Portada » Historia » La Segunda República Española y la Guerra Civil: Orígenes, Desarrollo y Consecuencias (1931-1939)
La Segunda República Española (1931-1939) representó un ambicioso intento de modernizar España y establecer un sistema democrático. Sin embargo, al igual que la Primera República, se caracterizó por la inestabilidad política, la radicalización y las profundas divisiones internas. La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) había dejado al país sin Constitución y sin una democracia consolidada, y la República se propuso restaurar ambas.
El contexto internacional, marcado por la crisis económica de 1929, el ascenso del fascismo en Europa y las dificultades de las democracias, tampoco favoreció la consolidación de la República Española.
En 1930, el General Primo de Rivera dimite, y Alfonso XIII nombra al General Berenguer para liderar una transición hacia una monarquía constitucional. Sin embargo, las protestas y el descontento general obligan a Berenguer a dimitir. Le sucede el almirante Aznar, con la promesa de convocar elecciones.
La monarquía había perdido gran parte de su apoyo, y los partidos políticos antimonárquicos se unieron en el Pacto de San Sebastián, que incluía a socialistas, radicales, nacionalistas y republicanos.
En abril de 1931 se celebran elecciones municipales. En las zonas rurales, donde aún predominaba el caciquismo, ganaron los candidatos monárquicos. Sin embargo, en 41 de las 50 capitales de provincia, triunfaron los partidos antimonárquicos.
Ante esta situación, en muchos ayuntamientos se proclama la República, y Alfonso XIII decide exiliarse. Se forma un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora y se convocan elecciones a Cortes Constituyentes.
En junio de 1931 se celebran las elecciones, con una participación del 70%. Los resultados fueron:
Alcalá Zamora fue elegido presidente de la República, y Manuel Azaña, jefe de Gobierno, formando un gobierno de coalición con socialistas y republicanos.
El cambio de régimen supuso que el poder, antes en manos de terratenientes, aristocracia, nobleza y alta burguesía, pasara a las clases medias intelectuales y a los grupos obreros organizados.
El gobierno de Azaña tuvo que enfrentarse a dos grandes desafíos:
En diciembre de 1931 se aprueba la Constitución de 1931, que reflejaba los valores laicos e izquierdistas de la mayoría parlamentaria. Sus características principales fueron:
El gobierno de Azaña inició un periodo de profundas reformas estructurales, que generaron gran polémica y división en la sociedad española:
Resultados de las elecciones de 1933:
Distribución aproximada de votos:
Forman gobierno los radicales de Alejandro Lerroux con el apoyo de la CEDA de José María Gil-Robles. Todas las reformas iniciadas en el bienio anterior quedaron paralizadas, y se reprimieron por la fuerza las protestas. Obreros y campesinos se movilizaron, y los partidos de izquierda y sindicatos se manifestaron.
En 1934 estalló una revolución que pretendía forzar al presidente a volver a un gobierno de izquierda. Los enfrentamientos fueron especialmente duros en Asturias, donde los mineros armados se enfrentaron al ejército, que los derrotó y llevó a cabo una dura represión. En Cataluña, los nacionalistas proclamaron la República independiente, pero también fueron derrotados por el ejército y la falta de apoyo popular.
En 1935, la corrupción afectó a varios miembros del gobierno. Lerroux dimitió y se convocaron nuevas elecciones. Los partidos de izquierda se agruparon en el Frente Popular, mientras que en la derecha destacaban la CEDA de Gil-Robles y el Bloque Nacional de Calvo Sotelo.
Resultados de las elecciones de enero de 1936:
Azaña fue nombrado presidente de la República, y Casares Quiroga, jefe de Gobierno. Se formó un gobierno de republicanos de izquierda y socialistas.
Las primeras medidas del nuevo gobierno se encaminaron a reanudar el reformismo republicano: se retomó la reforma agraria, se liberó a los presos políticos y se intentó dar validez a los estatutos de autonomía.
Sin embargo, el orden público se deterioró y el gobierno no controlaba la situación. La derecha no aceptaba el triunfo del Frente Popular. En las calles, se enfrentaban agitadores de izquierda y derecha. La CNT fomentaba la ocupación directa de tierras. Se quemaban iglesias y se producían numerosos atentados y secuestros.
Dentro del ejército, un grupo de generales comenzó a preparar un golpe de Estado con el apoyo de sectores conservadores. El 12 de julio fue asesinado Calvo Sotelo, líder del Bloque Nacional. Los militares golpistas consideraron que había llegado el momento del levantamiento contra la República.
El 17 de julio de 1936 se sublevó la guarnición de Melilla, extendiéndose el levantamiento a todo el protectorado español en Marruecos. Al día siguiente, la sublevación comenzó en la Península. El golpe militar fracasó parcialmente, ya que parte del ejército y de las fuerzas de orden público se mantuvieron fieles a la República.
La sublevación triunfó en: Galicia, Vitoria, Navarra, La Rioja, Castilla y León, norte de Extremadura, oeste de Andalucía (Sevilla, Córdoba, Granada y Cádiz) y las Islas Canarias y Baleares (excepto Menorca).
Surgieron dos Españas contrapuestas e irreconciliables: los nacionales calificaban a sus enemigos de «rojos», y los republicanos llamaban a sus enemigos «fascistas».
