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A comienzos del siglo XX, el teatro en España se opone a las tendencias renovadoras del teatro europeo. Los autores que triunfaban eran los hermanos Álvarez Quintero, Carlos Arniches, Jacinto Benavente o Muñoz Seca. Los intentos renovadores de autores como Unamuno o Valle, en muchas ocasiones no llegaron a verse en los escenarios. Tuvo una gran importancia el hecho de que el público asistiese a los teatros. Era un público burgués que era el que podía pagar los precios de las representaciones. A este tipo de público había que distraerlo con obras de buen gusto que reflejaban los valores morales o sociales que defendían.
Jacinto Benavente es autor de una gran cantidad de obras en las que ofrece un teatro de signo realista. En algunas de sus obras vemos interiores burgueses, caracterizados por un ambiente de elegancia y por unos personajes con una vida económicamente desahogada: Gente conocida, Rosas de otoño. También encontramos interiores provincianos donde reina el orden y bienestar: La gobernadora, Pepa Doncel. En las obras de interiores rurales ya se presentan con mayor o menor realismo los problemas: Señora Ama, la malquerida. También tiene obras de interiores cosmopolitas, protagonizadas por la elegante sociedad de una Europa decadente: La noche del sábado o la escuela de las princesas. Por último destacamos Los intereses creados que es su mejor obra, donde se recrea los personajes de la Commedia dell’Arte Italiana.
Desde comienzos del siglo XX, este tipo de teatro suele ir unido a la comedia musical, al sainete y a la zarzuela. Pertenecen a este tipo de teatro figuras como los hermanos Álvarez Quintero, cultivadores de un tipo de comedia en la que se ponen de manifiesto los tópicos de la tierra andaluza, la gracia de sus gentes, el sol… Además sus obras tienen un carácter moralizante, un estilo llano y humorístico y una predilección por los personajes populares: El Patio, Malvaloca, Doña Clarines, las de Caín. Otro autor que cultiva el teatro costumbrista es Carlos Arniches. De sus sainetes de ambiente madrileño, podemos citar El Santo de la Isidra y entre las tragedias grotescas La señorita de Trevélez. Pedro Muñoz Seca destaca por el género literario del astracán, que es heredero del sainete. La base de su comicidad reside en el equívoco, gracias a los juegos de palabras. Dentro de este apartado vamos a destacar La venganza de Don Mendo que representa una excelente parodia del teatro neorromántico que se había puesto de moda con el Modernismo. 1
Su rango más característico es una actitud evasiva frente a la realidad de su tiempo; una exaltación del pasado heroico y unos personajes estereotipados con unas tramas inverosímiles. Uno de sus principales cultivadores es Eduardo Marquina con Las hijas del Cid. También cultivaron un teatro poético Jose María Pemán, Lorca o Alberti 2. ALGUNOS INTENTOS RENOVADORES.
A finales del XIX y durante los primeros años del XX fueron surgiendo algunos intentos renovadores:
Creador del esperpento en Luces de Bohemia: el esperpento es elreflejo de los héroes clásicos en los espejos cóncavos del Callejón del Gato. Es decir, el esperpento es la deformación grotesca, hasta convertir a los personajes en situaciones de burla.
Gregorio Martinez Sierra realizó “Teatro de arte” en los que se representaban los textos europeos de vanguardia. Este tipo de teatro, aportó un nuevo concepto de arte escénico. Cipriano Rivas fue el fundador del “Teatro de la Escuela nueva”, llegando a representar Un enemigo del pueblo de Ibsen. Igualmente renovadora fue la labor de “La Barraca” cuya labor consistía en difundir el teatro clásico por los pueblos, ciudades españolas. El grupo fue dirigido por Lorca.
Cultivó un teatro en el que hubiera labores de inspiración cristina como el amor, la bondad o la esperanza; manifiesta simpatía por los humildes. Su teatro se caracteriza por la mezcla de realidad y fantasía: La Sirena varada, Nuestra Natacha, La dama del alba.
Enrique Jardiel Poncela cultiva un teatro de tono vanguardista, que busca lo inverosímil, lo humorístico
La acción suele discurrir en espacios reales con personajes de alta clase y extravagantes. Algunas de sus obras son: El cadáver del Señor García, Un marido de ida y vuelta
Federico siempre defendió la necesidad de un teatro que reflejase las tragedias que constituían la vida de la gente del pueblo. Un teatro que aunque no tenía que no estar en verso, no podía ser “otra cosa que emoción y poesía”. Desde 1930 en su teatro se observa una diversidad de líneas temáticas: a) Las farsas: Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, Tragicomedia de don Cristóbal y la señorita Rosita. b) Obras irrepresentables: El público. c) Obras de temática social: Mariana Pineda. d) La trilogía dramática de la tierra española: Bodas de sangre, Yerma, La casa de Bernarda
Alba. Son tres tragedias representadas por mujeres.
