Portada » Historia » La Guerra Hispano-Estadounidense y sus consecuencias
A finales del siglo XIX, las pocas colonias que le quedaban al imperio español estaban en juego en el proceso histórico del neocolonialismo. Potencias como Alemania, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos se disputaban el control de estos territorios. España, debido a su retraso industrial y militar, no pertenecía a ninguno de los bloques de las grandes potencias imperialistas.
El conflicto hispano-estadounidense tuvo varios antecedentes, principalmente los diferentes intentos de liberación de Cuba. Desde 1878, la isla protagonizó varios levantamientos. El primero, conocido como «El Grito de Yara», se intentó solucionar con la Paz de Zanjón (1878), donde se declaraba la igualdad de derechos a los ciudadanos de la isla. El incumplimiento de este acuerdo provocó el malestar de los criollos, lo que llevó a una nueva insurrección en 1895, conocida como «El Grito de Baire». Movimientos emancipadores similares, dirigidos por José Rizal, también se produjeron en Filipinas.
Otro factor importante fue la incapacidad económica española para absorber la producción de azúcar cubana. Los criollos consideraban que el atraso económico de España frenaba el desarrollo de la isla. El proyecto de autonomía propuesto por Antonio Maura, rechazado por considerarse una amenaza a la unidad nacional, también contribuyó al malestar. Además, existía un sentimiento patriótico en Cuba y Filipinas, apoyado por Estados Unidos.
El conflicto se desató tras el levantamiento cubano liderado por José Martí. El gobierno español, inicialmente con Cánovas del Castillo, intentó una política de reconciliación. El General Martínez Campos fue enviado a negociar, pero al no tener éxito, fue sustituido por Valeriano Weyler, quien aplicó una política de guerra total. A pesar de reducir las posiciones rebeldes, no logró doblegarlos. La prolongación y dureza de las operaciones provocaron las protestas de Estados Unidos, que se ofreció como mediador y pidió autonomía para Cuba.
Tras la muerte de Cánovas, la situación empeoró. El presidente estadounidense William McKinley ofreció comprar Cuba por 300 millones de dólares, oferta que España rechazó. Estados Unidos declaró la guerra, exigiendo la renuncia española a la soberanía sobre Cuba.
En España, el inicio de la guerra se vivió con entusiasmo patriótico, pero el país no estaba preparado para el conflicto. La guerra se desarrolló en dos escenarios: el Pacífico y el Atlántico.
En el Pacífico, la escuadra norteamericana se dirigió a Manila. La flota española, al mando del almirante Montojo, fue aniquilada en la batalla de Cavite. Cavite se rindió y Filipinas se sublevó bajo el liderazgo de Emilio Aguinaldo.
En el Atlántico, la escuadra española, al mando del almirante Cervera, quedó bloqueada en Santiago de Cuba. Tropas estadounidenses, lideradas por Theodore Roosevelt, desembarcaron en la isla. La flota española, al intentar salir, fue destruida. Estados Unidos tomó Puerto Rico y Manila.
En diciembre de 1898, se firmó el Tratado de París. España reconoció la independencia de Cuba y cedió Puerto Rico, Filipinas y Guam a Estados Unidos. El resto de las posesiones españolas en el Pacífico fueron vendidas a Alemania. El tratado tuvo repercusiones como el saneamiento de la deuda española y la pérdida de 50.000 combatientes.
La pérdida de las colonias, conocida como «El Desastre», provocó una profunda crisis en España. Surgieron movimientos intelectuales que buscaban la regeneración política, económica y social del país. La Generación del 98, con figuras como Unamuno, Baroja y Azorín, criticó los males de la oligarquía y el caciquismo. España, humillada, quedó fuera de la escena internacional y dejó de ser considerada una gran potencia.