Portada » Historia » La Segunda República Española: Golpes de Estado, Elecciones y Revolución
El general Sanjurjo intentó un golpe de estado militar en Sevilla en agosto de 1932. La «Sanjurjada», mal preparada y con desigual apoyo en el ejército, fracasó. La reacción de las fuerzas que apoyaban al gobierno fue inmediata. Pese al fracaso de Sanjurjo, el gobierno republicano-socialista daba muestras de claro desgaste. En ese contexto, se produjeron los graves incidentes de Casas Viejas, en los que la Guardia de Asalto sitió y mató a un grupo de campesinos anarquistas. El escándalo consiguiente llevó al gobierno a la decisión de convocar nuevas elecciones en noviembre de 1933. En las que triunfaron la CEDA y el Partido Radical de Lerroux. Se inicia el Gobierno radical-cedista (1933-1935), Alcalá-Zamora llamó a Lerroux para formar gobierno, apoyado por la CEDA. Aplicaron un programa de rectificación legislativa del bienio anterior: paralizaron la reforma agraria y la militar, y pusieron en destinos claves a militares antiazañistas (Goded, Mola, Franco…); perdonaron a los golpistas de la Sanjurjada, redujeron el presupuesto de educación y devolvieron la enseñanza a la Iglesia; bloquearon los Estatutos de autonomía, paralizando el vasco y en tensión con la Generalitat…
Durante 1934 el país se concentró entre las derechas y las izquierdas. En la derecha estaba la CEDA de Gil Robles, los monárquicos de Renovación Española, la derecha republicana y los radicales. La izquierda republicana se reconstruye tras el fracaso electoral, en torno a Azaña surge Izquierda Republicana, Martínez Barrio funda Unión Republicana. Pero el movimiento obrero se radicalizó, al PSOE se le unió UGT preparando una revolución en caso de que la CEDA llegase al gobierno; el PCE comenzó a colaborar con los socialistas.
La revolución de octubre de 1934 (Revolución de Asturias) fue el momento más crítico de la Segunda República. El programa de rectificación, los enfrentamientos callejeros, la violencia verbal en la prensa y las Cortes, la tensión entre patronos y trabajadores y la huelga general de campesinos (junio), crearon una situación explosiva. La CEDA presionaba para entrar en el gobierno, y esa posibilidad desde la izquierda se veía como el triunfo del fascismo, ya que la CEDA no ocultaba su admiración por la Alemania de Hitler.
El 4 de octubre se formó un nuevo Gobierno con tres miembros de la CEDA. Socialistas y miembros de la UGT lo consideraron una agresión a la República y cursaron orden de huelga general revolucionaria, adquiriendo carácter de insurrección popular en Asturias, Cataluña y País Vasco. Lluís Companys proclamó el Estado catalán dentro de la República federal española, el ejército logró la rendición de la Generalitat y el Gobierno suspendió el Estatuto. Los obreros lograron ocupar toda Asturias y proclamaron la Revolución Socialista de los Consejos Obreros. El Gobierno recurrió a legionarios dirigidos por Franco, que sofocaron la insurrección con más de mil muertos en los combates y represaliados posteriores por toda España. La CEDA se fue debilitando; y a su derecha surgió la coalición antirrepublicana del Bloque Nacional de Calvo Sotelo que aspiraba a contar con el apoyo del Ejército, en el que nació la Unión Militar Española que también aspiraban acabar con la República. La crisis definitiva llegó en octubre de 1935 con el escándalo del straperlo y asunto Nombela, Lerroux dimitió sustituido por Portela Valladares, convocando elecciones para febrero de 1936.
El Frente Popular consiguió la mayoría absoluta en las elecciones de febrero de 1936, el nuevo gobierno puso en marcha el programa anunciado: decretó una amplia amnistía; restableció el Estatuto y el Parlamento catalán, iniciando los de Euskadi y Galicia; se reanudó la reforma agraria. Azaña envió a los generales más sospechosos a puestos alejados de Madrid. Surgieron diferencias internas, los socialistas no participaron en el Gobierno, CNT y UGT se lanzaron a una ofensiva (ocupación de tierras); y la derecha conspiraba contra el Gobierno, Mola, apoyado por el carlismo en Navarra, se erigió en director de la conspiración. El deterioro del orden público crecía, se incrementó el terrorismo, las huelgas aumentaban y los parlamentarios se amenazaban.
El gobierno de Casares Quiroga, que no había decidido tomar medidas pese a las continuas advertencias de las organizaciones obreras, vio como el 17 de julio de 1936 el ejército de Marruecos iniciaba la rebelión contra el gobierno de la República. El triunfo parcial del golpe desencadenó la guerra civil.