Portada » Historia » La España del Siglo XVII y XVIII: Crisis y Sucesión
A lo largo del siglo XVII se produce la decadencia del Imperio y de España, que, agotada por los conflictos bélicos y las crisis, pierde numerosos territorios y la hegemonía europea.
Felipe III realiza una política pacifista, cerrando, aunque no definitivamente, los conflictos que hereda de su padre. Firma la paz de Londres con Inglaterra y la Tregua de los 12 años con Holanda. Pero tiene que intervenir en la Guerra de los Treinta Años a favor de los católicos (1618).
Felipe IV y su valido, el Conde Duque de Olivares, intentan recuperar el prestigio del siglo anterior. Reanudan las hostilidades con Holanda, con éxitos iniciales (rendición de Breda) e intensifican la participación en la Guerra de los 30 años. Sin embargo, esta participación fue desfavorable para España. En la Paz de Westfalia (1648) se perdió Holanda y la hegemonía europea a favor de Francia. Posteriormente, al término de la guerra con Francia, se cedió El Rosellón y La Cerdaña en la Paz de los Pirineos (1659). También, como consecuencia de la crisis de 1640, se separa Portugal, oficialmente en el reinado de Carlos II.
El reinado de Carlos II se inicia con la continuación de las hostilidades con Francia y la pérdida del Franco Condado. Al final del mismo, se produce un acercamiento del país vecino, ya que Luis XIV desea la corona española para su nieto Felipe de Anjou. Carlos lo nombra heredero en su testamento, pero a su muerte, este tema abre un nuevo conflicto en Europa: la Guerra de Sucesión Española.
El siglo XVII fue un siglo de crisis económica:
Sin embargo, los historiadores aprecian una recuperación en el reinado de Carlos II, con datos esperanzadores como el crecimiento demográfico.
La sociedad, por su parte, seguía siendo estamental: nobleza, clero y tercer estado. La nobleza consideraba una deshonra el trabajo manual o comercial y, por ello, muchos hidalgos vivían en condiciones de vida muy elementales. El 80% de la población eran campesinos y solo ellos y los burgueses pagaban impuestos.
Carlos II de la casa de Austria murió sin descendencia y nombró heredero en su testamento a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV. Este fue coronado rey de España, pero el archiduque Carlos de Habsburgo no aceptó el testamento y se desató una guerra en Europa llamada la Guerra de Sucesión. Varios países europeos, temiendo un excesivo poder de Francia y los Borbones, formaron con Austria la Gran Alianza de la Haya (Austria, Provincias Unidas, Inglaterra, Portugal y Saboya). A la vez, se originó una guerra civil en España, pues la Corona de Aragón apoyó al archiduque Carlos, porque creían que este respetaría los fueros mejor que Felipe.
Al principio, la guerra fue favorable a los austriacos y Carlos llegó a establecer una corte en Barcelona, pero a partir de la batalla de Almansa en 1707, se dio un giro a la misma y fue favorable a los Borbones. Las batallas de Brihuega y Villaviciosa y la proclamación de Carlos como emperador de Austria hicieron que los países europeos negaran su apoyo al archiduque y firmaran la paz. En la península, la guerra continuó unos meses más porque Felipe había anulado los fueros de Aragón en los Decretos de Nueva Planta, pero finalmente el reino se rindió al nuevo rey.
El Tratado de Utrecht, con el que terminó la guerra, tuvo gran importancia en Europa porque pretendía establecer un sistema de equilibrio para que ninguna potencia sobresaliera en exceso sobre las otras. En este tratado, España pasa a ser considerada como una potencia de segundo orden. El contenido concreto del mismo puede resumirse en: