Portada » Lengua y literatura » La Novela Española de Posguerra (1939-1980): Tendencias, Autores y Obras
Las décadas de los 40 y 50 en España coinciden con la denominada “posguerra”, una época durísima no solo desde el punto de vista económico, sino también cultural. Paradójicamente, tras la derrota del eje fascista en la Segunda Guerra Mundial, el Franquismo no es arrastrado por ella sino que se convierte en aliado anticomunista de Estados Unidos en la guerra fría, lo que perpetuará el sistema. El panorama cultural era más bien desértico, dado que gran parte de la intelectualidad se había visto obligada a exiliarse y que la censura que imponía la Iglesia y el gobierno eran severas. No obstante, desde los férreos años 40 hasta los 60 se ve una progresiva apertura que permitirá la expresión más o menos crítica de sucesivas generaciones de autores.
Quizá haya que empezar hablando de la narrativa en el exilio, que se nutrió más de la nostalgia de la patria perdida y el dolor por la contienda que de la resistencia directa a Franco. Entre los muchos autores no podemos olvidar al imaginativo Max Aub, con su larga serie de los “Campos”, al longevo y gran especialista en cuentos Francisco Ayala (Los usurpadores) o al fecundo Ramón J. Sender, con su capacidad de indagación en la sociedad española (Réquiem por un campesino español o Crónica del alba).
Ya en España, la literatura siempre estuvo bajo sospecha. La censura directa, la autocensura de los autores y el miedo o imposibilidad de editar impidieron todo desarrollo normal de la narrativa. Al margen de los exitosos géneros de evasión (novela rosa, del oeste, tebeos y fotonovelas), dominaban el panorama autores realistas de ideología muy tradicional (Zunzunegui, Gironella, Sanchez Mazas…). Fue por ello un acontecimiento Nada, de Carmen Laforet, quien en 1942 plantea el conflicto existencial de una universitaria en un ambiente asfixiante de la Barcelona de posguerra.
Sin embargo, en estos años 40, iban a surgir tres grandes autores de importancia capital en todo el siglo XX.
A partir de los años 50 va a surgir una nueva generación de narradores, denominada “Generación del medio siglo”, “de los 50” o de “los niños de la guerra”, que se sienten algo más libres para expresar cierta crítica sobre la realidad social. Con una estética realista, influidos por la “nouveau roman” francesa y el conductismo norteamericano, van a dar lugar a los que se llamó el “realismo social”. Serán novelas donde el narrador desaparece y cede su papel a los personajes. De tramas intrascendentes, pero concentradas en el tiempo, su intención crítica se resume en poner el foco, como lo haría una cámara, en realidades marcadamente injustas.
Aunque difíciles de distinguir en la práctica, se suele hablar de dos corrientes dentro de esta escuela.