Parece ser que la obra está inspirada en algunos hechos reales, así el propio Lorca decía “En la casa vecina a la nuestra vivía doña Bernarda, una viuda de muchos años que ejercía una inexorable vigilancia sobre sus hijas solteras”. Además el personaje de Pepe el Romano parece estar inspirado en la persona de Pepe de la Romilla, novio de de una de las hijas de esa vecina. Otro de los elementos del realismo latente es la casa, así el hermano de Federico aseguraba que “la casa acaba por ser una especie de personaje mudo”. La casa aparece caracterizada desde el principio como el lugar real en donde se va a vivir la tragedia. Es una especie de cárcel en donde Bernarda va a ejercer su dominio. Lo primero que se nos dice es “una habitación blanquísima” que simboliza la pureza. Frente al blancor de la casa nos encontramos con el negro del luto. Por otra parte, en la obra se refleja la sociedad matriarcal, que solía provocar infelicidad en las hijas.” Hilo y aguja para las hembras. Látigo y mula para el varón”. Los matrimonios se solían acordar por cuestiones económicas como es el caso entre Pepe el Romano y Angustias. Él va por su dinero aunque como dice Magdalena, “lo natural hubiera sido que pretendiera a Amelia o a nuestra Adela…”. Una vez casada, a la mujer se le corresponde cuidar de la casa: “No le debes preguntar. Habla si él habla y míralo cuando te mire. Así no tendrás disgustos”. Y otro detalle que, sin duda, responde a la realidad que les tocaba vivir a algunas mujeres enamoradas, era el llevar el rótulo de “queridas”. Algo que reflejaba la hipocresía social de la época. Pero esta circunstancia no le impide a Adela decir: “Vamos a dejar que se case con Angustias, pero yo me iré a una casita donde él me verá cuando quiera”. Para completar ese documental fotográfico tenemos que resaltar el reflejo de la sociedad de la época con sus defectos. Los elementos costumbristas que hacen referencia a modos de vestir, creencias… y el uso de un lenguaje coloquial. También hay elementos que refuerzan el componente simbólico: El agua: se vincula con el deseo sexual. Así Adela dice “Pepe el Romano es mío. Él me lleva a los juncos de la orilla”. También es símbolo de vida, libertad, como pone de manifiesto María Josefa, obsesionada con la idea de casarse a la orilla del mar. El caballo garañón: representa el instinto y la pasión. Esta figura se asocia con la figura de Pepe el Romano, pues iba montado en su jaca. Además la mención al color blanco del caballo se puede considerar premonitoria de la muerte de Adela. Los colores: contraste entre el blanco y el negro. Blanco como símbolo de vida, amor, libertad. Negro, que representa el duelo y la muerte. El color blanco un poco azul estaba relacionado con la luz fría de la luna; premonición de la cercana muerte de Adela. El trigo: se relaciona con la fecundidad y con lo masculino, así cuando Martirio acusa a Adela de haber estado con Pepe, dice: “Mira esas enaguas llenas de paja de trigo”. Las flores: símbolo de amor, pasión y deseo sexual. Flores lleva el abanico que entrega Adela. María Josefa en el primer acto aparece “ataviada con flores en la cabeza y en el pecho”. La oveja: que lleva María Josefa al final de la obra puede aludir al sacrificio que va a hacer Adela, entregando su propia vida al servicio de la libertad. Frente a la oveja aparece el leopardo o la hiena, animales con los que María Josefa identifica a su hija y a su nieta Magdalena. El león se asocia con Pepe el Romano. Elementos propios del teatro poético, que también aparecían en Bodas de sangre y Yerma, serían la presencia del coro mortuorio del acto I y del coro de segadores del acto II. Otro tanto cabría decir de la nana de María Josefa. El concepto del honor tan férreo que tiene Bernarda enlazaría con toda la tradición literaria del concepto de honor del teatro de nuestro Siglo de Oro, y muy especialmente con Calderón de la Barca. Se señala la influencia concreta de El médico de su honra, cuyo protagonista tiene una preocupación por el honor tan enfermizo y obsesivo como el de Bernarda. Otra de las posibles fuentes literarias utilizadas
por Lorca sería Doña Perfecta de Galdós. Se ha señalado una posible semejanza entre las férreas y tiránicas figuras de Bernarda y doña Perfecta. Igualmente, se podría ver una fuente literaria en la forma de comportarse de los criados respecto de los señores. Algo que pasaba en La Celestina, a propósito de la actitud hostil que mantienen Sempronio y Pármeno hacia Calisto, similar a la que manifiesta Poncia hacia Bernarda. También se ha hablado de una posible relación con el drama rural. Aunque, como apunta Ricardo Domenech, a diferencia de este tipo de teatro, en los dramas de Lorca no sólo hay ambiente rural, sino también “un lenguaje simbólico, una actitudmítica”.
