Portada » Historia » La quiebra del absolutismo en espana
Este proceso reformista no agradaba a Fernando VII, que pidió ayuda a las potencias europeas para
restaurar el absolutismo. La Santa Alianza encargó a Francia la intervención militar en España y, en
1823, los Cien Mil Hijos de San Luis derrotaron a los liberales y repusieron a Fernando VII como
monarca.
2.3.
La quiebra del absolutismo (1823-1833)
La vuelta al absolutismo comportó la destrucción de la obra legislativa del Trienio. Pero los gobiernos de
Fernando VII no supieron dar solución a los problemas del país:
– Una difícil situación económica, siendo imprescindible una reforma fiscal que obligase a los
privilegiados a pagar impuestos.
– Un conflicto dinástico. Fernando VII había tenido sólo hijas y la Ley Sálica impedía a las mujeres
reinar en España. Se dio el trono a Isabel, gracias a la Pragmática Sanción, dictada por el rey. Pero
muchos absolutistas no aceptaron el cambio.
4. LA REVOLUCIÓN LIBERAL (1833-1843)
4.1. La guerra carlista
A la muerte de Fernando VII, se desencadenó una guerra civil entre los partidarios de Carlos, hermano
del rey difunto, y de María Cristina, esposa de Fernando VII y regente hasta la mayoría de edad de su
hija Isabel.
Los partidarios del carlismo (nobleza agraria, clero y campesinado del Nordeste) eran los defensores
del Antiguo Régimen (monarquía absoluta, fueros, agricultura señorial).
Los isabelinos presentaban distintos intereses. La monarquía y la nobleza defendían el trono y sus
privilegios, pero vieron que uniéndose a los liberales podrían enfrentarse al carlismo.
La guerra se prolongó durante siete años (1833-1840). Los focos carlistas más importantes estaban en
el Nordeste de España, pero el bando liberal era superior. El Convenio de Vergara (1839) puso fin a la
guerra, pero el carlismo se mantuvo a lo largo de casi todo el siglo XIX.
4.2. Las reformas progresistas
Los liberales se hallaban divididos en dos facciones: los moderados y los progresistas.
En medio de la guerra carlista, María Cristina impulsó la formación de un gobierno liberal. Primero
intentó hacerlo con los moderados, pero al final llamó al gobierno a los progresistas.
Entre 1835 y 1837, los progresistas implantaron un régimen liberal. Este proceso culminó con la
Constitución de 1837, que inauguró un período de monarquía parlamentaria en España.
El nuevo texto reconocía la soberanía nacional y los derechos individuales pero aceptaba el papel
moderador de la Corona.
4.3. La regencia de Espartero
En 1837, los moderados, con el apoyo de María Cristina, accedieron al gobierno e intentaron dar un giro
conservador al proceso de revolución liberal.
Un movimiento de oposición se alzó contra la Regente, que se vio obligada a dimitir en 1840.
El progresista general Espartero fue nombrado regente, pero las medidas librecambistas y el
autoritarismo con que gobernó le valieron la oposición de buena parte del país.
En 1843, Espartero dimitió y las Cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel II y la proclamaron
reina.
5. LA ETAPA ISABELINA: EL LIBERALISMO MODERADO (1844-1868)
Una vez alcanzada la mayoría de edad, Isabel II, prefirió el gobierno de los moderados.
5.1. La década moderada (1844-1854)
a) El liberalismo moderado
Durante el reinado de Isabel II, el Partido Liberal Moderado estuvo al frente del gobierno con el
apoyo de la monarquía.
En esa etapa se consolidó un liberalismo conservador y centralista. Se impuso el sufragio censitario,
hubo una gran intervención de la Corona en la política y limitación de las libertades.
El nuevo régimen se apoyaba en los grupos poderosos, que aceptaban el nuevo orden liberal para frenar
al carlismo, pero que querían mantener intacto su poder social y alejar del poder a sectores
progresistas y populares.
b) La acción de gobierno
En los diez primeros años de la mayoría de Isabel II, se promulgó la Constitución de 1845 y la
soberanía compartida entre las Cortes y el rey.
Se firmó un Concordato con la Santa Sede (1851), que configuraba un Estado confesional.
Se realizaron reformas en la Hacienda, centralizando los impuestos del Estado (respetando los
derechos forales del País Vasco y Navarra). Se elaboró un Código penal (1851) y se creó la Guardia Civil
(1854).
5.2. Del Bienio Progresista (1854-1856) a la crisis del sistema isabelino
En 1854 triunfó un pronunciamiento militar, apoyado por progresistas y por moderados descontentos
que habían fundado la Unión Liberal (dirigida por el general O’Donnell).
Entre 1854-1856, los progresistas de Espartero intentaron restaurar los principios del régimen
constitucional de 1837, realizar reformas económicas (desamortización civil de Madoz) e impulsar el
ferrocarril.
La última etapa del reinado de Isabel II fue de alternancia en el poder entre los moderados y la Unión
Liberal. Se impulsó una política colonialista (Guerra de África).
