Portada » Economía » La Contabilidad como Sistema de Información: Concepto, Objetivos y Adscripción Científica
En el momento actual, la ciencia de la contabilidad se encuentra en la denominada Etapa Teleológica. Esto significa que existe una relación causa-efecto entre los objetivos de la información financiera y la información contable. Es decir, la información que suministra la contabilidad debe estar en función de los objetivos que se persigan. Si estos cambian, cambia la información contable; por tanto, el eje fundamental sobre el que giran todos los planteamientos es la discusión sobre tales objetivos.
Esta etapa, que se inicia en la década de los 60 y que se desarrolla decididamente en la siguiente, supone un notable cambio en la investigación contable. Hasta entonces, tanto la teoría contable como la regulación contable tenían como preocupación fundamental la discusión de las mejores reglas para el cálculo y la medición de la situación económica de la empresa y del beneficio de la unidad económica.
Paulatinamente se van abriendo paso como objeto de interés creciente tres conceptos íntimamente unidos entre sí:
Los tres constituyen el núcleo básico de lo que se ha venido denominando Paradigma de Utilidad (paradigma: conjunto de teorías y principios aceptados de forma indiscutible por aquellos que forman una comunidad científica). Es decir, la información contable estará en función de los objetivos de la información financiera, que pasan a ocupar un lugar preeminente.
La diferencia fundamental que caracteriza la concepción actual de la contabilidad es que anteriormente, en la denominada Etapa Lógica, aunque se utiliza la lógica deductiva, no se abordan cuestiones trascendentes como son los tres conceptos antes vistos, que formaban el Paradigma de la Utilidad. Es decir, no se abordan los objetivos desde un planteamiento normativo-teleológico, por lo que se desconoce que al alterarse dichos objetivos, puede variar todo el entramado, y, con ello, las reglas contables.
Sin embargo, con el Paradigma de la Utilidad los objetivos están en el núcleo central en torno al cual van a girar todos los razonamientos. Y la Revolución Conceptual consistió precisamente en incluir las necesidades de los usuarios y los objetivos de la información financiera en el itinerario lógico-deductivo como referencia esencial para la elaboración de normas y como elementos básicos del mismo.
Al tratar los objetivos de manera teleológica, la elección de unos u otros objetivos podrá condicionar la dirección de los sucesivos niveles de deducción. En este itinerario lógico-deductivo también se incluye una lista de requisitos o características cualitativas (como comprensibilidad, relevancia, fiabilidad, etc.) orientadas todas ellas a garantizar el cumplimiento de los objetivos de la información.
El planteamiento utilitarista, que es el actual, ha tenido importantes implicaciones en nuestras disciplinas, que van desde el cambio de la lógica que se aplica en sus formalizaciones (es decir, se pasa de una etapa lógica a otra lógico-deductiva), pasando además por el contenido de los marcos conceptuales que se manejan actualmente y que suponen una verdadera revolución conceptual en la investigación contable. Es decir, el marco conceptual sirve como orientación para la elaboración de normas contables de obligado cumplimiento y como instrumento para la aplicación de dichas normas contables.
Aunque tradicionalmente se viene considerando como campo de observación de la contabilidad sólo a la realidad económica, el profesor Iguiri señala que no existe razón alguna para ello, ya que la contabilidad también se puede aplicar a fenómenos no económicos siempre que estos tengan una estructura circulatoria, y que esta estructura se complemente con su metodología.
Por tanto, la contabilidad se puede aplicar tanto a un ser vivo como a un ente artificial (como es la propia empresa) ya que en ambos casos existen entradas, acumulación y salidas; lo que quiere decir es que tienen la misma estructura la empresa que el cuerpo humano, pero que responden a reacciones distintas.
Sin embargo, hoy por hoy, es sólo un avance teórico lejos de una realidad empírica cierta, aplicándose de momento a entes artificiales de naturaleza económica, como la empresa; quizás por el hecho de la falta de procedimientos de medición adecuados para otros entes distintos de la empresa.
Por tanto, podemos concretar que sólo vamos a considerar como campo de observación de la contabilidad a los entes artificiales de naturaleza económica, es decir, las empresas. A continuación, plantearemos su adscripción científica.
Por su simple consideración como ciencia empírica habrá que reflexionar si la contabilidad pertenece al campo de las ciencias naturales o sociales. A este respecto sabemos que la naturaleza de una ciencia viene determinada por la clase de objeto que constituye su campo de aplicación, y en este sentido la naturaleza de la ciencia contable puede considerarse como genuinamente económica, de cuya tipificación hay numerosos antecedentes (Francia, Alemania…).
Al respecto, en España, el profesor José María Fernández Pirla entiende que la contabilidad es una ciencia económica por la naturaleza de los elementos con los que opera, por el fin que persiguen y por los métodos que utiliza.
Al quedar encuadrada la contabilidad como ciencia de naturaleza económica, queda clara su pertenencia al campo de las ciencias sociales; todo a la vez que surge como consecuencia de las acciones del hombre, de sus relaciones con otros hombres y de las cosas que la rodean.
Por tanto, y con independencia de otros posibles campos de observación, queda pues, considerada la contabilidad como una ciencia empírica de carácter económico-social. Una vez constituida la contabilidad como ciencia de naturaleza económica, estudiaremos el objeto y fin de la misma.
La realidad económica es objeto de la contabilidad; pero no sólo es objeto de la contabilidad, porque hay otra ciencia, como la ciencia económica, que también se ocupa de la realidad económica. Por tanto, cuando hablemos del objeto de una ciencia tendremos que distinguir entre: objeto material o común y objeto formal.
El objeto material o común es aquello de lo que se ocupa una ciencia y que puede ser común a otra ciencia. Desde el punto de vista de la contabilidad el objeto material sería la realidad económica, mientras que el objeto formal es aquel que la distingue de otras ciencias; en el caso de la contabilidad sería el conocimiento cualitativo y cuantitativo de su realidad económica.
Así pues, la contabilidad se ocupa de la fijación de la situación económica de la empresa, de la captación, medición y valoración de la dinámica de la misma, pone de manifiesto las diferencias que surgen como consecuencia de su evolución, es decir, mide el resultado efectuando la discriminación y clasificación del mismo, a partir del cual obtiene conclusiones.
Como consecuencia de todo ello, desde una interpretación convencional, lo podemos concretar en la contabilidad en un fin genérico único, que es la determinación de la situación económica y su evolución en el tiempo. Conjunta y simultáneamente con el fin genérico cumple con unos fines específicos de carácter económico, financiero, jurídico, administrativo, fiscal, etc.
Más actualmente, y desde una perspectiva más moderna, es decir, en el enfoque formal, la contabilidad es considerada como una ciencia de información cuyo fin será la captación de dicha información, su procesamiento y, por último, su emisión sin importarle el uso que posteriormente se haga de la misma.