Portada » Español » La Evolución del Latín al Romance: Cambios Sintácticos y Morfológicos
1) Se ha ampliado mucho el uso del infinitivo presente. Se refuerza el valor de sustantivo en lugar del supino y el gerundio: en latín clásico amatum, amandum; y en el latín vulgar amare. La ampliación del uso del infinitivo es antigua y un poco más moderna la unión de preposiciones.
2) El infinitivo final, que es frecuente en el latín bajo.
3) Habeo + infinitivo = futuro
4) Construcción de infinitivo + acusativo: con el paso del tiempo las oraciones de infinitivo son sustituidas por oraciones subordinadas sustantivas introducidas por una conjunción.
Sirve para precisar el valor de las preposiciones cuando había muchas. Como iba disminuyendo la claridad de las preposiciones, fueron apareciendo preposiciones y adverbios compuestos para delimitar su significación. Se fueron creando formas pleonásticas compuestas por dos elementos sinónimos. Un gran número de formas perviven en las lenguas románicas. Es el caso de abante que ab y ante tiene su razón de ser semánticos. Rápidamente abante será únicamente una forma reforzada de ante. Los elementos deintus y deforis son condenados por los gramáticos. Perviven en el romance y estas expresiones tenían una función expresiva y comportaban un deseo de precisión en las relaciones espaciales. Aún así, hay formaciones que eran pleonásticas desde el comienzo como ex.
La diferencia más grande entre la sintaxis del latín clásico y la de las lenguas románicas es la diferente colocación de los elementos en el periodo sintáctico: el periodo clásico es sustituido por un orden más fijo.
Latín clásico literario: sujeto – complementos circunstanciales e indirecto – directo – predicado
El verbo tenía tendencia a ir al final de la proposición y existía la posibilidad de separar las preposiciones de las palabras.
La colocación de las palabras en las lenguas románicas está determinada por el orden:
Latín vulgar: sujeto – predicado – objeto directo – complemento indirecto y circunstancial
Cada vez son más importantes los hechos distribucionales (posición de los nombres en las frases) frente a los hechos paradigmáticos (la ruina de la declinación) como medio de expresión gramatical. La continuidad de un adjetivo o de un sustantivo a otro se señala como determinante de este. Por tanto, la posición contigua es necesaria entre: un adjetivo epíteto y el sustantivo que acompaña; y un genitivo y el sustantivo que determina.
Orden de los elementos:
Hay niveles de confusión: el hablante no tiene clara la función sintáctica. Las confusiones de nivel sintáctico provocan confusiones fonéticas, morfológicas… y a la inversa. Cuando se confunde no sabemos ni el caso ni las funciones sintácticas. También, aumenta la confusión morfológica. Así pues, el genitivo y el dativo son intercambiables gracias a la interpenetración de sus funciones. Como el dativo y el ablativo, separados en sus funciones, tenían formas idénticas, el incierto límite entre el genitivo y el dativo englobaba muy de vez en cuando el ablativo. Finalmente, las usurpaciones del acusativo sobre el dominio de otros casos, sobre todo el ablativo, produjeron una confusión generalizada en el uso de los casos oblicuos. Por tanto, había confusiones de una declinación a otra, del singular al plural: en las palabras en que se había mantenido una distinción en una de las declinaciones se acaba borrando todo bajo la influencia de otras declinaciones en las cuales la distinción no existía. En conclusión, se supone que en el siglo V la lengua hablada solo conocía un caso oblicuo, aunque idéntico en su forma al antiguo acusativo y representado en la grafía por la forma escrita de los antiguos casos. Por tanto, el genitivo y el dativo se confundían y el acusativo se usaba como caso régimen universal.
Si la flexión nominal se ha podido descomponer es porque no era necesario que se mantuviese: en el sistema de la lengua había medios de expresión de recambio que la reemplazaban. Estos medios de recambio estaban constituidos por: