Portada » Español » La literatura medieval española: características y géneros
La cosmovisión medieval está marcada por el teocentrismo: la importancia de la duales, cuyo fin último es la salvación del alma. Así, buena parte del arte y la cultura religión como eje que vertebra la vida social y que da sentido a las existencias divide la época (el arte románico y el arte gótico; el canto gregoriano; las Cantigas de Santa María, compuestas o compiladas por Alfonso X el Sabio; las distintas manifestaciones de la polifonía religiosa medieval; el mester de clerecía…) llevarán la impronta del cristianismo. La religiosidad es, además, un rasgo característico de los personajes que, desde la literatura, se proponen como modelos para la comunidad: el Cid Campeador o el caballero Zifar, ambos protagonistas de destacadas obras de la narrativa medieval.
Las peculiaridades del mundo medieval determinan una serie de rasgos compartidos que se aprecian en buena parte de la literatura de este periodo:
En los siglos xa x, la lírica popular europea adopta distintas expresiones surgidas a partir de un sustrato folclórico común: las jarchas, las cantigas d’amigo y los villancicos en la península ibérica; los refrains y las chansons de toile francesas, y las frauenlieder alemanas. Todas ellas constituyen la llamada canción de mujer. La canción de mujer constituye la principal manifestación de la lírica popular durante la Edad Media en Europa occidental. Estos textos presentan algunos rasgos comunes: se trata de poemas líricos anónimos, cantados por el pueblo y de transmisión oral. Por lo general, son de temática amorosa y el yo poético es una joven enamorada.
El primer vestigio conocido de poesía lírica en una lengua románica son las jarchas, cancioncillas compuestas en mozárabe, que los poetas cultos insertaban al final de composiciones escritas en hebreo o árabe clásico llamadas moaxajas. El tema de las jarchas consiste en una queja amorosa, puesta en boca de una voz femenina, que se dirige, a menudo, a un confidente por lo general, la madre o las hermanas – para expresar su sufrimiento por la ausencia, la enfermedad o la partida del amado. Este es designado con el arabismo habib (o habibi). Respecto a la métrica, predominan las jarchas de cuatro versos hexasílabos u octosílabos con rima consonante en los versos pares, aunque las hay con otras estructuras.
y los autores cultos Las canciones de mujer se recogieron por escrito tardíamente, cuando los autores cultos empezaron a valorar la poesía y la música tradicionales. Por ello, amenudo, no es posible distinguir si los poemas que se conservan son cantares populares auténticos o reelaboraciones de textos preexistentes realizadas por poetas cultos.
Constituyen el género característico de la lírica galaico portuguesa de tipo popular. muchacha Como las jarchas, se trata de composiciones amorosas en las que una expresa su pesar por el alejamiento o el olvido del amado (amigo). Presentan, sin embargo, algunas particularidades: Presencia de elementos de la naturaleza. El yo poético de las cantigas interpela a las olas, a los pinos, a los ciervos…, sobre los que proyecta simbólicamente sus sentimientos. Estructura. Los poemas constan de una sucesión de estrofas rematadas por un estribillo y construidas a partir de dos procedimientos retóricos: el paralelismo y el leixa-pren o encadenamiento, que consiste en la repetición al principio de una estrofa del final de otra estrofa anterior.
La poesía épica un poema épico o epopeya es un texto literario que narra en verso las hazañas de un héroe. La mayoría de las grandes civilizaciones han desarrollado en sus inicios una poesia épica. En ella se inscriben las obras fundamentales de la literatura mesopotámica y la literatura sánscrita (Mahabarata, fijada por escrito en el siglo iv d. C.), y los dos textos fundacionales de la literatura griega y de la tradición literaria occidental: la Ilíada y la Odisea, de Homero (siglo VIII a. C.). Todas estas manifestaciones de la épica presentan rasgos comunes: Oralidad. Las epopeyas se difunden por medio del canto o la recitación pública, con frecuencia, se trata de poemas de autores cultos que reelaboran un material legendario anterior y que no coinciden necesariamente con los «profesionales, encargados de transmitir el texto. Estos han recibido diferentes nombres según la época y el ámbito geográfico: aedos, rapsodas, juglares… Exaltación del héroe. El protagonista es un guerrero que representa los valores de una comunidad del grupo o los estamentos dominantes, en realidad y que se identificación ofrece como modelo de conducta. Se pretende, pues, establecer una ideológica entre el héroe y el auditorio, con el fin de afianzar su conciencia o la identidad nacional. Recreación de un mundo aguerrido y violento. Estos poemas surgen, en general, en los periodos de expansión bélica de una comunidad. En ellos imperan, por lo tanto, cualidades como el valor, la fuerza, la determinación, la astucia y la lealtad. Carácter legendario. Los poemas épicos presentan, con frecuencia, un remoto trasfondo histórico. Sobre este sustrato, mediante un proceso de fabulación o de deformación que comporta casi siempre la adición de elementos fantásticos o maravillosos, se configura una leyenda, que sirve de base para el poema épico. La épica medieval europea. La poesía épica resurge en Europa durante la Edad Media, con dos áreas o focos de desarrollo: la épica germánica y la épica románica.
