Portada » Filosofía » La Alegoría de la Caverna de Platón
4.TEXTO 4
«-Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar Integra esta alegoría a lo que anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la vista con la morada-prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol; compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parcce es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de esta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público.»
PLATÓN, República, Libro VII)
1ª idca. La alegoría describe un dualismo onto-epistemológico:
«- Pues bien, querido Glaucón […]
[…]es la Idea del Bien.»
El interior de la caverna representa el ámbito sensible; el exterior, el inteligible. Dentro de ellos. el fuego, que representa el sol, y el sol, que representa el Bien, ocupan el puesto más elevado. La cxistencia del resto depende de ellos.
2ª idea. La experiencia del prisionero representa el proceso que conduce a la sabiduría:
«Una vez percibida, ha de […)
[…] como en lo público.»
La liboración y el ascenso del prisionero representan el proceso dialéctico desde la conjetura hasta la sabiduría. Esto saber le permite conocer la función del Bien respecto al resto de saberes y acciones buenas, tanto en el ámbito privado como en la gestión del Estado.
[Identificación del contenido)‹ Este pasaje pertenece a la parte final de la «alegoría de la caverna». En él, podemos interpretar que Platón realiza una comparación entre la alegoría de la caverna y las teorías explicadas en el libro anterior de la República: el símil de la línea y la alegoría del sol, que sirven de base teórica al texto que estamos comentando. Se trata, por tanto, de un fragmento que nos permite comentar esta alegoría en su totalidad y en el que domina el tema onto-epistemológico.
[Explicación del contenido ontológico) El dualismo ontológico platónico está claramente apuntado. El mundo sensible (la «morada-prisión» está formado por seres materiales, indivi-duales, cambiantes y que, por tanto, no son verdaderos, sino meras apariencias. Es «la región que se manifiesta por medio de la vista». En este ámbito distinguimos entre los seres naturales y artificiales, y las imágenes de estos. Dentro del ámbito sensible, el fragmento atribuye un papel destacado al fuego, que simboliza al sol, astro que permite la vida de los demás seres sensibles.
Este efecto queda representado mediante la «luz» del fuego.
Los seres inteligibles («las cosas de arriba») son inmateriales, inmutables, necesarios, universales y, por tanto, verdaderos o, según leemos, «cognoscibles». Los seres inteligibles culminan con la Idea del Bien, que es causa de lo sensible y «señora y productora de la verdad», es decir, de lo inteligible. En efecto, el mundo sensible existe gracias a la participación en el inteli-gible, y las Ideas reciben su esencia y existencia del Bien. Por tanto, este es causa última de todo lo existente (función ontológica del Bien).
¡Explicación del contenido epistemológico) El texto también alude al dualismo epistemo-lógico. El «ascenso» del prisionero significa «el camino del alma hacia el ámbito inteligible».
Platón distingue dos clases de saberes: la opinión y la ciencia. La opinión, que es lo conocido en la «morada-prisión», es el resultado de conocer lo sensible y, por ello, es un saber no verdadero.
La ciencia está representada por «la contemplación de las cosas de arriba». Es un saber verdadero porque lo obtenemos de los seres inteligibles, los únicos verdaderos.
La parte ascendente de la dialéctica (anábasis) concluye con el conocimiento de la Idca más elevada, el Bien, que «se ve al final y con dificultad», pues esta Idea nunca es completamente cognoscible al no ser una esencia como las demás.
(Explicación del contenido antropológico] Ligados a la epistemología aparece cl tema antropológico y el de la educación. Leemos que «el ascenso y contemplación de las cosas de arriba» significa «el camino del alma hacia lo inteligible». La educación consiste en conducir al alma para que recuerde lo inteligible (innatismo), pero hacerlo no es sencillo, pues tiene que enfren.
Parse al cuerpo (ascetismo). Esta concepción sintoniza con la antropológica dualista platónica.
¡Explicación del contenido ético-político] El último conocimiento al que el liberado accede es el del Bien, que «es necesario para obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público».
Así se muestra la tercera función de la Idea del Bien: fundamentar la ética y la política. Por tanto, la vinculación del conocimiento y de la educación a las cuestiones ético-políticas es evidente.
