Portada » Historia » La Restauración Borbónica y la Crisis de Entreguerras en España (1875-1939)
En el año 1875 se restauró en España la monarquía borbónica con Alfonso XII de Borbón, hijo de Isabel II. Este proceso fue posible gracias a Antonio Cánovas, quien logró la abdicación de Isabel II y el apoyo de la burguesía y el ejército, así como al pronunciamiento militar. Tras la muerte de Alfonso XII en 1885, la Restauración se mantuvo con la regencia de Mª Cristina, ejercida durante la minoría de edad de su hijo Alfonso XIII.
La Restauración se basó en la Constitución de 1876, de carácter conservador, y en el turnismo de partidos políticos. Este sistema consistía en la alternancia en el poder del Partido Conservador y el Partido Liberal. Cuando el gobierno se desgastaba, el rey encargaba la formación de un nuevo gobierno. En estos casos, se recurría a menudo a trampas electorales y a la manipulación de votos, como el pucherazo, el voto de fallecidos o el voto de los cuneros. El partido republicano, el carlista y el PSOE no aceptaron el sistema político implantado.
Gracias a la Ley de Asociaciones (1887), el movimiento obrero cobró fuerza. El socialismo se difundió a través de la UGT y el anarquismo fundó la Federación de Trabajadores. Surgieron el nacionalismo catalán, que reivindicó su idioma como lengua oficial y proclamó sus propuestas en las Bases de Manresa formuladas por Prat de la Riba, y el nacionalismo vasco, impulsado por Sabino Arana, que llevó a la fundación del PNV en 1895.
Tras una sublevación en Cuba y en Filipinas, España perdió sus últimas colonias en 1898. Los rebeldes cubanos contaron con el apoyo de Estados Unidos, que declaró la guerra a España tras la voladura del acorazado Maine, un evento aún hoy controvertido. La guerra se desarrolló tanto en el Pacífico como en el Atlántico, y finalizó con el Tratado de París en 1898, donde se reconoció la independencia de Cuba. Como consecuencia, surgió el regeneracionismo, un movimiento intelectual y político que pretendía acabar con la corrupción y modernizar el país.
Alfonso XIII accedió al trono en 1902, manteniendo el sistema de turnismo en una primera etapa. Conservadores, liderados por Antonio Maura, y liberales, con José Canalejas al frente, emprendieron una política reformista. Sin embargo, el principal problema fue la guerra de Marruecos. El Tratado de Algeciras dividió Marruecos en dos protectorados, el francés y el español. La ocupación española provocó una guerra con los habitantes del Rif. Para esta guerra, se intentó movilizar a los reservistas, lo que originó disturbios en Barcelona, conocidos como la Semana Trágica. También se produjo el Desastre de Annual, una enorme derrota militar.
La segunda etapa del reinado de Alfonso XIII se caracterizó por la crisis del sistema canovista. El ejército reclamó el ascenso por antigüedad y no por méritos de guerra, y en la política se exigió más democracia y una nueva constitución. En este contexto, el general Primo de Rivera dio un golpe de Estado en 1923 e impuso una dictadura (1923-1930). Durante su mandato, prohibió los partidos políticos, disolvió las Cortes y logró derrotar a los marroquíes tras el desembarco de Alhucemas. En 1930, Primo de Rivera dimitió y Alfonso XIII abandonó el país tras el triunfo de los republicanos en las elecciones municipales.
Tras la marcha de Alfonso XIII, se proclamó la Segunda República y se formó un gobierno provisional. Se redactó una nueva constitución en 1931, en la que destacaba la separación Iglesia-Estado. Alcalá-Zamora fue elegido presidente de la República, y Azaña jefe de gobierno. El gobierno de Azaña puso en marcha una política reformista, etapa conocida como el Bienio Reformista.
Durante la segunda etapa, gobernó el Partido Radical, que paralizó la mayoría de las reformas anteriores. La CEDA exigió entrar en el gobierno, lo que provocó la revolución de octubre de 1934. Posteriormente, el Frente Popular, una coalición de izquierdas, logró la victoria en las elecciones de 1936, dando comienzo a una tercera etapa. Este gobierno, presidido por Manuel Azaña, reanudó las reformas interrumpidas.
En este periodo, la derecha se radicalizó, fundándose la Falange, un partido ultraderechista liderado por José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador. En la izquierda, ganó peso el PSOE y se produjo la Primavera Trágica, una oleada de atentados entre militantes falangistas, comunistas y anarquistas.
El general Emilio Mola dio un golpe de Estado para acabar con la República el 17 de julio de 1936. El golpe se inició en Marruecos (Melilla, Tetuán y Ceuta) y el país quedó dividido en dos zonas: la republicana y la sublevada. En España, la sublevación fue apoyada mayormente por los monárquicos, carlistas y católicos. A nivel internacional, se formó un comité de no intervención, pero a pesar de ello, los sublevados recibieron ayuda de la Alemania nazi y la Italia fascista, mientras que el gobierno republicano recibió apoyo de la URSS y las Brigadas Internacionales.
El objetivo inicial de los golpistas era tomar Madrid. Enviaron un ejército dirigido por Emilio Mola desde Navarra y otro desde África, mandado por Franco. Uno de los episodios más crueles de la guerra fue el bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor de la aviación alemana. La guerra se extendió al Mediterráneo, con la batalla del Ebro en 1938, donde los republicanos lanzaron una ofensiva. Finalmente, los sublevados tomaron Cataluña y la guerra civil finalizó en 1939 con la victoria del bando franquista, dando inicio a una dictadura que duraría casi cuatro décadas.