Portada » Historia » La Guerra Civil Española y la Transición a la Democracia
La rebelión militar del 18/jul fracasó en su intento de hacerse con el control territorial del país debido a la acción conjunta de militares fieles a la república y de las organizaciones obreras. Sin embargo, los sublevados en vez de rendirse decidieron desarrollar una guerra relámpago con el objetivo de conquistar Madrid.
Estabilizados los frentes tras los primeros días, los alzados se dispusieron a tomar Madrid para dar rápido fin al conflicto. El avance de Mola desde Navarra fue frenado por los milicianos en la sierra de Guadarrama. Franco y las tropas de África cruzaron el Estrecho en aviones alemanes e italianos. Asegurado el control de Andalucía oriental conquistaron Extremadura y avanzaron hacia Madrid, pero el desvío para liberar el Alcázar de Toledo (sept) permitió al Gobierno mejorar la defensa de la capital que se reforzó con la llegada de las Brigadas Internacionales y asesores y armamento soviético. Así, contra todo pronóstico, el asalto frontal sobre Madrid (nov/1936) fue rechazado también dos maniobras envolventes en febrero y marzo (batallas de Jarama y Guadalajara).
Aislado del resto del territorio gubernamental, el norte concentraba gran parte de la producción industrial republicana. El avance de los sublevados, que contó con apoyo alemán (bombardeo de Guernica y Durango) e italiano (roma de Santander) fue imparable. Las ofensivas republicanas lanzadas para aliviar la presión sobre el norte fracasaron (batallas de Brunete y Belchite). Bilbao cayó en junio, Santander en agosto y Asturias en octubre. La pérdida de los recursos humanos, industriales y minerales del norte mermó enormemente las posibilidades de éxito de la República.
Los republicanos trataron de tomar iniciativa mediante la conquista en diciembre de Teruel. Recuperada en febrero de 1939 por los sublevados, Franco aprovechó el desmoronamiento del frente enemigo para avanzar hasta el Mediterráneo (toma de Vinaroz abril/1938) aislando a Cataluña del resto de la República. Poco después, y en este contexto de derrotas, los republicanos diseñaron una ofensiva, la batalla del Ebro (jul-oct/1938). Pese al éxito inicial, se impuso la superioridad de hombres y equipo de los sublevados, perdiendo los republicanos la moral y gran parte de sus tropas. Poco después caía Cataluña sin apenas resistencia (feb/1939), provocando el éxodo de cientos de miles de refugiados a Francia, el reconocimiento del régimen franquista por Londres y París, la dimisión de Azaña y la profundización de la división entre republicanos.
Finalmente, el general republicano Casado dio un golpe de Estado en Madrid contra el Gobierno de Negrín para negociar la rendición. Franco rechazó cualquier acuerdo y Casado capituló. El 1/abr/1939 terminaba la guerra con el triunfo de los sublevados.
El nuevo régimen impuso una contrarrevolución: ilegalizó sindicatos y partidos (salvo FET de la JONS), derogó la legislación republicana (Constitución, estatutos de autonomía, reforma agraria, etc.) e impuso un férreo control social (represión de disidentes, recuperación de la influencia social de la Iglesia, control de los medios de comunicación). El resultado final fue un Estado autoritario, centralizado, confesional y militarizado.
La Transición comenzó con la proclamación de Juan Carlos I como rey en 1935 y concluyó con la llegada del PSOE al poder en 1982. Fue impulsada por Juan Carlos I y Adolfo Suárez, defensores del reformismo, con el apoyo de las organizaciones sociales (partidos, sindicatos, empresarios, Iglesia) y la mayoría de la población. La Transición tuvo lugar en un contexto internacional favorable. Sin embargo, los obstáculos fueron notables debido a la elevada conflictividad social, las tensiones políticas y la crisis económica.