Justificación desde la posición filosófica del autor
[Enlace con la cuestión anterior) Hemos concluido la pregunta anterior señalando que la descripción platónica de la realidad y de su conocimiento tiene claras implicaciones ético-polí-ticas. Para profundizar en esta idea central de la alegoría, vamos a situar el fragmento en el marco de la filosofía platónica.
¡Justificación desde la política] Como vimos en el contexto, Platón presenta sus ideas como una respuesta a la crisis ético-política que, según este autor, afecta a su época. Para ello se enfrenta a lo que considera una de las raíces de esa crisis: los sofistas. La alternativa platónica al relativismo ético y al convencionalismo social de estos autores es una política que se derive del conocimiento del Bien. Frente a un gobierno basado en la persuasión, el acuerdo y la mayoría democrática, Platón propone uno fundamentado en el esfuerzo racional para alcanzar el conocimiento del Bien. Veámoslo con más detalle.
Aplicando el principio de especialización, el pensador ateniense diseña un Estado organizado en tres grupos sociales: los productores, los auxiliares y los gobernantes. Estos últimos son seleccionados entre los mejores auxiliares y tras un exigente proceso educativo, alcanzan la sabiduría: conocen las esencias de los seres sensibles, y los valores estéticos y éticos hasta llegar al Bien. Se trata del «camino del alma hacia del ámbito inteligible» descrito en nuestro fragmento. Por eso, estos hom-bres, una vez alcanzada la sabiduría, deben gobemar. Su saber los lleva al compromiso político:
ponen los medios para liberar a los ciudadanos de su ignorancia, incluso contra su voluntad.
Esta concepción política conduce a la ética pues lo dicho más arriba nos lleva a concluir que solo alcanzaremos un Estado justo cuando cada ciudadano cumpla con la función que se le ha asignado, es decir, cuando sea justo. Para determinar cuándo alguien actúa de manera justa, habrá que analizar su naturaleza, pues la ética no surge del acuerdo social, sino de la esencia humana. Por tanto, la ética nos conduce a la antropología.
¡Justificación desde la antropología) Platón define al hombre como un alma unida temporal y accidentalmente a un cuerpo que es su cárcel y del que tiene que escapar. En el texto, se muestra mediante el ascenso cognoscitivo del prisionero. Se trata de un ascenso que exige un gran esfuerzo y provoca sufrimiento, lo que refleja las tensiones que se producen entre las tres partes que conforman el alma: racional, irascible y concupiscible.
[ustificación desde la ética] La ética platónica sintoniza con esa antropología. El ser humano actuará bien cuando cada parte de su alma se comporte conforme a su virtud. Cuando la concupiscible sea moderada, la irascible valiente y la racional sabia, se conseguirá un ser humano justo. Puesto que la sabiduría es un elemento esencial de la justicia, queda así deros-trada la vinculación entre la educación y lo ético-político. Pero también con lo ontológico, pues la sabiduría es conocimiento de lo inteligible.
¡Justificación desde la onto-epistemología) Al comentar el fragmento vimos que la «morada-prisión» es el ámbito de la opinión, del saber no verdadero. Añadamos que hay dos grados de opinión: la conjetura, conocimiento de «imágenes», y la crencia, conocimiento de los seres naturales y artificiales. Por tanto, es necesario superar las apariencias para alcanzar la ciencia, en la que se diferencian dos grados: el inferior, las matemáticas; y el superior, la dia-léctica, que es fruto de conocer las Ideas. Es el conocimiento del ámbito inteligible del que habla el fragmento, y que culmina con el conocimiento del Bien, en la medida en que este es cognoscible.
Ahora bien, conocer lo inteligible (fase ascendente de la dialéctica, la anábasis) no es sufi-ciente. Los sabios han de superar lo que hoy llamaríamos «un periodo de prácticas» (fase descendente de la dialéctica, la catábasis). Así pues, estos sabios, conocedores de la verdad y con experiencia política, dirigirán un Estado ideal (intelectualismo moral) dedicado a que los ciudadanos alcancen la justicia.