La casa de Bernarda Alba es un “drama de mujeres en los pueblos de España”. Es decir, es la tragedia que le toca sufrir a cualquier mujer de las que vivían en cualquier pueblo de la geografía española en los momentos previos a la guerra civil. Para reflejar mejor el carácter de cada una de ellas, Lorca elige unos nombres llenos de carga simbólica.
Es autoritaria, violenta. Representa la represión, la autoridad y el poder. Se dice de ella “tirana de todos los que la rodean”. Ella parece haber anulado a su marido, el difunto Antonio Benavides, quien quizá sólo le haya servido para darle cuatro hijas. Ella era la que tomaba todas las decisiones, de ahí que se sugiera la idea de que al morirse, se ganó un merecido descanso. Su idea de la maternidad queda reflejada en la afirmación: “Una hija que desobedece deja de ser hija para convertirse en una enemiga”; “Hasta que salga de esta casa con los pies por delante mandaré en lo mío y en lo vuestro”. Sus vecinos la temen, no sólo por su carácter agresivo, sino también porque conoce las historias de cada una de las familias del lugar. Vive permanentemente obsesionada por las apariencias, por el qué dirán: “Yo no me meto en los corazones, pero quiero buena fachada y armonía familiar”. También le obsesionan los deseos amorosos y sexuales de sus hijas, lo que le lleva afirmar en voz en grito que Adela ha muerto virgen: “Mi hija ha muerto virgen”. Esa preocupación por las apariencias es la que explica su obsesión por el silencio y por la limpieza y la imposición a las hijas de un luto de ocho años: “¿Es este el abanico que se da a una viuda? Dame uno negro y aprende a respetar el luto de tu padre”. Las hijas viven marcadas por una lucha interior entre el deseo de libertad, representado por el mundo exterior, y la reclusión que le ha impuesto la madre. De las cinco hijas, las cuatro mayores están mucho más dominadas por el influjo de la madre, aceptan con mayor resignación el poder de ésta y, por tanto, manifiestan una personalidad más débil y quebradiza.
Tiene 39 años. Es la hija del primer matrimonio de Bernarda y heredera de una fortuna, que es la que atrae a Pepe el Romano, pese a ser una mujer fea y sin atractivos. Para ella el proyectado matrimonio con Pepe significa su pronta salida del infierno que es su casa y no una ilusión o una pasión: “Debería estar contenta y no lo estoy” Magdalena.
Es la única hija que llora en el funeral de su padre y tiene una inclinación hacia el bien. En su natural sinceridad afirma en voz alta la realidad de su situación y la de sus hermanas: “Nos pudrimos por el qué dirán”. Acepta con resignación su soltería y reconoce que le hubiera gustado nacer hombre: ”Sé que no me voy a casar. Prefiero llevar sacos al molino” Amelia.
Es la más simple de las hermanas y su actitud es la de una mujer resignada, sumisa de la autoridad materna: “A mí me da vergüenza de estas cosas” y la realidad que conlleva su condición de mujer: “Nacer mujer es el mayor castigo” Martirio.
Es una muchacha enferma y deforme, que encarna el sufrimiento y la envidia. Es la única que pudo haberse casado, aunque su madre se opuso al matrimonio con Enrique Humanes porque no era de su clase. Vive reprimida por el deseo sexual, aunque tiene miedo de los hombres: “Es preferible no ver a un hombre nunca” No obstante tiene celos de Angustias(a esta le roba el retrato de Pepe el Romano) y de Adela, a la que vigila continuamente. A medida que avanza la obra, Martirio se va llenando de odio, como reconoce Poncia:” Es un pozo de veneno” Adela.
