Portada » Filosofía » La Doctrina Social de la Iglesia y la Educación
La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) surge de la búsqueda del bien de la persona, y su base está constituida por los valores que predicó y vivió Jesús: la verdad, la libertad, la justicia y el amor. La doctrina social moderna toma un nuevo rumbo a partir de la encíclica Rerum Novarum, de León XIII (1891), que fue escrita debido a la situación de cambios sociales y económicos que conllevó la Revolución Industrial y provocaron que gran parte de la población se arruinase. En esta encíclica, León XIII da respuesta a la “cuestión obrera”, y establece la doctrina del salario justo al igual que condena al marxismo. Los principios afirmados en la Rerum novarum se convirtieron en la base de la DSI, aunque más adelante la Iglesia ha ido ampliando su perspectiva ante nuevos problemas mediante nuevas encíclicas como Gaudium et spes durante el Concilio Vaticano II (1965). La DSI incluye un conjunto de principios básicos, considerados el corazón de la enseñanza social católica:
que es reflejo del Creador y es fuente de unos derechos básicos universales: los derechos humanos. Cada ser humano, independientemente de su condición vale “toda la Sangre de Cristo”, porque Dios ha entregado a su hijo por todos y no hace acepción de personas.
que es el ‘conjunto de condiciones de la vida social que hace posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y fácil de la propia perfección’. No se reduce a un individuo, ya que es el bien propio de una comunidad. El objetivo de los gobernantes debe ser buscar el bien común mediante educación de calidad, adecuada red sanitaria, etc. En consecuencia, cada ciudadano debe exigir sus derechos y asumir sus deberes.
Todo ha sido creado por Dios y dado a los hombres para disfrutarlo, por lo que los bienes son para todos y tenemos derecho a disponer de lo necesario para desarrollarnos. La propiedad privada se debe respetar, y los derechos y los bienes deben repartirse para lograr un mundo justo y solidario.
La sociedad está compuesta por diversos grupos, y los gobernantes deben coordinarlos para lograr el bien común. Según este principio, los grupos de orden superior deben servir a los grupos pequeños, pero no sustituirlos, y la sociedad civil debe respetar los proyectos que surgen de los ciudadanos.
Todos formamos parte de la gran familia humana, y la solidaridad se basa en la interdependencia entre los seres humanos, porque las necesidades y dependencias de un individuo no se cumplen sin la ayuda de otros, ya que además hay personas que por su condición necesitan más ayuda que otras.
Los seres humanos debemos descubrir quiénes somos para poder serlo: el hombre es un ser necesitado de educación. La educación es un deber, un derecho y una parte esencial del bien común. Se deben educar todas las facetas del ser humano: técnica, ética, espiritual, afectiva, etc. Sería un error centralizar la educación en una de ellas, porque debe ser integral y favorecer todas las facetas por igual. Una buena educación atiende a la formación humana (modales), intelectual (conocimientos), moral (criterio) y religiosa. Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos, y tienen derecho a elegir qué modelo educativo quieren para sus hijos, al igual que el enfoque religioso de su colegio. Sin embargo, algunos Gobiernos demuestran una tendencia al control de la educación de los hijos imponiendo un modelo de escuela. Las autoridades políticas no pueden gestionar la educación como un ámbito de gestión propio, ya que su función es apoyar a la formación de los hijos, y los padres no deben desentenderse de su educación. Los padres tienen el derecho a educar a sus hijos según los principios éticos, religiosos y académicos que consideren adecuados, y las autoridades políticas deben mediar para que puedan ejercer ese derecho según los recursos disponibles. Además, si la familia pertenece a una minoría, el Estado deberá atenderla según sus medios. La Iglesia defiende la libertad de educación, no la imposición de un modelo educativo. Es incomprensible que se pongan obstáculos para el conocimiento de una religión que forma parte de una comunidad, y es lógico que cada confesión determine qué contenidos son los idóneos para impartir las clases correspondientes. La Iglesia es educadora porque predica el Evangelio y colabora activamente con iniciativas educativas, con numerosos colegios fundados por órdenes religiosas. A lo largo de la historia, estas iniciativas se han dirigido a colectivos débiles o con dificultades, respondiendo a aquellas necesidades que no cubren otras entidades, como por ejemplo hizo Don Bosco en el siglo XIX, creando puestos de trabajo y la Congregación Salesiana. Este es uno de los muchos ejemplos, ya que la Iglesia ha fomentado la creación de escuelas, hospitales, centros de formación o Universidades, que surgieron a raíz de las escuelas monásticas en el siglo XI