Portada » Español » La novela después de la Guerra Civil
Federico GL muestra en su teatro las mismas obsesiones que nutrían su poesía: el destino trágico, el amor imposible, la frustración y la muerte. A pesar de tratarse de un teatro poético, no suele recurrir al verso. Lorca consideraba que en el teatro español clásico residían valores educativos que debían transmitirse a las personas del campo, por ello, junto con otros idealistas, fundó un grupo teatral, La Barraca, con el que recorríó la España rural representando a Cervantes, Lope o Calderón. Escribe farsas para ser representadas con guiñol (Retablillo de don Cristóbal)
Y por actores de carne y hueso (La zapatera prodigiosa)
. Sus dramas tienen una calidad literaria enorme. Con Mariana Pineda recupera la figura de una mujer que fue ejecutada en el Siglo XIX por sus ideales liberales y Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores donde nos presenta la destrucción paulatina de una mujer abandonada por su novio que se niega a reconocer la situación y se convierte en la mofa y compasión del pueblo. Aunque la gran aportación del teatro lorquiano son sus tragedias en las que el destino fatal de sus personajes viene como consecuencia de las entrañas y el subconsciente de los propios personajes.
Bodas de sangre muestra cómo, en el día de su boda, la novia se fuga con un antiguo novio, Leonardo. El marido les encuentra y los dos hombres se baten en duelo y mueren a navajazos. Mezcla verso y prosa y elementos verosímiles como fantásticos, como, por ejemplo, poniendo a la luna como uno de los personajes. En Yerma se presenta la angustia de una mujer casada que anhela con todas sus fuerzas ser madre, pero no puede. En La casa de Bernarda Alba, tras la muerte de su segundo marido, Bernarda impone a sus cinco hijas un luto riguroso que las aísla del mundo. El conflicto entre las hermanas por Pepe el Romano provoca la desgracia en la familia. Los temas centrales de la obra son la moral hipócrita en la que tienen más valor las apariencias que la verdad, la opresión y la negación de los derechos de una persona por luchas por sus deseos y ambiciones. Fuera de la tragedia, El público desarrolla un teatro surrealista difícil de comprender para los espectadores marcado por sus viejas obsesiones que marcan toda su obra literaria. Es incuestionable afirmar que el teatro español de preguerra hubiera sido mucho más productivo e interesante si los empresarios se hubieran atrevido a invertir en la representación de obras como Tres sombreros de copa de Miguel Miura en 1932, que fue la precursora del teatro del absurdo que triunfaría posteriormente en Europa y no sería hasta el año 1952 que se representaría por primera vez. No obstante, en el momento de su publicación, el público no estaba preparado para apreciar y aceptar la innovación y el riesgo artístico que tenía ganas de salir y el criterio comercial se impuso al artístico lastrando el teatro español y condenando a la repetición y vulgaridad en diversas ocasiones.
La evolución del teatro español, como la de los géneros narrativo y lírico, estuvo determinada por la Guerra Civil y sus consecuencias. Durante la contienda se desarrollaron distintas orientaciones gramáticas en la zona nacional y en la republicana. A partir de 1939, el panorama escénico quedó marcado por el exilio de autores como Max Aub, Rafael Alberti o Pedro Salinas, y por la desaparición de dramaturgos que murieron durante estos años como Lorca, Valle-Inclán o Unamuno. Por otro lado, el conservadurismo imperante impide que triunfen en España las obras que no se adapten a los modelos convencionales, salvo alguna excepción.
años de posguerra, la escena española estuvo dominada por un teatro “nacional”, al servicio de la dictadura marcado por la censura y una calidad artística mediocre. Predominaron diversas tendencias, pero las dos líneas dramáticas que triunfaban en los escenarios eran la comedia burguesa y el teatro de humor que tenían como rasgo común la evasión de la realidad de la época. Mientras, los dramaturgos exiliados como Rafael Alberti con Noche de guerra en el museo del Prado o Alejandro Casona: La dama del Alba, siguen escribiendo teatro, aunque apenas tuvieron posibilidades de llevarlo a escena.
subgénero heredero del teatro benaventino de preguerra y se caracteriza por la perfecta construcción de las obras y por su intranscendencia, con dosis de humor, ternura y amabilidad. Se desarrolla en espacios lujosos, donde personajes de la burguésía viven conflictos personales que se tratan de manera superficial y suelen tener un final feliz. Se evitan los conflictos sociales y políticos y tan sólo se realiza una crítica moderada. Existe una preocupación por la obra bien hecha, se cuidan los diálogos y se construye la trama con gran habilidad. Destaca Joaquín Calvo Sotelo con La muralla.