Es la más joven de las hermanas y la más hermosa. Representa la fuerza, la pasión. Su concepto del amor es típicamente lorquiano, representa el enfrentamiento entre realidad e ilusión. Por eso aún sabiendo que Pepe será el marido de su hermana, lucha por su amor: “Mirando sus ojos me parece que bebo su sangre lentamente”. También representa la rebeldía y el deseo de libertad frente a la dictadura materna: “Mi cuerpo será de quien yo quiera”. Cuando su rebelión fracasa, decide suicidarse. De ese modo, consigue, su propósito: liberarse de la opresión y tiranía. También encontramos otros personajes como:
. Tiene la misma edad que Bernarda, así como una parecida forma de entender la relación hombre-mujer, la preocupación por la opinión de la gente y el concepto de la moral tradicional. Es la única que tutea a Bernarda y parece tener bastante confianza con ella, a pesar de lo cual ésta le deja muy claro que entre ellas hay una gran diferencia: Me sirves y te pago. Nada más”. Muestra hacia Bernarda una actitud provocativa: “Buen descanso ganó su pobre marido”. Al principio, aparece como una mujer trabajadora que se sacrifica sirviendo como un perro: “Treinta lavando sus sábanas”. Como ocurre con todas las mujeres de la casa- a excepción de Bernarda-, también a ella le gusta hablar de hombres y de sexo, como cuando recuerda la primera vez que su prometido se acercó a su ventana: “ Me corría el sudor por todo el cuerpo”.
Es la persona que representa la vejez y la locura. Vive encerrada en un cuarto de la casa y muestra un constante anhelo de libertad (quiere casarse a la orilla del mar) Desde el principio se enfrenta con su hija Bernarda, diciéndole la verdad y defendiendo su deseo de ser esposa y madre.
A pesar de no aparecer en escena, su papel es muy importante en la obra. Está interesado en el dinero de Angustias, pero busca el amor y el placer que le proporciona Adela. Parece ser que Federico se inspiró en una persona real llamada Pepe Romilla, y quizá le pusieron el apodo de Romano, para darle esas connotaciones de gigante, de fuerza y de poder sobre las mujeres que se le atribuyen en la obra
Uno de estos temas es el amor y la sexualidad.En el caso de La casa de Bernarda Alba, las hijas se ven afectadas por la ausencia del amor y por el miedo a quedarse solteras. Además, la madre hace todo cuanto está en sus manos para que sus hijas no se casen con ningún hombre de la zona, porque ninguno es merecedor de ellas. Por eso consigue que Enrique Humares, que pretendía a Martirio, se acabe alejando de ella. La entrada en escena de Pepe el Romano supone el desencadenante de las pasiones de las hermanas: Angustias, su prometida sueña con su próxima boda; Martirio se enamora de él y sufre por no tenerlo, y Adela consigue tener relaciones con él. Hay continuas referencias al tema del amor y a los hombres como cuando la Criada alude a la relación que tenía con el marido de Bernarda, se alude al amor sexual que Poncia ha tenido con su marido o se ataca a la hija de la Librada porque ha tenido un hijo siendo soltera. Relacionado con el tema del amor, podemos situar los temas relativos al amor y a la maternidad. En tal sentido vemos que Bernarda se ha casado dos veces y las dos se han quedado viudas. Se dice que su segundo marido con su muerte ha obtenido el descanso pues solo le ha servido para darle hijas a ella y tenía que buscar el consuelo en las faldas de la Criada. Bernarda se nos muestra también con escasos sentimientos maternales. Otro tema presente es el de la hipocresía, las falsas apariencias y el qué dirán. Algo que obliga a los personajes a vivir encerrados entre las cuatro paredes. Este tema lo vemos en algunos datos como la obsesión por la limpieza que tiene Bernarda, que la lleva incluso a gritar a los cuatro vientos que su hija ha muerto virgen. También vemos el miedo a las murmuraciones y al escándalo. Bernarda mantiene oculta y encerrada a su madre, priva de libertad a sus hijas e impiden que los hombres del duelo entren más allá del patio. La envidia, los celos y el odio entre las hermanas, especialmente hacia Angustias, la única que se va a casar, y hacia Adela la más joven y la más hermosa de todas. Las mujeres de más alto nivel social como Bernarda y sus hijas, tratan con desprecio a los inferiores como es el caso de la Criada y de la Mendiga. Por su parte, las inferiores muestran su odio hacia los superiores, como podemos apreciar en algunas intervenciones de la Poncia. Además esto se relaciona con la actitud clasista: “Los pobres son como los animales. Parece como si estuvieran hechos de otra sustancia” .Relacionado con el tema de las apariencias se plantea el problema de la honra. Esta preocupación constante en Bernarda es la que lleva a exigir a sus hijas un comportamiento intachable. Importante también es el tema de la marginación de la mujer. García Lorca establece dos modelos de comportamiento femenino. Por un lado, el que se basa en una moral relajada como es el caso de la mujer vestida con lentejuelas, de Paca la Roseta y de la hija de la Librada. Todas ellas viven con una aparente libertad. Por otro lado el comportamiento que se basa en el concepto de la decencia. A él están sometidas las hijas de Bernarda y ello implica los siguientes aspectos: -Sumisión a las normas sociales y convencionales que imponen la discriminación de la mujer respecto al hombre. -El comportamiento de las hijas de Bernarda debe estar marcado por su nivel económico superior al resto de vecinos.
