Portada » Historia » La Guerra de Cuba (1895-1898): Crisis del 98 y el Fin del Imperio Español
A mediados del siglo XIX, España solo contaba con las colonias de Cuba y Puerto Rico en el Caribe, y con Filipinas y otras pequeñas islas en el Pacífico.
Cuba era la principal posesión española y concentraba numerosos intereses y negocios. La vida económica de la isla se basaba en una agricultura de plantación, esencialmente de azúcar de caña, café y tabaco para la exportación. Esta actividad constituía una importante fuente de ingresos para el Estado y para algunas empresas españolas.
La economía cubana se basaba en la plantación de azúcar, café y tabaco para exportar. Pero el comercio se veía limitado por los aranceles que España imponía. Estos obligaban a la isla a comprar productos españoles a elevados precios y dificultaban la exportación a Europa o Estados Unidos.
La Paz de Zanjón (1878) reunía medidas destinadas a mejorar la situación de los cubanos y darles más importancia en el ámbito político. El sector más intransigente, opuesto a las reformas, formó el Partido Unión Constitucional. Por su parte, los progresistas (criollos) formaron el Partido Liberal Cubano, partidarios de mantener la isla española pero con bastante autonomía. José Martí creó el Partido Revolucionario Cubano (independentista).
Los políticos españoles estaban en contra de dar la autonomía a Cuba. El Plan de Reformas Coloniales de Maura fue rechazado por la oposición de su propio partido. Por otro lado, la oposición al arancel de 1891 provocó un malestar en Cuba y en Estados Unidos, que recibía gran parte de las exportaciones cubanas. Al temor de España a una insurrección de Cuba, se le sumaba que ésta venga apoyada por Estados Unidos.
Aquí la presencia española era más débil. Se limitaba a las órdenes religiosas, la exportación de recursos naturales y su uso como producto comercial con China. El movimiento independentista lo impulsó José Rizal. Tuvo lugar un movimiento radical llamado Katipunan, que dio paso a las armas en 1896. La represión y los intentos de negociación establecieron una pacificación temporal.
El presidente de Estados Unidos defendía al pueblo cubano. Tras el hundimiento del Maine (buque de guerra), declaró la guerra a España, que se negó a abandonar la isla. Además, se reanudó el conflicto en Filipinas.
Los americanos intervinieron en ambas islas, acabando rápidamente con la tropa española en Cavite y Santiago, obligando al gobierno español a pedir la paz.
El 10 de diciembre se firmó el Tratado de París y España abandonó sus últimas colonias, quedando estas subordinadas a Estados Unidos. Así, desaparecen los restos del antiguo imperio español.
La derrota y pérdida de las colonias se conocen como la crisis del 98, símbolo de la primera crisis de la Restauración.
A pesar de la magnitud del desastre, sus repercusiones fueron menores de lo esperado.
* **Económicas:** En los primeros años de siglo hubo inflación baja, reducción de deuda pública e inversión de capitales repatriados. A largo plazo, la pérdida de ingresos coloniales se notó en la precaria economía española.
* **Políticas:** No hubo grandes cambios institucionales, ni crisis de Estado, y el sistema de la Restauración sobrevivió. El turno dinástico se mantuvo y mostró gran capacidad de recuperación. La estabilidad del país muestra que la crisis fue una crisis moral e ideológica. La derrota influyó también en la mentalidad de los militares, que tomaron ideales autoritarios e intransigentes.
La derrota dejó a la sociedad frustrada por la destrucción del mito del Imperio español, ya que España quedó como una potencia secundaria. El desastre también llegó a la Generación del 98. Algunos de ellos, como Baroja, Unamuno, Valle-Inclán, etc., analizaron el problema español, argumentaron que tras la pérdida de todo el Imperio, debía comenzar una etapa de regeneración en el país.
Ciertos intelectuales iniciaron el regeneracionismo. Sus ideales se reflejaban en Joaquín Costa. Para él, la regeneración debía basarse en acabar con el caciquismo, el progreso del campo, de la educación y la cultura.
El gobierno de Sagasta estaba desgastado y Silvela convocó elecciones y formó un nuevo gobierno, Silvela-Polavieja. Sus propuestas se centraron en proyectos de descentralización administrativa y política presupuestaria. El turno de partidos y las prácticas caciquiles mostraban su capacidad de adaptarse a cualquier tipo de cambio y de regeneración.