Portada » Historia » La Península Ibérica desde la Prehistoria hasta la Baja Edad Media
La Prehistoria es el periodo más antiguo (1200000 a.C) en la península ibérica y se dividió en dos etapas donde hubo un gran proceso de hominización.
Empezamos hablando de la primera etapa, llamada Paleolítico (1400000-7000 a.C) donde la primera especie fue el Homo Antecessor el cual dejó yacimientos como el de Atapuerca. Estaban organizados en pequeños grupos de cazadores y recolectores, más tarde, se especializaron en cazadores con herramientas como los bifaces. Además, no tenían diferencias sociales y su densidad era muy baja, también dejaron pinturas cantábricas en el interior de las cuevas (Altamira) representando animales aislados.
La segunda etapa llamada Neolítico (VI-VIII milenio a.C) cambió con la llegada de pobladores del Próximo Oriente trayendo consigo sociedades productoras, se sedentarizaron y surgen nuevos útiles agrícolas (hoces) y la cerámica aumentando la producción. Surgen nuevas culturas como la de cerámica cardial y nos dejan pinturas levantinas en abrigos rocosos (Valltorta) representando escenas monocromas de animales y humanos.
Se conoce como pueblos prerromanos a las diferentes comunidades asentadas en la península ibérica durante la fase de la Edad de los Metales y se dividen en tres.
A partir del 750 a.C, llegan los primeros a la península, los fenicios, con una riqueza metalúrgica. Gadir fue su factoría principal dejando el uso del hierro, el salazón y la escritura alfabética.
Los griegos llegan en el 600 a.C al norte de la península (Gerona), su colonia más importante fue Emporion, dejándonos el cultivo de la vid y el olivo.
Los cartagineses procedentes de Cartago, no se sienten fenicios y forman Cartago Nova, más tarde también fundan Ibiza donde la familia Barca tiene el poder.
Tras la disolución del Imperio Romano, los cartagineses conquistaron la península ibérica en las guerras púnicas en el siglo III a.C y existen tres fases.
Tras su conquista, la península quedó unificada política y culturalmente. La romanización es un proceso de asimilación cultural de los modos de vida de los romanos por parte de los pueblos indígenas. Esto provocó:
En el 409, pueblos bárbaros entraron en Hispania sin dificultades por el declive del Imperio Romano. Como consecuencia, los visigodos llegan a la península como federados para expulsarlos y deciden quedarse e instalar su reino con la capital en Tolosa, poniendo fin al Imperio Romano (476).
Tras la derrota en Vouillé (507) a manos de los francos, los visigodos son expulsados de la Galia y establecieron Toledo como nueva capital. Para conseguir el poder absoluto deciden hacer varias decisiones como la unificación territorial que fue lograda por Leovigildo que expulsó a los suevos y bizantinos (585).
Religiosamente, Recaredo renuncia al arrianismo en el III concilio de Toledo (589), declarando el catolicismo como religión oficial. Se instauró una monarquía electiva, donde el rey contaba con la ayuda del Aula Regia y los concilios de Toledo (asambleas legislativas de obispos). Este carácter ejecutivo llevaba a luchas internas constantes, provocando la irrupción del Islam (711).
Los primeros núcleos de resistencia cristiana se formaron en la cordillera Cantábrica, que frenó en el 722 el avance musulmán en la Batalla de Covadonga, formándose el Reino astur-leonés, y en los Pirineos donde se produjo la desintegración de la Marca Hispánica tras la derrota de Carlo Magno.
La Reconquista se desarrolló en tres etapas:
Durante la Edad Media la Península sufrió una intensa fragmentación política consecuencia de la multiplicidad de núcleos cristianos de resistencia y el concepto patrimonialista del reino. Este proceso se revirtió en el siglo XII a partir de matrimonios que dieron origen a la Corona de Aragón (monarquía pactista) y a la Corona de Castilla (monarquía autoritaria).
La principal autoridad era el monarca que reinaba asesorado por el Consejo Real. No obstante, la autoridad del Rey estaba limitada por el poder de la nobleza y la Iglesia, y desde el siglo XIII las competencias de las Cortes.
En cuanto al Régimen señorial fue un modelo político y social basado en relaciones de dependencia personal (vasallaje) entre el Rey y sus súbditos. Estos guardaban lealtad y ayuda militar al Rey a cambio de entrega de latifundios con siervos. En ocasiones, el Monarca cedía competencias propias, el rey únicamente ejercía estas potestades en sus tierras.
Se dividían en tres estamentos determinados por nacimiento (nobleza, clero y pueblo llano). Había una desigualdad ante la ley donde la nobleza y el clero tenían privilegios a diferencia del pueblo llano.
En la baja Edad Media los reinos cristianos tienen una gran crisis demográfica y económica por las malas cosechas y tensiones sociales por la subida de impuestos a los campesinos por los nobles.
Respecto al poder de la monarquía:
Existían dos instituciones comunes: el Consejo Real que asesoraba al rey y las Cortes que representaban a los estamentos (nobleza, clero y pueblo llano). Además, cada reino contaba con organismos propios.
En cuanto a la ordenación de territorios, los reyes los dividían para su mejor gobierno, nombraban a los gobernadores que contaban con competencias fiscales y judiciales. En las ciudades gozaban de gobierno propio gracias a los privilegios recogidos en sus fueros.
Gracias al matrimonio entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón pudieron unificar la mayor parte de territorios de la Península Ibérica y crecer mucho más económicamente respecto al resto de territorios.