, además de provocar rápidos cambios sociales.
La llegada masiva de turistas extranjeros, la expansión de las grandes ciudades, el éxodo rural y el aumento del consumismo y bienestar transformaron las necesidades y las formas de ocio de muchos españoles. De este modo, la modernización de la sociedad española provocó una mutación de valores e ideas colectivas.
En los 60, los movimientos sociales empiezan a contestar al régimen gracias a los sindicatos clandestinos (CCOO, USO). A esto se unió la oposición política, con el PCE, el PSOE o los democristianos de Gil Robles, que serían protagonistas del Congreso de Munich en 1962, donde demandaron la vuelta a la democracia. El franquismo condenó la reunión, encarcelando a su vuelta a los participantes. Además, resurgió el nacionalismo y nació ETA como grupo terrorista.
Los últimos años del franquismo se caracterizaron por la división interna entre los aperturistas, partidarios de cierta liberalización política, y los inmovilistas, que defendían el mantenimiento del franquismo sin ningún cambio.
Con el deseo de garantizar esta continuidad, Franco nombró presidente del gobierno a Carrero Blanco en 1973, que sería asesinado por ETA seis meses después. Su sucesor, Arias Navarro, presentó un programa de gobierno teóricamente aperturista, aunque adoptó una política inmovilista.
La creciente oposición al régimen se organizó en la Junta Democrática, liderada por el Partido Comunista y la plataforma de Convergencia Democrática, bajo dirección del PSOE. El franquismo moriría con la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975.
Conclusión: Entre 1939 y 1975 se implantó en España una dictadura militar acaudillada por el general Franco, que concentraba todo el poder en sus manos. El régimen experimentó una evolución adecuando la política a las circunstancias nacionales e internacionales. Pese a todo, el fin de la dictadura tuvo que esperar a la muerte de Franco.
Introducción: Tras la muerte de Franco en 1975 se desarrolló un proceso de transición política que estableció un sistema de monarquía constitucional que sigue vigente a día de hoy. La transición se desarrolló entre 1975, con la subida al trono de Juan Carlos I, y 1982, con la victoria electoral del PSOE.
Dentro del franquismo había dos sectores: inmovilistas, que creían en la posibilidad de un “franquismo sin Franco”; y aperturistas, que creían que el franquismo no podía seguir una vez muerto Franco. La oposición también presentaba dos tendencias: moderados (monárquicos, democratacristianos y liberales); y radicales (PSOE, PCE, UGT, CNT, USO y CCOO).
El 22 de noviembre de 1975, Juan Carlos I (1975-2014) fue coronado rey. Se mostró partidario de los cambios pretendiendo poner un sistema democrático en España. No obstante, confirmó al entonces presidente de gobierno, Arias Navarro.
Pronto aumentó la actividad de la oposición política. Se creó la Platajunta, que aunaba a fuerzas políticas y sindicales contrarias al régimen, y se sucedieron problemas de orden público, con huelgas y atentados terroristas de ETA y GRAPO, que provocaron la dimisión de Arias Navarro y la elección de Adolfo Suárez como presidente del gobierno en julio de 1976.
Suárez convenció a los políticos del régimen para desmantelar el franquismo. Así se respetó la legalidad vigente evitando la intervención del ejército. Su programa se basó en:
Durante este periodo, ETA siguió atentando y aparecieron otros grupos como los de extrema derecha y el GRAPO. La Transición también conllevó un cambio en la política económica. Los pactos de la Moncloa (octubre de 1977) supusieron un conjunto de medidas para afrontar la crisis.
Sometida a un referéndum, fue aprobada el 6 de diciembre de 1978.
Contiene:
La Constitución define España como un Estado democrático de derecho, cuya forma política es la monarquía parlamentaria, y recoge una amplia declaración de derechos y libertades. Además, no reconoce una religión estatal. Por otra parte, establece la clásica división de poderes:
Por su parte, el rey es el jefe de Estado y de las fuerzas armadas. Sus funciones son ceremoniales y representativas.
En la Constitución también está presente la nueva organización territorial del Estado. Así, afirma la indisoluble unidad de la nación española y el derecho a la autonomía de las regiones que la integran.
Tras el intento del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, UCD y PSOE pactaron el desarrollo autonómico, lo que irritó a nacionalistas vascos y catalanes. En 1982, las Cortes aprobarían la LOAPA. Entre 1979 y 1983, España se había convertido en un Estado autonómico, integrado por 17 comunidades autónomas, más los casos especiales de Ceuta y Melilla que accedieron a la autonomía como ciudades autónomas en 1995.
El gobierno de Suárez tuvo que enfrentarse a una moción de censura en 1980. Suárez dimitió en enero de 1981, siendo sustituido por Leopoldo Calvo Sotelo. Los golpistas aprovecharon esta circunstancia para asaltar el Congreso de los Diputados, pero fracasaron en el intento.
El Gobierno de Calvo Sotelo fue breve y, tras las elecciones generales de 1982, llega al poder el PSOE con Felipe González, dándose por acabada la Transición.
Conclusión: La llegada de la democracia y el desmantelamiento del franquismo se debieron al agotamiento del autoritarismo, el papel del rey Juan Carlos I y las reformas que disolvieron el régimen franquista. Durante la Transición se elaboró la actual Constitución española (1978), que fue fruto del entendimiento y el pacto de todos los partidos políticos.