Este subgénero supone una vía de escape para los dramaturgos para sobrellevar la dureza implacable de la posguerra. Se basa en situaciones inverosímiles y se podría considerar como la continuación del astracán iniciado por Pedro Muñoz Seca. Estas obras buscaban la carcajada fácil a través de juegos de palabras astutos y chistes. Dentro de esta tendencia destacan 2: Enrique Jardiel Poncela(de los pocos dramaturgos de posguerra que estrena con regularidad siendo capaz de despertar el interés y entusiasmo de los públicos más exigentes y jóvenes. Desde 1939, que estrena Carló Monte en Montecarlo, hasta su última comedia, Los tigres escondidos en la alcoba, será el autor de moda) y Miguel Mihura (Su 1 y mejor obra, Tres sombreros de copa (1932), no fue comprendida en su época, por lo que tuvo que ser estrenada veinte años después. Todo el teatro posterior de Mihura está por debajo de lo que supuso su primera obra. El autor tendrá que limitar su asombrosa imaginación y someter su inconformismo a la mentalidad conformista de su público. Pese a sus limitaciones, es la primera figura del teatro cómico de posguerra, por su habilidad para elaborar tramas, su manejo de recursos escénicos y diálogos junto a su gran humor, imaginación y ternura. Una de sus comedias más representativas es Ni pobre ni rico sino todo lo contrario).
Durante los años 50 y 60 se desarrolla en España un tipo de teatro que trata de reflejar la realidad social tal y como ésta se presenta cotidianamente, con una clara finalidad de denuncia. En el aspecto formal es un teatro poco innovador, puesto que su interés está en el contenido y el mensaje más que en la forma. Cuida la evolución psicológica de los personajes y busca la identificación del público con ellos. Se trata de un teatro comprometido que prescinde de fantasías e idealizaciones. Denuncia las duras condiciones de trabajo, las injusticias sociales. Evidentemente, este tipo de teatro se las ve frecuentemente con la censura, ya que el régimen de Franco no tolera las críticas. Además, el público conservador no admite novedades, con lo que el teatro se desarrolla en clara inferioridad frente al teatro comercial de carácter cómico. Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre son los dos autores más importantes de posguerra y, por supuesto, del Realismo social.
Antonio Buero Vallejo señala el inicio de un nuevo teatro. Para el dramaturgo la tragedia se concibe como el medio para incitar al individuo a luchar para superar sus errores y su dolor. El tema que predomina es la búsqueda de la verdad, de la esperanza perdida para para otorgarle al ser humano una razón de vivir. En su obra se distinguir 3 etapas: Etapa existencial (reflexión sobre la condición humana): En Historia de una escalera de 1949. La obra refleja un mundo gris donde las frustraciones se repiten, no sólo por el peso del medio social sino también por la debilidad personal. En 1950 escribe En la ardiente oscuridad.
Teatro social (denuncias de injusticias que atañen a la sociedad):
Un soñador para un pueblo, El concierto de San Ovidio que denuncia la explotación de un grupo de ciegos en el París de los años previos a la Revolución francesa;
El tragaluz está centrada en unos personajes marcados inexorablemente por la Guerra Civil. Etapa de innovaciones: Quizá la novedad técnica más llamativa es lo que se han denominado “efectos de inmersión”, corporeización escénica de sueños o visión de la escena por parte del espectador a través de los personajes. Obras a destacar:
El sueño de la razón, Llegada de los dioses, La fundación, en la que nos encontramos en un lujoso lugar que resulta ser la celda de una prisión con cinco condenados a muerte; La denotación que es un drama histórico centrado en la figura de Larra.
Alfonso Sastre se dedica plenamente al teatro comprometido y de protesta. La censura y la falta de interés comercial han ocasionado que muchas de sus obras no se hayan representado en grandes escenarios. El teatro trágico de Sastre contrasta con el tono esperanzador de Buero Vallejo, puesto que en sus obras el individuo sale siempre mal parado. Este dramaturgo concibe el teatro como una misión de transformar la sociedad injusta en la que vive el ser humano. Algunas de sus obras más representativas son Escuadra hacia la muerte y La mordaza.