-Mientras que a las mujeres se les prohíbe cualquier tipo de efusión o manifestación amorosa, a los hombres se les permite todo tipo de relaciones, incluso las extramatrimoniales. Las mujeres deben ser sumisas a los hombres en el ámbito familiar. Finalmente tenemos el tema de la muerte. Se trata de una muerte prematura. Bernarda afirma con su frialdad que a la muerte hay que mirarla cara a cara. Adela se convierte con su muerte en una especie de víctima por su lucha firme en defensa de la libertad del ser humano.
En su Historia del teatro español, afirma Francisco Ruíz Ramón que una situación básica del teatro lorquiano es el choque entre el principio de autoridad y el de libertad. Es decir, Bernarda representa la vida dominada por la autoridad, por el miedo, las falsas apariencias y la moral tradicional. Su poder y su fuerza moral se basan en el hecho de que ella es la cabeza de familia, una vez que su segundo ha muerto y le ha dejado la responsabilidad de cuidar y vigilar la vida de sus hijas. Incluso el papel de la paternidad queda en entre dicho a raíz de la afirmación de Poncia al decir que este ha conseguido un merecido descanso con su muerte. El autoritarismo de Bernarda se pone de manifiesto desde su primera intervención: golpea el suelo con el bastón e impone un luto de ocho años. Su casa levantada por su padre es “la casa de Bernarda Alba” y de nadie más. Frente a ella, sus hijas Angustias, Magdalena, Amelia y Martirio aceptan con resignación las normas impuestas por la madre. Sólo en alguna ocasión Martirio se enfrenta con la madre. Y otro tanto cabe decir de las criadas quienes la temen y la obedecen, aunque murmuran a sus espaldas. Adela es quien muestra una actitud de rebeldía. Ellas es la menor de todas y, por eso mismo encarna un sistema de valores basado en la libertad y en la lucha contra las injusticias: “Yo no quiero estar encerrada. No quiero que se me pongan las carnes como a vosotras” La rebelión de Adela se sustenta, en gran medida, en la fuerza de su amor por Pepe. Este amor le da alas para enfrentarse a su madre: “He visto la muerte debajo de estos techos y he salido a buscar lo que era mío”.
-Mientras que a las mujeres se les prohíbe cualquier tipo de efusión o manifestación amorosa, a los hombres se les permite todo tipo de relaciones, incluso las extramatrimoniales. Las mujeres deben ser sumisas a los hombres en el ámbito familiar. Finalmente tenemos el tema de la muerte. Se trata de una muerte prematura. Bernarda afirma con su frialdad que a la muerte hay que mirarla cara a cara. Adela se convierte con su muerte en una especie de víctima por su lucha firme en defensa de la libertad del ser humano.
En su Historia del teatro español, afirma Francisco Ruíz Ramón que una situación básica del teatro lorquiano es el choque entre el principio de autoridad y el de libertad. Es decir, Bernarda representa la vida dominada por la autoridad, por el miedo, las falsas apariencias y la moral tradicional. Su poder y su fuerza moral se basan en el hecho de que ella es la cabeza de familia, una vez que su segundo ha muerto y le ha dejado la responsabilidad de cuidar y vigilar la vida de sus hijas. Incluso el papel de la paternidad queda en entre dicho a raíz de la afirmación de Poncia al decir que este ha conseguido un merecido descanso con su muerte. El autoritarismo de Bernarda se pone de manifiesto desde su primera intervención: golpea el suelo con el bastón e impone un luto de ocho años. Su casa levantada por su padre es “la casa de Bernarda Alba” y de nadie más. Frente a ella, sus hijas Angustias, Magdalena, Amelia y Martirio aceptan con resignación las normas impuestas por la madre. Sólo en alguna ocasión Martirio se enfrenta con la madre. Y otro tanto cabe decir de las criadas quienes la temen y la obedecen, aunque murmuran a sus espaldas. Adela es quien muestra una actitud de rebeldía. Ellas es la menor de todas y, por eso mismo encarna un sistema de valores basado en la libertad y en la lucha contra las injusticias: “Yo no quiero estar encerrada. No quiero que se me pongan las carnes como a vosotras” La rebelión de Adela se sustenta, en gran medida, en la fuerza de su amor por Pepe. Este amor le da alas para enfrentarse a su madre: “He visto la muerte debajo de estos techos y he salido a buscar lo que era mío”.