A ella pertenecen obras como el Beowulf anglosajón (siglo x), las sagas y los edda islandeses y escandinavos (siglos IX-XIII), y el Cantar de los nibelungos alemán (siglo XIII). Comparten elementos comunes, como el combate del héroe con un monstruo o un gigante. Así, Beowulf luchará contra el ogro Grendel y contra un dragón; Égil el Manco-protagonista de la saga islandesa que lleva su nombre-, contra un gigante; y el héroe Sigfrido, en el Cantar de los nibelungos, contra el dragón Fafner.
Se diferencian a su vez dos ramas, la épica francesa y la épica castellana:
Solo una minima parte de los cantares de gesta castellanos ha llegado hasta nosotros: el Contor de Mio Cid, casi integro (3730 versos); un centenar de versos del Cantor de Roncesvalles; y fragmentos de las Mocedades de Rodrigo (1164 versos). El verismo (impresión de realidad) de la épica castellana permitió que los cantares se utilizaran como fuentes para las crónicas. Así, en la Estoria de España, de Alfonso X. Se han rastreado refundiciones en prosa de otros poemas: Contor de Sancho Il y el cerco de Zamora. Cuenta, entre otros acontecimientos,
el asesinato de Sancho Il de Castilla, instigado tal vez por su hermano Alfonso VI, rey de León, que heredó el trono castellano a la muerte de aquel. Cantar de los siete infantes de Lara (o de Salas). Relata una violenta espiral de asesinatos y venganzas entre dos familias castellanas a finales del siglo x.
El protagonista del Contar o Poema de Mio Cid, Rodrigo Díaz de Vivar, es un personaje histórico que vivió en la segunda mitad del siglo xi (h. 1044-1099). Casado con Jimena Díaz, tuvo tres hijos (María, Cristina y Diego), fue desterrado dos veces por Alfonso VI y conquistó Valencia a los musulmanes. Sobre esta base histórica, el autor recrea algunos sucesos e inventa otros (por ejemplo, todo el tercer cantar), pero a diferencia de otros poemas europeos, el cantar castellano se caracteriza por su verosimilitud, basada en la inexistencia de sucesos sobrenaturales y en las referencias concretas a una geografía real.
En el Cantar de Mio Cid se reconocen dos líneas temáticas fundamentales: la honra y el ascenso social. La honra. Se entiende a la vez como rango social, hacienda y reputación. El eje en una doble vertiente: pública (la caída en desgracia ante el rey por falsas del poema sería, en concreto, la pérdida y la recuperación de la honra del héroe, Rodrigo recupera la honra gracias a sus victorias militares; en el segundo, por acusaciones) y privada o familiar (tras la afrenta de Corpes). En el primer caso, medio del riepto presidido por Alfonso VI. en. El enfrentamiento entre la baja y la alta nobleza’. Rodrigo Díaz de Vivar fue un infanzón castellano, cuya posición dependía de los botines y las conquistas e batalla. En cambio, los infantes de Carrión eran hijos de unos condes leoneses, linaje, y por cuya preeminencia social estaba garantizada por su pertenencia a un sus feudos o posesiones hereditarias. La recuperación de la honra queda sancionada, en las dos ocasiones, por unos matri final, la consideración social del Cid se halla en su punto más alto, y ha superado la monios promovidos por el rey, que suponen el ascenso social del protagonista. Al posición de sus antagonistas, demostrando que las obras son más importantes que el origen.
Los primeros romances nacieron, probablemente, de la fragmentación de épicos a principios del siglo xiv. Los pasajes más atractivos eran entonados por los juglares o transmitidos de generación en generación, permaneciendo así en la memoria colectiva. Sobre este molde estructural se vertieron, más tarde, argumentos diversos. Debido a su transmisión oral, existen a menudo variantes o versiones de un mismo romance. No será hasta finales del siglo xv cuando se recojan por escrito y se recopilen en colecciones denominadas romanceros. Recibe el nombre de Romancero viejo el conjunto de romances tradicionales de autor anónimo. A finales del siglo XVI, los autores cultos (Lope de Vega, Góngora, Quevedo…) comenzaron a escribir romances originales, que constituyen el Romancero nuevo.
Aunque existen distintas categorizaciones, los romances pueden englobarse bloques: históricos o noticieros, literarios, y novelescos o de invención.
Recrean acontecimientos históricos. Los más importantes son los romances fronterizos, que tratan sobre los conflictos que se produjeron en la frontera entre los reinos cristianos y al-Ándalus durante los siglos XIV y xv: Romance del cerco de Baeza, Romance del moro de Antequera, Romance de la pérdida de Alhama…
Se inspiran en textos anteriores: poemas épicos, crónicas, ficciones caballerescas… Pueden agruparse en diversos ciclos.
