Portada » Español » La Tiranía de la Ternura: El Egoísmo y la Democracia en el Siglo XXI
El ensayo es un texto en prosa, generalmente breve, que aborda una amplia variedad de temas y tiene un carácter reflexivo. Se emplea para titular escritos sobre temas diversos, como política, economía y moral.
Desde 1975, el ensayo ha experimentado cambios significativos:
Desde los años 80, se observa una aproximación del ensayo a la literatura y al periodismo. La prensa es actualmente un canal fundamental para su difusión.
Entre los autores más destacados del ensayo español se encuentran:
De los escritores con una importante obra ensayística destacan:
David Trueba ha publicado cinco novelas traducidas a más de diez lenguas:
En el siglo XXI, la ternura ha reemplazado a la crueldad y ha teñido el discurso público de sentimentalismo. La empatía, la hermandad y la solidaridad han tejido una telaraña en torno a nosotros, y la acción política ha sabido aprovecharlo.
Frente a los métodos represivos del siglo XX, los políticos del XXI buscan soluciones a las necesidades íntimas de los ciudadanos y velan por su comodidad individual. El estado ideal coloca los intereses personales por encima de los colectivos.
Los gobiernos actuales de Rusia, China, Estados Unidos y algunos países latinoamericanos muestran una tendencia hacia el individualismo nacional. Esta propensión se refleja en la consideración de las personas de sí mismas como merecedoras de mejores atenciones que los demás.
Los estados funcionan como familias, donde los vínculos afectivos justifican crímenes y daños a otros.
En la actualidad, la ternura por las víctimas impulsa a las mayorías a exigir castigos firmes, convirtiendo su dolor en autoritarismo. Las redes sociales juegan un papel fundamental en este proceso, convirtiendo la realidad en una ficción y a las personas en productos.
Ante cualquier fallo de los demás, se desata un linchamiento.
La exposición pública en las redes sociales ha traído de vuelta el miedo al qué dirán. Para contrarrestar esta pulsión, se tiende a convertir los defectos en virtudes, naturalizando la maldad.
Esto se extrapola al ámbito político, donde las naciones individuales se imponen como la forma de gobierno más deseada. La estigmatización de los emigrantes, el renacer de los partidos nacionalistas y la imposición del relato histórico mediante leyes son consecuencias claras.
Los ciudadanos necesitan sentirse del lado del bien y empujan a los disidentes al papel de malos. Esta ficción infantil lleva a no cuestionar las emociones y a que los países ricos se separen de los pobres.
Paradójicamente, la ternura no evita el retroceso moral que supone negar los derechos humanos básicos, como se observa en las torturas y asesinatos selectivos. La ternura colectiva resurge visceralmente ante determinados casos, pero luego se olvida y se vuelve a la idea de que vivimos en el mejor de los mundos posibles.
Incluso se llega a criminalizar a las víctimas para mitigar la pulsión inicial de la ternura.