La República controlaba las principales zonas mineras e industriales, mientras que el bando nacional dominaba la mayor parte de los recursos agrícolas. El oro del Banco de España quedó en manos del gobierno republicano.
Aproximadamente, la República contaba con el 66% de la aviación, el 65% de los guardias de asalto y el 51% de la Guardia Civil. Sin embargo, el 80% de los oficiales se unieron al bando nacional, y el Ejército de África quedó bajo el control de Franco.
La República tuvo que improvisar un nuevo ejército, integrando a las milicias populares (voluntarios de partidos políticos de izquierda y sindicatos) en las Brigadas Mixtas (unidades compuestas por milicianos y soldados), con una capacidad de combate cuestionable en comparación con la disciplina del ejército nacional.
El bando republicano recibió ayuda inicial de Francia y, sobre todo, de la URSS, pagada con el oro del Banco de España. La ayuda internacional también llegó a través de las Brigadas Internacionales, formadas por unos 40.000 jóvenes voluntarios, sin experiencia militar pero con gran valentía, que lucharon contra el fascismo (aproximadamente la mitad murieron).
El bando nacional recibió ayuda de Italia y Alemania, pagada con materias primas, minerales y préstamos obtenidos en Estados Unidos e Inglaterra. Alemania envió la Legión Cóndor (fuerzas de aviación). Italia envió unos 40.000 soldados del Corpo Truppe Volontarie. Portugal e Irlanda también proporcionaron ayuda, aunque en menor medida.
La columna es una unidad militar pequeña y con gran movilidad. En el bando republicano, predominaron inicialmente las milicias populares, que luego se integrarían en las Brigadas Mixtas para formar un ejército popular.
En los primeros meses, el general Mola organizó el primer ataque a Madrid con tres columnas que avanzaron desde el norte, pero fueron detenidas en la sierra madrileña por las milicias.
El fracaso de Mola dio protagonismo a Franco y a su Ejército de África. Tras cruzar el Estrecho de Gibraltar, se estableció en Sevilla y comenzó la ofensiva hacia el norte, conquistando Mérida, Badajoz y Toledo (donde liberó el Alcázar), llegando a las puertas de Madrid. Mientras, en el norte, Mola conquistó San Sebastián e Irún.
La lucha por Madrid fue el primer y último gran fracaso de Franco en la guerra. El primer ataque se realizó desde el sur, a través de la Ciudad Universitaria, pero los republicanos resistieron, sufriendo grandes pérdidas.
El segundo ataque, más al este, buscaba cortar la carretera de Valencia (Batalla del Jarama), pero Franco tampoco logró su objetivo. El tercer ataque, más al norte (Batalla de Guadalajara), fue protagonizado por los italianos, que tampoco consiguieron romper las defensas republicanas. Mientras, en el sur, los nacionales conquistaron Málaga.
Tras el fracaso en Madrid, Franco cambió de objetivo y decidió conquistar el norte republicano. La ofensiva, organizada por Mola, conquistó Bilbao, Santander y Asturias. En el centro, se libraron batallas de desgaste, como las de Brunete y Belchite, sin un claro vencedor.
Después de conquistar Teruel, los nacionales llegaron a la costa mediterránea, dividiendo en dos el territorio republicano. El mando republicano lanzó una gran ofensiva (la Batalla del Ebro), la más importante de la guerra. Tras meses de lucha y desgaste, los republicanos se retiraron derrotados. Franco conquistó Cataluña y Castellón.
Aunque hubo contactos entre ambos bandos, Franco impuso la rendición incondicional. La guerra terminó el 1 de abril de 1939.
El 19 de julio, el presidente Azaña encargó a José Giral formar gobierno. Giral fue responsable de la entrega de armas al pueblo y de la creación de las milicias populares.
En septiembre de 1936, Azaña encargó formar gobierno al socialista Largo Caballero, que organizó un gabinete con ministros de todos los grupos políticos de la República (socialistas, republicanos, comunistas e incluso anarquistas). Pronto surgieron problemas entre comunistas y anarquistas: los comunistas priorizaban ganar la guerra, mientras que los anarquistas defendían la revolución obrera y campesina. Su rivalidad desembocó en un enfrentamiento armado en Barcelona en 1937, con la victoria comunista.
Estos hechos provocaron la caída del gobierno de Largo Caballero.
El tercer y último gobierno de la República estuvo presidido por el socialista Juan Negrín (desde mayo de 1937). Se apoyó en los comunistas y trasladó la capital de Valencia a Barcelona.
La muerte en accidente de aviación del general Sanjurjo y del general Mola, y el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera en Alicante, facilitaron la unificación del bando nacional bajo el mando de Franco.
Los militares sublevados comprendieron la necesidad de un mando único. En octubre de 1936, Franco fue elegido en Burgos Generalísimo (jefe supremo de los ejércitos).
En 1937, Franco creó un partido único: fusionó la Falange y el Carlismo, dando lugar a Falange Española Tradicionalista y de las JONS, y se convirtió en su jefe.
A partir de ese momento, Franco concentró todos los poderes: Generalísimo de los ejércitos, Jefe Nacional del partido, Jefe del Estado y Presidente del Gobierno.