Portada » Historia » La Guerra Hispano-Estadounidense: El Desastre del 98 y sus Consecuencias
El inicio de la insurrección cubana provocó el reemplazo de Sagasta por Cánovas del Castillo. Estados Unidos se consolidaba como potencia mundial, mientras España conservaba con dificultad sus últimas colonias.
Cuba era posesión española desde su descubrimiento por Cristóbal Colón en 1492. Por su riqueza natural y ubicación estratégica, fue para España “la perla de las Antillas”. En el siglo XIX, se convirtió en el principal productor mundial de azúcar de caña.
El conflicto se centraba entre los pequeños agricultores autonomistas y los negreros y grandes propietarios. Tras la caída de Isabel II en 1868, el hacendado cubano Manuel de Céspedes inició la guerra por la independencia. Esta guerra de desgaste, con tácticas guerrilleras, contó con el apoyo campesino y la dificultad de España para concentrarse en Cuba debido a la guerra carlista. Tras esta, España envió 100.000 soldados al mando del general Martínez Campos, culminando con la Paz de Zanjón. En teoría, Cuba se convertía en provincia española con libertad de expresión y prensa. Sin embargo, España incumplió sus promesas, y los cubanos, liderados por José Martí, vieron la independencia como única solución.
Martí, quien regresó del exilio en 1895 junto a otros revolucionarios, protagonizó la segunda guerra de independencia con el Grito de Baire, proclamando la República de Cuba.
Cánovas envió al general Martínez Campos buscando repetir la Paz de Zanjón, pero la situación era distinta. Martínez Campos recomendó mayor dureza, siendo sustituido en 1896 por Weyler, quien llegó con más tropas. Cánovas planeaba introducir reformas autonómicas tras los primeros éxitos militares.
El asesinato de Cánovas cambió la política cubana. Los liberales optaron por la vía política, combatiendo solo a las guerrillas en zonas controladas por el ejército, ahora al mando del general Blanco, sustituto de Weyler. En Filipinas, se firmó el Pacto de Biak-na-Bato.
Motivos de la entrada de EEUU en la guerra:
EEUU ocultó su imperialismo, que culminó con la construcción del Canal de Panamá. El presidente McKinley intentó comprar Cuba por 300 millones de dólares. Al fracasar, aplicó la ley del más fuerte. La explosión del Maine, sin pruebas concluyentes, fue la excusa para declarar la guerra a España, presidida por Sagasta.
A pesar de los intentos españoles de pacificación, EEUU quería la guerra. En abril de 1898, el Congreso autorizó la intervención en Cuba y Filipinas.
La guerra fue fácil para EEUU. La armada española fue destruida en Manila (Filipinas) el 1 de mayo y en Santiago de Cuba el 3 de julio, donde murieron 300 marinos españoles. La flota española, al mando del almirante Cervera, se enfrentó a barcos superiores. En agosto, se firmó el Protocolo de Washington, un armisticio.
EEUU buscaba controlar Centroamérica y el Caribe, y dominar el Atlántico y el Pacífico, objetivo que se concretaría con el Canal de Panamá.
En la guerra contra Estados Unidos, Filipinas tuvo un papel secundario. Tras la derrota naval de Cavite, Aguinaldo regresó y la insurrección se reavivó. La política contemporizadora del general Blanco fue sustituida por la represión del general Polavieja, quien confirmó la ejecución de José Rizal, intelectual filipino fundador de la Liga Filipina.
El Tratado de París, del 10 de diciembre de 1898, España reconoció la independencia de Cuba y cedió a EEUU Puerto Rico, Filipinas y Guam.
Consecuencias internacionales: España perdió Cuba y cedió Puerto Rico, Filipinas y Guam a EEUU.
Consecuencias para Cuba: Quedó devastada, arruinada y hambrienta, cambiando de amo.
Consecuencias para EEUU: 1898 marcó el inicio de su etapa imperialista, aplicando la “diplomacia del dólar” en Latinoamérica.
Consecuencias internas (El Desastre del 98): La “Generación del 98” produjo una “literatura del Desastre” como autocrítica nacional.
Otras consecuencias: