Portada » Historia » La Nueva Planta en la Corona de Aragón y el Despotismo Ilustrado
La finalización de la Guerra de Sucesión permitió una nueva organización de la monarquía en los reinos que habían resultado derrotados, la antigua Corona de Aragón. La abolición de los fueros en cada uno fue seguida del desmantelamiento de sus instituciones y de la implantación de una monarquía absoluta fuertemente centralizada.
Esta nueva forma de gobierno se articuló mediante los denominados decretos de Nueva Planta, que suprimieron el gobierno propio de cada uno de estos territorios. El primer decreto se promulgó en 1707 para los reinos de Aragón y Valencia e impuso una legislación e instituciones muy similares a las de Castilla. El segundo se promulgó en 1715 para el reino de Mallorca, que conservó algunas de sus instituciones tradicionales. En 1716 se publicó el tercero destinado a Cataluña.
Los territorios de la antigua Corona de Aragón se organizaron siguiendo el modelo de las instituciones castellanas, con algunas influencias francesas:
El territorio se organizó en 34 intendencias, que acabarían llamándose provincias, al frente de las cuales se encontraba un intendente. Estas divisiones frecuentemente conservaban sus raíces históricas (Galicia, Navarra, Aragón, Cataluña).
La centralización política y una unificación institucional se realizó a través de una serie de secretarías se encargaron de los asuntos de gobierno. Al frente un responsable directamente nombrado por el rey. La reunión de estos responsables de las secretarías constituía el gabinete.
Las Cortes perdieron poder y sus reuniones fueron escasas.
Los consejos se limitaron a funciones consultivas, a excepción del Consejo Supremo de Castilla, que actuaba como Tribunal Supremo.
La Ilustración fue una nueva corriente de pensamiento caracterizada por la utilización de la razón para la comprensión de la realidad. Sus ideas procedían de diversos autores. Tuvo unas características comunes, que vendrían a ser: predominio de la razón, autonomía del poder político, tolerancia religiosa, interés por las actividades productivas y valoración de la educación para el logro de la felicidad.
El reinado de Carlos III responde al modelo de Despotismo Ilustrado, mezcla de racionalidad y modernidad por un lado, y de inmovilismo y autoritarismo por otro. Se pretenden enriquecer el país, realizar cambios económicos, sin tocar el orden social. El gobierno de rey debe procurar el beneficio del pueblo pero sin contar con él. Su lema fue “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”. El monarca participa en las reformas internas del país, se rodea de un equipo de políticos reformistas.
Se limita el número de hidalgos y se declaran honestas las profesiones manuales y el comercio.
Se impulsa a la agricultura como eje del crecimiento económico.
Buscan aumentar la producción agraria y crear un mercado interior libre de trabas institucionales, para aumentar el beneficio de los agricultores. Fomentar la estabilidad social. Elevar los ingresos del Estado.
Como medio de financiación de la deuda del Estado, los primeros billetes de la Hª de España.
Se reforman las universidades, controladas por los jesuitas y se modifican los planes académicos.
Límites del reformismo: 1766 (el Motín de Esquilache)
Las reformas en las obras públicas buscan mejorar las vías de comunicación interior y aumentar la riqueza del país. Diseñan un plan radial de carreteras. Los canales de navegación y riego infraestructuras impulsadas por los reformistas ilustrados: se inicia la construcción del Canal Imperial de Aragón para el riego y se continua la construcción del Canal de Castilla (navegación y riego).