Portada » Historia » La Restauración Borbónica en España (1874-1902)
Los grupos conservadores españoles recibieron con satisfacción la Restauración de la dinastía borbónica porque esperaban que la monarquía devolviera la estabilidad política y pusiera fin a cualquier intento de revolución democrática y social. El nuevo sistema político, basado en el principio de la monarquía constitucional y ideado por Antonio Cánovas del Castillo, se conoce con el nombre de la Restauración borbónica.
En primer lugar, la estabilidad del nuevo régimen se fundamentó en el bipartidismo y la alternancia en el poder de dos partidos políticos (conservadores y liberales) que renunciaban a los golpes de fuerza militares (pronunciamientos) como mecanismo para acceder al gobierno. El segundo pilar era la monarquía, institución que se consideraba previa a cualquier decisión y que tenía un papel arbitral en la vida política. El tercero era el ejército, al que se quería alejar definitivamente de la intromisión en la vida política.
La estabilidad del régimen se vio favorecida por el fin de las guerras carlistas y cubana.
Los carlistas se habían hecho fuertes en diferentes territorios de Cataluña. El nuevo gobierno dirigió en el año 1875 la ofensiva y expulsó a los carlistas de las plazas donde se habían hecho fuertes, consiguiendo derrotarlos en toda Cataluña.
Cánovas transformó el partido alfonsino, que durante el Sexenio había defendido la restauración de la monarquía, en el Partido Liberal-Conservador, que aglutinaba los grupos políticos más conservadores (salvo los carlistas y los integristas) y que acabó siendo llamado Partido Conservador.
Este bipartidismo, que en teoría parecía el británico, en la práctica se basaba en la corrupción electoral y el caciquismo, que garantizaba que en cualquier elección salieran los diputados elegidos por el partido que tocaba gobernar, que siempre sacaba mayoría absoluta.
A lo largo del periodo que transcurrió entre los años 1876 y 1898 el turno funcionó con regularidad: de todas las elecciones que se hicieron, seis las ganaron los conservadores y cuatro los liberales. A pesar de que la alternancia pasó momentos difíciles, la primera crisis del sistema se produjo como resultado del impacto del desastre de 1898, que erosionó a los políticos y los partidos dinásticos.
Tras el fracaso de la experiencia de la Primera República, el republicanismo tuvo que hacer frente al desencanto de una parte de sus seguidores y a la represión gubernamental. El republicano Emilio Castelar evolucionó hacia posturas cada vez más moderadas y creó el Partido Republicano Posibilista, que aceptaba el juego político de la Restauración. Republicanismo de derechas.
Tras la derrota carlista en 1876, se prohibió de forma explícita la estancia en España del pretendiente Carlos de Borbón. Esta derrota sumió al carlismo en una grave crisis y el partido tardó tiempo en readaptar su actividad a las nuevas circunstancias.
Tras la Paz de Zanjón (1878), los naturales de Cuba esperaban de la administración española una serie de reformas que les otorgaran los mismos derechos de representación política en las Cortes que los españoles de la Península.
En 1879 se produjo un nuevo intento de insurrección que dio lugar a la llamada Guerra Chiquita. Fue derrotada al año siguiente por falta de apoyo, la escasez de armamento y la superioridad del ejército español.
Los Estados Unidos habían fijado su área de expansión preferente en la región del Caribe y, también, en el Pacífico, donde su influencia ya se había hecho sentir en Hawái y en Japón.
A pesar de la envergadura de la crisis de 1898 y de su significado simbólico, sus repercusiones inmediatas fueron menores de lo esperado. Aunque la guerra supuso pérdidas materiales importantes en la colonia, no fue así en la metrópoli. La crisis económica tuvo unas consecuencias limitadas, a pesar de los efectos negativos que podían derivarse de la pérdida de los mercados coloniales.
El fracaso de la Revolución de 1868 había dejado una huella en los intelectuales, que consideraban que se había perdido una gran ocasión para modernizar el país.
En 1899 y de acuerdo con el mecanismo del turno dinástico, la reina regente llamó a formar gobierno al conservador Francisco Silvela. El nuevo gobierno demostró una cierta voluntad de renovación política.
El desastre de 1898 significó el fin del sistema de la Restauración tal como lo había diseñado Cánovas y el surgimiento de una nueva generación de políticos, intelectuales, hombres de ciencia, activistas sociales y empresarios que comenzaron a actuar en el nuevo reinado de Alfonso XIII.