Portada » Filosofía » La teoria del conocimiento de aristoteles
conocimiento y ciencia
Experiencia sensible y abstracción intelectualCon Aristóteles la filosofía griega llega a su culminación, sentando las bases del realismo filosófico. Para Aristóteles, la ciencia es el conocimiento de la causa de una cosa y la filosofía es la ciencia de las primeras causas y principios. Recoge de Platón su idea acerca de la filosofía como el conocimiento de las esencias de las cosas, de lo que es inmutable, universal y eterno pero, a diferencia de su maestro, considera que las esencias no pueden estar separadas de las cosas, sino que deben estar en las cosas mismas. Así, el Estagirita hace descender la esencia trascendente de Platón y la coloca como forma inmanente de los entes singulares. La filosofía aristotélica es una ciencia, un saber empírico-racional acerca de la realidad circundante. Se apoya en la experiencia y en la razón como instrumento óptimo para investigar la verdad filosófica. La búsqueda de la verdad marca la finalidad del hombre, que se hace feliz con su contemplación, a imitación de Dios, que se contempla a sí mismo.Frente a Platón, Aristóteles puso los fundamentos gnoseológicos del realismo al revalorizar la experiencia sensible como punto de partida del conocer y de la ciencia, combinándola con una firme confianza en el poder universalizador de la razón. Aristóteles llega a los conceptos, ideas o «universales» por medio de la observación del mundo real y la función abstractiva de la mente humana. Los conceptos o ideas universales no existen fuera de las cosas singulares, sino en ellas y con ellas. La unidad del universal proviene de la inteligencia gracias a la actividad abstractiva. Manifestó la imposibilidad de construir una ciencia con independencia de la realidad sensible y, para pasar del ámbito particular al ámbito universal, expuso su teoría de la abstracción intelectual.Una afirmación fundamental de la teoría aristotélica del conocimiento es la de que éste consiste en una asimilación. Por esta asimilación el alma, al conocer, va conformándose al objeto conocido: el alma humana es en cierto sentido todas las cosas ya que, juntamente con el modo de ser que le es propio, puede adoptar las modalidades de ser de los objetos conocidos. De ahí que conocer sea convertirse de algún modo en la cosa conocida. Se asimila un objeto cuando se hace propia su forma. La asimilación puede ser de dos maneras: física e intencional. La asimilación en que consiste el conocimiento no es física, como sería la asimilación de un alimento, sino intencional; por ella nos apropiamos de la forma de un objeto, pero en cuanto es forma del objeto.
Por consiguiente, en el aspecto gnoseológico, Aristóteles rechaza tanto el idealismo de Platón como el empirismo. Para el estagirita, el conocimiento intelectual es esencialmente superior al sensible, pero no consiste en la intuición de las ideas inteligibles platónicas, sino que se realiza mediante la abstracción intelectual a partir de la experiencia de los sentidos, la cual no es sólo ocasión sino el fundamento para el conocimiento intelectual. La ciencia es sólo de lo universal y necesario, pero los universales no están fuera de las cosas singulares, sino en ellas y por ellas, aunque no en la forma abstracta con que los concibe nuestra inteligencia. El universal abstracto es obra de la inteligencia, pero tiene su fundamento en la esencia común que poseen las cosas de la misma especie. La labor de la inteligencia consiste en abstraer de los objetos singulares que nos presentan los sentidos, las notas o cualidades individuales hasta llegar al elemento común que es precisamente la esencia o naturaleza de cada ente. Éste es el fundamento gnoseológico del realismo filosófico.Por consiguiente, con respecto al conocimiento, Aristóteles no admite la reminiscencia de Platón, ni tampoco el innatismo. El conocimiento o proceso de asimilación de las formas tiene su punto de partida en los sentidos, tal y como nos demuestra la experiencia: para Aristóteles, los sentidos y la experiencia sensible son la única fuente de conocimiento, pues «nada hay en la mente que no se dé antes en los sentidos». No obstante, a pesar del origen empírico de los contenidos mentales, las sensaciones y los conceptos son dos modos de conocimiento totalmente distintos. En la sensación se perciben objetos que, para ser sensibles, tienen que ser materiales; pero la materia no es cognoscible intelectualmente. Por tanto, para que el objeto conocido previamente en la sensación se haga permeable al entendimiento, es necesario liberar la forma de las condiciones de la materia. Esta tarea la realiza una función llamada por Aristóteles «abstracción». La sensación conoce las formas sensibles, en tanto que presentes en la materia; la inteligencia conoce las formas inteligibles abstraídas de la materia. La inteligencia es, de por sí, capacidad y potencia de aprehender las formas inteligibles, las cuales están contenidas en potencia en las sensaciones y en las imágenes. Pero se necesita un principio activo que traduzca en acto esa potencialidad, de modo que la forma contenida en las imágenes se haga inteligible para poder ser entendida, y así se actualice, captando en acto esas formas. Por consiguiente, mediante la abstracción (palabra latina que significa «separación») el entendimiento en su función activa o agente separa la materia y destaca la forma. De este modo el objeto pasa de ser meramente sensible a ser inteligible. Puede entonces intervenir una segunda función del entendimiento, a la que Aristóteles llama «pasiva» o «paciente», para captar esa forma, asimilándose a ella. El entendimiento agente abstrae las formas contenidas en las imágenes sensibles, las cuales, una vez recibidas en el entendimiento pasivo, son conceptos en acto.