Portada » Geografía » La Trampa Malthusiana y el Crecimiento Demográfico en la Europa Preindustrial
Malthus afirmaba que la población de antes de 1800 crecía más rápido que los recursos posibles. Ello llevaba a hambrunas, crisis y elevación de la mortalidad, hechos que azotaban periódicamente la población hasta restablecer el equilibrio.
Las economías de esta época tenían como principal actividad la agricultura, y estaban basadas en un factor de producción más fijo que los demás: la tierra. Cuando aumentaba la población, se parcelaban nuevas tierras, lo que suponía disminuir tierras de pasto y/o bosque. En el primer caso se resentía la ganadería (animales de trabajo, carne…) mientras que en el segundo se resentía la madera para la construcción. Disminuía también la cantidad de estiércol para fertilizar la tierra; único fertilizante que ofrecía la economía. Todo lo que dependía de la tierra se veía afectado como los inputs. A causa de todo ello, cuando la población crecía se entraba en un ciclo de rendimientos decrecientes, los cuales implicaban una productividad del trabajo (y, por lo tanto, de los salarios) también decrecientes hasta llegar a una situación de productividad marginal nula o negativa. De esta manera, aumentaban los precios y ello conducía a las crisis de subsistencia.
Hasta 1850, la mayor parte de Europa se caracterizaba por elevados niveles de fecundidad y bajos niveles de educación. La población infantil se dedicaba en el sector agrario, por lo que las parejas optaban por una mayor cantidad de hijos. Cabe mencionar que, por razones religiosas, en las áreas donde predominaba el protestantismo los índices de alfabetización eran más elevados que en territorios donde se practicaba la religión católica. Cuando la pareja era joven, ambos miembros trabajaban, contaban con pocos hijos dependientes y el hogar tenía capacidad de ahorro. Pero al nacer hijos sucesivos aumentaba el número de consumidores del hogar que no habían alcanzado aún la edad de trabajar, lo que limitaba la capacidad de ahorro. Los hijos ofrecían una garantía de futuro ante el envejecimiento de los padres. La fecundidad era elevada pero no podemos olvidar que la mortalidad diezmaba severamente la capacidad de crecimiento.
Elevados niveles de fecundidad generaban un crecimiento demográfico más veloz y, con ello, la entrada de rendimientos decrecientes de la economía: Trampa malthusiana, la cual se puede sintetizar en tres supuestos.
El resultado es que la fecundidad europea alcanzó niveles bastante por debajo de sus niveles potenciales. Un factor condicionante fue el sistema de matrimonio europeo, que dividió Europa.
En la Europa Noroccidental predominaba la familia nuclear, formada por una pareja e hijos únicamente. De cara a formar una familia, llevaba 10 años acumular activos financieros, esto hizo que niveles de fecundidad disminuyeran. Para muchas mujeres la principal ocupación era el servicio doméstico, que debían realizar solteras y sin hijos dependientes, hecho que condicionó elevados niveles de soltería definitiva y retraso del matrimonio. De otro lado, los hombres se iban a trabajar lejos de su hogar, lo que hacía que el ratio hombres/mujeres de un área geográfica podía estar muy desequilibrado. La imposibilidad de encontrar cónyuge a causa de la ausencia de los jóvenes varones era otra razón.
En cambio, en la Europa Suroriental las edades para contraer matrimonio eran inferiores. Predominaba la familia troncal: la pareja recién casada se iba a corresidir con la familia de sus padres. Ello hacía disminuir las cargas financieras necesarias para formar una nueva familia. Con todo, aquí también la lactancia o el “coitus interruptus” fueron los principales mecanismos por los que los niveles de fecundidad se situaron por debajo del límite biológico. De otro lado, la pobre higiene y la creencia de que una infancia dura creaba a adultos más resistentes implicaron que, a pesar de unos niveles de fecundidad algo superiores, el nº de hijos supervivientes a la edad adulta fuese parecido al de la Europa Noroccidental.
Tras haber explicado el primer supuesto de la trampa malthusiana, hablaremos del segundo: la tasa de mortalidad disminuía al aumentar los niveles de vida. Las dos causas principales de las mortalidades extraordinarias eran las epidemias y la difusión de enfermedades infecciosas, como por ejemplo la peste negra. Sin embargo, al disminuir el tamaño de la población, los recursos per cápita se situaron por encima de las necesidades estrictamente biológicas, y con ello aumentaron también los salarios.