En el interior, hubo una fuerte represión y autoritarismo. La oposición al régimen fue en aumento y
surgieron nuevos grupos políticos, los demócratas y los republicanos.
6. EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874)
En esos seis años se intentó instaurar un régimen democrático en España. Se trató de dejar atrás las
ideas liberales y adoptar principios democráticos: sufragio universal masculino, amplios derechos
políticos y reformas sociales para avanzar en la igualdad (reforma fiscal, enseñanza pública, etc.).
6.1. La Revolución de 1868
A partir de 1866 se produjo una grave crisis económica que, unida al desgaste político del régimen
isabelino, desencadenó una revolución contra la monarquía.
Los sublevados fueron aquellos grupos marginados del poder: unionistas, progresistas y demócratas.
El movimiento, encabezado por los militares Prim (progresista) y Serrano (unionista), estalló en 1868
con la sublevación de la escuadra del brigadier Topete en la bahía de Cádiz. La revolución triunfa e
Isabel II tuvo que marcharse al extranjero.
Se formó un gobierno provisional que impulsó un programa de reformas (se reconocen derechos
fundamentales, sufragio universal masculino, reforma de la enseñanza, etc.).
Finalmente, se eligieron unas nuevas Cortes, que aprobaron la Constitución de 1869, de carácter
democrático.
6.2. La monarquía democrática (1870-1873)
La Constitución de 1869 establecía la monarquía como forma de gobierno y hubo que buscar un rey
entre las dinastías europeas. El elegido fue Amadeo de Saboya.
Pero Amadeo contó siempre con la oposición de los moderados, los carlistas y la Iglesia, que se
mantuvieron fieles a los Borbones. Muchos demócratas se proclamaron republicanos.
Además, el nuevo rey tuvo que hacer frente al estallido de dos conflictos armados: una insurrección en
la isla de Cuba (1868) y una nueva guerra carlista, que se inició en 1872.
Amadeo de Saboya renunció al trono en febrero de 1873.
6.3. La Primera República (1873-1874)
Ante la abdicación del rey, las Cortes españolas votaron la proclamación de la República (1873).
La República nació con escasas posibilidades de éxito, aunque fue recibida con entusiasmo por los
sectores populares de las ciudades.
Los republicanos tenían un amplio programa de reformas sociales y se pretendió organizar el Estado de
forma federal.
Pero hubo de enfrentarse a gran número de problemas: las guerras carlista y cubana, la división entre
los propios republicanos (federalistas y centralistas), sublevaciones cantonalistas (Cartagena por
ejemplo) y las conspiraciones monárquicas (organizadas en torno al hijo de Isabel II, Alfonso).
En enero de 1874, un golpe de Estado protagonizado por el general Pavía disolvió las Cortes y entregó
la presidencia del ejecutivo al general Serrano. Se pretendía una república conservadora y
presidencialista, pero la sociedad prefería ya un régimen monárquico.
7. LA RESTAURACIÓN MONÁRQUICA (1874-1898)
A finales de 1874, el general Martínez Campos proclamó a Alfonso de Borbón (hijo de Isabel II) como
rey de España. La monarquía fue bien recibida por los sectores conservadores que esperaban recuperar
el control político y económico del Estado.
7.1. El sistema canovista
El sistema político configurado por Cánovas del Castillo tenía un carácter conservador y se
fundamentaba en un sistema parlamentario liberal, pero poco democrático.
Existían dos grandes partidos:
• El partido conservador era partidario del inmovilismo político, la defensa de la Iglesia y el orden
social.
• El partido liberal se mostraba inclinado a un reformismo de carácter más democrático, laico y
social.
Ambos partidos coincidían en lo esencial (ambos eran monárquicos, defienden la Constitución, la
propiedad privada, Estado centralista y uniforme).
La estabilidad del sistema se vio favorecida por la redacción de una nueva Constitución (1876), de
carácter moderado. También, el fin de la guerra carlista (1876) y de la insurrección cubana
contribuyó a esta estabilidad.
Ambos partidos se ponían de acuerdo para alternarse en el poder (turno pacífico), ya que las elecciones
estaban amañadas y se sabía el resultado de antemano (quien decidiese el rey para gobernar). Se
practicó el caciquismo (coacción, compra de votos, falsificación de datos, favoritismo, etc.).
7.2. Los nacionalismos
El afianzamiento de un Estado centralizado y uniformista provocó la emergencia de movimientos
nacionalistas:
• En Cataluña, la Renaixença, un movimiento que reivindicaba la lengua y la cultura catalanas, dio
paso al surgimiento de organizaciones políticas que pedían la autonomía.
• En el País Vasco, la abolición de los fueros, después de la derrota carlista, generó un movimiento
de protesta que culminó en la creación del Partido Nacionalista Vasco.
• En Galicia, el galleguismo se mantuvo durante muchos años como un movimiento cultural con pocas
repercusiones políticas.