Portada » Historia » La Revolución Liberal en el Reinado de Isabel II (1833-1868)
El reinado de Isabel II (1833-1868) estuvo marcado por una serie de cambios revolucionarios que transformaron la sociedad española. Durante este período, se produjeron importantes reformas políticas, económicas y sociales que sentaron las bases del Estado liberal moderno en España.
Tras la muerte de Fernando VII en 1833, su hija Isabel II, de tan solo tres años, ascendió al trono. Durante su minoría de edad, su madre, María Cristina de Borbón, asumió la regencia. Este período se caracterizó por el apoyo de los moderados y la desamortización de los bienes eclesiásticos.
La Constitución de 1837 estableció la soberanía nacional, mientras que la de 1845 la compartió entre el rey y la nación. En cuanto a la división de poderes, ambas constituciones mantuvieron un esquema similar:
El sistema electoral se basaba en el sufragio censitario masculino, lo que limitaba la participación política a una pequeña parte de la población. El sufragio de 1845 fue aún más restrictivo que el de 1837.
La administración central estaba formada por los ministros, quienes dependían del rey. El poder ejecutivo residía en el monarca, quien afirmaba que «los ministros no son nada sin el rey, ni el rey sin ministros».
El gobierno ejercía su autoridad en las provincias a través de agentes. Cada provincia contaba con un gobernador civil y un gobernador militar. El gobernador civil era el encargado de ejecutar las leyes. La división provincial buscaba uniformizar el territorio, creando provincias de tamaño y población similares. A partir de esta división, se crearon los partidos judiciales y las regiones militares.
En el ámbito local, el alcalde era la máxima autoridad. Los empleados municipales trabajaban en el ayuntamiento. El alcalde presidía el ayuntamiento y era responsable de elaborar el presupuesto municipal y suspender acuerdos.
La creación de la Guardia Civil en 1844, bajo la dirección del Duque de Ahumada, tuvo como objetivo mantener el orden público y proteger la propiedad privada.
La Iglesia Católica desempeñó un papel importante en la educación. El Concordato de 1851 estableció un acuerdo entre el Estado y la Iglesia, por el cual el Estado se comprometía a financiar los gastos del clero y del culto. La Iglesia apoyaba el nuevo orden burgués y participaba activamente en ceremonias públicas y privadas.
Se implementó un nuevo sistema educativo que establecía la enseñanza obligatoria hasta los nueve años. Este sistema se mantuvo vigente hasta 1970. En la enseñanza primaria, todos los niños de entre seis y ocho años estaban obligados a asistir a la escuela. En cada escuela había un maestro que enseñaba a niños de diferentes edades. La enseñanza secundaria se impartía en institutos, ubicados en las capitales de provincia. La mayoría de los institutos eran privados y estaban gestionados por la Iglesia. La universidad era financiada por el Estado y seguía un modelo centralizado.
El ejército jugó un papel crucial en el régimen liberal. El sistema de quintas consistía en agrupar a los jóvenes en cinco listas para el servicio militar. Aquellos que podían permitírselo pagaban para evitar el servicio. Este sistema también sirvió para formar a los ciudadanos en sus obligaciones con el Estado.
La desamortización consistió en la expropiación de tierras y bienes pertenecientes a la Iglesia y los ayuntamientos. Los bienes expropiados se vendían en subasta pública, lo que llevó a la privatización de la tierra.
La construcción de ferrocarriles tuvo como objetivo modernizar la economía y fomentar la riqueza. El capital extranjero jugó un papel importante en este proceso, debido a su mayor experiencia y desarrollo tecnológico. En diez años, se construyeron 5.000 km de vías férreas. El ferrocarril mejoró el mercado y facilitó el transporte de productos por todo el país, con Madrid como centro neurálgico. Cada región de España se especializó en la producción de diferentes bienes, lo que contribuyó a la diversificación económica.
El reinado de Isabel II se caracterizó por una alternancia en el poder entre liberales moderados y progresistas. A continuación, se resumen las principales etapas:
Los «espadones», militares que ocupaban altos cargos políticos, desempeñaron un papel importante en el sistema político. Destacan Narváez (moderado) y Espartero (progresista). Los principales partidos políticos fueron:
El Pacto de Ostende (1866) fue un acuerdo entre progresistas, demócratas y republicanos para destronar a Isabel II. Tras la muerte de O’Donnell en 1867, el general Prim lideró la Revolución de 1868, conocida como «La Gloriosa», que puso fin al reinado de Isabel II y dio paso al Sexenio Democrático.