En una versión distinta a la del Cantar de Roldán, Bernardo del Carpio, Bernardo hijo de un conde y de la hermana del rey astur Alfonso II, es quien del Carpio derrota a Roldán y a las tropas de Carlomagno en Roncesvalles. Tienen como protagonista a Roldán -héroe del Cantar de Roldán francés-, a su esposa doña Alda y a los caballeros del ejército de Carlomagno que murieron en Roncesvalles, como Guarinos, Beltrán o Montesinos.
Narran las aventuras del Cid a partir de episodios del Cantar de Mio Cid, las Mocedades del Cid y del supuesto Cantar de Sancho II. Romances de En una versión distinta a la del Cantar de Roldán, Bernardo del Carpio, Bernardo hijo de un conde y de la hermana del rey astur Alfonso II, es quien del Carpio derrota a Roldán y a las tropas de Carlomagno en Roncesvalles. Tienen como protagonista a Roldán -héroe del Cantar de Roldán francés-, a su esposa doña Alda y a los caballeros del ejército de Carlomagno que murieron en Roncesvalles, como Guarinos, Beltrán o Montesinos. El último rey visigodo, Rodrigo, se enamora de Florinda la Cava tras verla
desnuda. La joven se niega a mantener relaciones con el monarca y este la viola. En venganza, el conde don Julián, padre de la doncella y gobernador de Ceuta, facilita el desembarco a las tropas árabes en la Península. Están protagonizados por personajes relacionados con el legendario rey Arturo, como Tristán o Lanzarote. Romances novelescos o romances de invención
Personajes: Aunque todos los personajes de La Celestina tienen antecedentes literarios, los autores recrean tales arquetipos de manera original. Dos aspectos resultan radical. personajes de baja condición social, y la evolución de algunos de ellos a lo largo de la obra, mente novedosos: la atención y el trato singularizado que reciben los circunstancia que les aporta verosimilitud psicológica. margi. Los personajes de La Celestina, procedentes de muy distinta extracción, se organizan en tres grupos mundo de los señores, el mundo de los criados y mundo nal entre los que existen relaciones fluidas, pero profundamente conflictivas. EL MUNDO DE LOS SEÑORES A este grupo pertenecen Calisto y Melibea, la pareja de amantes, y Pleberio y Alisa, padres de Melibea. Calisto Melibea Pleberio y Alisa Sempronio Pármeno Es un noble ocioso, esclavo de sus pasiones, impaciente e indiscreto. Se muestra obsesionado por alcanzar la unión carnal con Melibea. Sus palabras grandilocuentes y su comportamiento desordenado constituyen. En él se inscriben Sempronio y Pármeno, Tristán y Sosia (los nuevos criados de Calisto), y Lucrecia (criada y confidente de Melibea, y prima de Elicia). Celestina una parodia del amor cortés, por lo que a veces resulta un personaje ridículo. Elicia y Areúsa Calisto, Su perfil moral es menos negativo, pues ama en cuerpo y alma a como demuestra su reacción tras la muerte del caballero. Joven, hermosa, enérgica y apasionada, su evolución desde el rechazo inicial hasta el enamoramiento se explica por la intervención de la magia y por la capacidad persuasiva de Celestina, aunque quizá está enamorada desde un principio. Los padres de Melibea solo cobran importancia en el último tramo de la obra, en particular cuando, en el sombrío planto final, Pleberio parece erigirse en portavoz de la visión del mundo del autor. EL MUNDO DE LOS CRIADOS Lejos del arquetipo de criado servicial, da muestras desde el principio de desprecio hacia su amo. Se trata de un personaje contradictorio, violento y débil, a quien pierde finalmente la codicia. EL MUNDO MARGINAL: PROSTITUTAS Y RUFIANES Al mundo marginal pertenecen Celestina y sus pupilas, las prostitutas Elicia y Areúsa. Aunque solo aparece en los doce primeros actos, se sitúa en el centro del entramado argumental de la obra. Brillante e inteligente, posee una marcada voluntad de dominio sobre el resto de personajes. Otros rasgos de su carácter son la perspicacia, que le permite tender sus trampas con éxito, la hipocresía con la que se relaciona con el resto del mundo, el orgullo profesional o su resistencia a aceptar el paso del tiempo. La aparente seguridad de la alcahueta se resquebraja en ocasiones, como demuestran algunos de sus monólogos. Adolescente avergonzado de sus orígenes (su madre fue prostituta y bruja), guarda en principio lealtad a Calisto, pero Celestina lo corrompe ofreciéndole a Areúsa. Su evolución hace de él uno de los personajes más complejos y atractivos de la obra. Son las discípulas d