A partir de 1965 comienza una auténtica revolución en el panorama teatral español: aparición de nuevos autores que trataron de superar el Realismo crítico de la generación anterior, y la aparición de nuevos grupos teatrales (teatros independientes) que tratan de superar el modo clásico de representación mediante el montaje de espectáculos o representaciones.Dentro del teatro comercial, siguen triunfando las comedias de Mihura entre otros. Sobresalen autores nuevos como Antonio Gala, que en 1963 estrena su primera comedia, Los verdes campos del Edén.
Durante los años 70 goza del favor del público con obras como Anillos para una dama, Las cítaras colgadas de los árboles y Por qué corres, Ulises.
Esta nueva tendencia destaca por la experimentación. Como con la narrativa y la poesía, los nuevos autores consideran acabado el Realismo social y buscan nuevas propuestas que se caracterizan por su oposición estética a los “realistas”, aunque en bastantes ocasiones las obras tampoco están exentas de crítica social. Muchas de estas obras no encontraron facilidades para ser representados, o por problemas con la censura, o porque sus audacias formales no encontraron fácil eco en el público. Se habla de “teatro soterrado”, “teatro del silencio”, “Teatro ‘underground’, “teatro vanguardista”. Dentro de esta línea el autor que más destaca es Fernando Arrabal.
Imaginación, elementos surrealistas, lenguaje infantil, ruptura con la lógica son las carácterísticas del primer conjunto de las obras de Arrabal: por ejemplo, El triciclo de 1953.Exiliado en Francia desde 1955, sus obras pretenden ser un teatro total que exalta la libertad creadora y persigue la provocación y el escándalo del espectador. También destacan obras como Pic-Nic y El cementerio de automóviles.
GRUPOS TEATRO INDEPENDIENTE serie de grupos que viven al margen de los límites establecidos en el mundo del espectáculo. Son personas dedicadas al teatro que frecuentemente están organizadas en cooperativas que escriben y montan sus propias obras. Prueba de la importancia de este teatro experimental e independiente en la actualidad son la abundancia de grupos existentes, algunos de los cuales reciben ayuda económica oficial, mientras que otros desaparecieron después del año 75 y de la muerte de Franco. Su trabajo responde a un mismo deseo: alejarse del teatro burgués comercial y renovar el contacto de la obra y los actores con el espectador. Entre los grupos de teatro independiente que encontramos entre 1965-1978 están Esperpento, La Tabla, Las Marismas, La Araña, entre otros.
Finalizada la dictadura y eliminada la censura parecía abrirse una etapa prometedora para el teatro. Pero, por el contrario, ha sido en estos años cuando la crisis del teatro español se ha hecho más evidente.Un importante fenómeno del teatro español posterior a 1975 ha sido la creación de instituciones teatrales que dependen de instancias oficiales, tanto del Estado como de las comunidades autónomas o municipios. Así, en 1978 se creó el Centro Dramático Nacional y posteriormente El Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas y la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
Francisco Nieva es probablemente el más importante de los dramaturgos experimentales de la segunda mitad de siglo. Aunque escribe obras de teatro desde los años cincuenta, no las ve representadas de forma regular hasta después de la muerte de Franco. Su teatro va a caminar por la senda de lo surrealista, lo onírico, lo fantástico y lo imaginativo. El propio dramaturgo ha subdividido su obra en “teatro de crónica y estampa”, “teatro de farsa y calamidad” y “teatro furioso”. Al primer grupo pertenecen obras de estética más realista. En Las obras del segundo grupo se da más importancia a lo irracional e imaginativo. Finalmente, el “teatro furioso” extremará los rasgos de libertad imaginativa y ruptura de todo corsé teatral preestablecido. Se trata de que se produzca de forma plena la liberación del subconsciente. Al “teatro furioso” pertenecerían obras como Pelo de tormenta, Nosferatu o El baile de los ardientes de 1990. Otros autores de esta época son José Sanchís Sinisterra con ¡Ay, Carmela!, José Luis Alonso de Santos con Bajarse al moro ;
Las bicicletas son para el verano;
Paloma Pedrero con Besos de lobo, Ignacio Amestoy, Cierra bien la puerta.
