Portada » Religión » La Sagrada Familia y la Formación de la Conciencia Cristiana
María, la madre de Jesús, fue una joven judía de Nazaret, un pueblo de Galilea. Fue una mujer de fe inquebrantable que se arriesgó y asumió sus responsabilidades ante Dios. Dio su «sí» a Dios sin dudar, a pesar de las posibles críticas de la sociedad. Respondió a Dios con todo su ser, femenino y humano, en la misión más importante encomendada por Dios a una persona. De una mujer humilde nació el Hijo de Dios en la tierra. María, una mujer campesina, como su hijo Jesús «el de Nazaret», nació y vivió pobremente en medio de su pueblo. Estaba comprometida con un artesano llamado José. Conocía al pueblo de Israel desde su niñez y había escuchado de sus padres, Ana y Joaquín, un mensaje de confianza plena en Dios.
María es:
Un dogma es una proposición de fe o de moral revelada por Dios, transmitida por la tradición apostólica y propuesta formalmente por la Iglesia a los fieles, ya sea por la autoridad papal, por un concilio o por el magisterio ordinario. Los dogmas marianos contienen verdades reveladas por Dios a los hombres sobre la Virgen María. Honran a María, de quien se ha dicho que es el rostro materno de Dios. El magisterio de la Iglesia ha propuesto para su meditación y celebración cuatro dogmas:
El joven judío que soñaba con formar una familia junto a María debió cambiar sus planes y aceptar la voluntad de Dios. La voluntad de Dios era hacer de José, por sus virtudes, el padre de crianza del Hijo de Dios. Por amor a María, adoptó a Jesús y lo cuidó y protegió con la dedicación amorosa propia de un santo. José es modelo de padre y de padre adoptivo.
La familia cristiana está fundada en el sacramento del matrimonio, signo del amor de Dios y de la entrega de Cristo por su esposa, la Iglesia. En ella se despliega la paternidad y la maternidad. La familia cristiana es una comunión de personas e imagen de la comunión del Padre y el Hijo en el Espíritu Santo. Está llamada a participar en la oración y el sacrificio de Cristo. La oración cotidiana y la lectura de la Palabra de Dios fortalecen en ella la caridad. La familia es la comunidad en la que se pueden aprender los valores morales, se comienza a honrar a Dios y a usar bien de la libertad.
La conciencia es la voz interior que nos guía para hacer el bien y evitar el mal. La persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. La conciencia resuena y avisa, y si se ha hecho algo que la conciencia reprueba, muestra su desaprobación. Si la acción es buena, muestra su aprobación y alabanza.
En atención al objeto y su conformidad con la norma moral, hay:
La vocación del hombre es cumplir la voluntad de Dios, pero no siempre se conoce cuál es la voluntad de Dios. En ese caso, de no estar seguros, nos exponemos a obrar en contra de lo que Dios quiere y cuestionamos nuestro destino, arriesgándonos a pecar.
El hombre tiene que formar su conciencia para saber cuál es la voluntad de Dios. Los medios son:
Pocas personas son conscientes de la importancia de su formación y con frecuencia orientan los requisitos morales a sortear peligros o a no escandalizar, manteniéndose en un cierto anonimato. El hombre es un animal social y es responsable de su propia conducta y de la influencia, negativa o positiva, en la conducta de los demás.