GV deja devastado y aislado al país en lo político, social y cultural. La cultura resulta muy afectada porque la mayoría de los autores eran republicanos. Tras el conflicto, el grupo del 27 se disuelve. Con la muerte de Lorca, los demás poetas deben elegir entre el exilio interior y el exterior. El exilio llevará a la poesía de Pedro Salinas a la nostalgia y a temas de una profunda espiritualidad (El contemplado). Rafael Alberti se abrirá a tendencias más variadas y, durante un tiempo, se centrará en la poesía social (El poeta en la calle). Luis Cernuda expresa su nostalgia y su decepción. El optimismo de Guillén en Cántico se convierte en un Clamor contra la miseria, la guerra y la muerte.
En década 40 la situación de España era de una miseria extremas. En medio del aislamiento social, el hambre y la represión política y cultural debemos situar diferentes tendencias dentro de la lírica y autores representativos como Miguel Hernández. Su obra parte de la uníón entre la poesía pura, vanguardia, tradición popular y clasicismo que fomenta la Generación del 27, pero pronto encuentra su propio camino literario. Su estilo se caracteriza por gozar de una técnica depurada y un sentimiento arrebatado y sincero.
El rayo que no cesa es un conjunto de poemas, casi todos sonetos amorosos, fuertemente influidos por clásicos.
El hombre acecha es un libro lleno de amargura, en el que se presiente la derrota de los valores políticos y sociales que el autor defiende. En Cancionero y romancero de ausencias, al dolor del poeta por la derrota y por la cárcel se le suma la muerte de su primer hijo y la situación de pobreza que afrontan su mujer y su otro hijo. Los poetas de ideología más simpatizante con el falangismo constituyen una corriente que suele denominarse poesía arraigada o formalismo, dan mucha importancia a la forma del poema y recurren a la métrica clásica. Publican en las revistas Escorial y Garcilaso. Su poesía aborda temas como el amor, patria o religión.
Luis rosales es uno de los autores de esta tendencia y su poesía evoluciona hacia el versículo con ciertas influencias surrealistas como se aprecia en la obra La casa encendida.
A mediados de los 40 surge el grupo Cántico, formado por poetas como Pablo García Baena, intentan retomar la poesía pura y la senda de la Generación del 27. Paralelamente, un grupo de pintores y poetas elaboran el manifiesto del postismo con el objetivo de recuperar el espíritu del Surrealismo y la irracionalidad. Frente a esta poesía se escribirá otra, atormentada, cargada de angustia, de contenidos existencialistas, a la que se le conoce como poesía desarraigada, que aparecerá en la revista Espadaña. Su principal iniciador es Dámaso Alonso, miembro también de la Generación del 27. En Hijos de la ira la poesía se convierte en el medio por el que el ser humano expresa su dolor. Destaca por tener un léxico coloquial y extremadamente violento además de metáforas agresivas mediante las cuales transmite toda la angustia del absurdo de la vida, de la maldad del hombre, miedo a la soledad y a la muerte.
Muchos de los poetas que comienzan escribiendo poesía existencial sienten la necesidad de dar el paso del yo al nosotros, de sustituir las quejas ante el absurdo de la vida por la denuncia de las injusticias sociales. Blas de Otero se convierte en una de las voces imprescindibles de la poesía desarraigada. En Ángel fieramente humano un Dios lejano y oscuro, al que el poeta grita en busca de consuelo, responde con silencio, porque el sufrimiento humano le resulta indiferente. En Pido la paz y la palabra los problemas existenciales, sin llegar a desaparecer, son sustituidos por otros asuntos: la denuncia de la injusticia y de la ausencia de libertad, la invitación a la solidaridad, la esperanza en el ser humano para solucionar sus propios problemas sin necesidad de Dios. El léxico de Gabriel Celaya es especialmente vehemente, agresivo, violento. Aplica a los temas existenciales y sociales la fuerza del Surrealismo en Tranquilamente hablando. José Hierro es un poeta tan original que resulta muy difícil de clasificar, Su poesía se caracteriza por utilizar el verso cortado e innumerables encabalgamientos. Crea dos subgéneros poéticos: el reportaje que tiende a la narración, contiene historias cotidianas, es racional y realista y la alucinación que se caracteriza por ser irracional, sonámbula y visionaria. En Tierra sin nosotros predominan los temas existenciales; en Cuanto sé de mí estos problemas se proyectan sobre la colectividad de los hombres y se desarrolla el tema social. Aparece un grupo de autores nacidos a partir de 1925 conocido como el Grupo de los 50. Uno de los autores más representativos es Ángel González en Tratado de urbanismo mantiene el compromiso social, pero se inclina por el humor corrosivo y por la ironía, que manifiestan el desencanto y la crítica ante el franquismo. Son muy recurrentes en sus poemas los juegos de palabras, el prosaísmo y el tono conversacional. Representa una poesía social que no renuncia a la belleza, ni al humor, ni al sarcasmo, que inspecciona dentro de la propia conciencia y que deja espacio a lo personal y lo familiar.Aunque la poesía social perdura hasta mediados de la década de los 60, a finales de los 50 surge un grupo de autores que empieza a replantearse que la línea comprometida está empezando a agotarse y optan por una poesía con un tono intimista y autobiográfico. Dentro de este grupo encontramos autores como Jaime Gil de Biedma, Ángel González o José Ángel Valente. No se puede decir que estos autores formen un grupo homogéneo como tal, pero sí comparten ciertos rasgos en sus obras donde se observa una preocupación por el ser humano, un predominio de la forma sobre el contenido y el empleo de técnicas vanguardistas, en especial el Surrealismo.
Los Novísimos, o Generación del 70, toman su nombre de una antología de José María Castellet: Nueve novísimos poetas españoles. Nunca formaron un grupo como tal, aunque compartían la idea de que la poesía debía buscar la creatividad y la originalidad y alejarse del tono conversacional que según ellos derivaba en una falta de calidad y de técnica. Miran con desconfianza la poesía de posguerra y se remontan a otras tendencias anteriores para usarlas como modelo. A menudo emplean en sus obras la metapoesía, esto es la poesía para hablar de poesía. Reciben influencia de la música rock y pop, del cómic, del cine…Autores como Ana María Moix o Leopoldo María Panero, exhiben sus conocimientos culturales.
En los años 80 y 90 surgen tantas líneas poéticas que resulta imposible cuantificarlas o clasificar en ellas a los distintos autores que, además, suelen resistirse a ser encasillados. Los poetas de esta etapa muestran una tendencia a la poesía intimista, centrada en el yo poético, por ello se conoce esta nueva época como poesía de la experiencia. Aunque también reciben otras denominaciones como poesía neorromántica, nueva sentimentalidad…
Los poetas más representativos de esta tendencia son Luis García Montero, Ana Rossetti o Luis Alberto de Cuenca entre otros. Estos autores buscan la esencia poética en la vida cotidiana. Emplean un lenguaje y un estilo sencillo y natural para facilitar el acceso al lector común. Los temas son asuntos verosímiles y realistas que afectan al individuo moderno y muestran experiencias tan cotidianas como ir al bar, estar con los amigos o incluso ver una película.
La década de los 90 y comienzos del Siglo XXI están marcados por una variedad de corrientes poéticas marcadas por la convivencia de diversas sensibilidades poéticas sin que prevalezca ninguna sobre las demás. Numerosos autores desarrollan su obra al margen de las tendencias y otros van evolucionando de una corriente a otra. Frente a la poesía de la experiencia mencionada anteriormente tenemos en contraposición la poesía de la diferencia que defiende la pluralidad de estilos y discursos poéticos con el fin común de restaurar la poesía en el ámbito público y el retorno a un sentido de compromiso. Dentro de las múltiples tendencias destaca la poesía de la conciencia, en la que los autores expresan un fuerte compromiso ideológico, ya que consideran el mundo actual inhabitable y estiman la poesía como el mecanismo para cambiar la situación. El poeta debe permanecer alerta ante los problemas asociados al capitalismo.
En el Siglo XX tienen lugar dos hechos históricos en España sin precedentes, la Guerra Civil y la Dictadura franquista que proporcionaron por un lado una de las generaciones de autores más exitosa y prometedora de nuestra literatura, como la del 27, pero por el otro, sumieron a España a un aislamiento social y cultural. Con la llegada de la Democracia el país abre sus puertas al exterior y entra en contacto con una variedad de tendencias muy amplia y diversas que marcará la producción literaria de las décadas posteriores.