Portada » Historia » Isabel II y el Liberalismo en España: De la Regencia a la Revolución
En las primeras décadas del siglo XIX, se produjo en España la implantación del liberalismo, que trajo consigo los siguientes cambios:
El reinado de Isabel II consolidó el sistema liberal en España a través de una serie de cambios políticos. Este proceso culminó con la creación del Estado liberal. Se pueden distinguir dos periodos:
El gobierno heredado del reinado de Fernando VII creó la nueva división provincial de España en 1833, así como el Ministerio de Fomento. Los militares perdieron influencia, lo que les granjeó la enemistad de muchos de los principales generales del país.
El gobierno de Francisco Martínez de la Rosa impulsó el Estatuto Real, un intento de la nobleza por mantener su hegemonía política. Las Cortes se dividieron en dos cámaras con escasa representatividad. En torno al Estatuto surgió oposición, y bajo su vigencia se sucedieron gobiernos moderados. Los liberales se dividieron en:
En 1836, estalló el motín de los sargentos, junto con otros movimientos en diversas ciudades de España. María Cristina decretó el restablecimiento del orden, pero ese mismo año se inició la reforma de la Constitución. El nuevo texto aprobado fue menos avanzado que la Constitución de Cádiz. Moderados y progresistas se unieron para restringir el voto y apartar a las clases populares de las decisiones políticas.
El descontento popular se intensificó por la no reposición de la Inquisición y la represión de Fernando VII. Los defensores de las costumbres y los fueros eran grupos ultraconservadores. En 1830, nació Isabel, hija única de los reyes. Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción, derogando la Ley Sálica para que Isabel pudiera acceder al trono. Los carlistas se opusieron, buscando la reposición de la Ley Sálica y la coronación de Carlos. Esto dividió a la sociedad entre los partidarios de Carlos, defensor del Antiguo Régimen, y los de Isabel, apoyada por los liberales. La implantación del liberalismo en España se inició con una guerra civil: la Primera Guerra Carlista. El liberalismo fue impulsado desde la monarquía, no desde un movimiento revolucionario.
La guerra estalló tras la muerte de Fernando VII debido a la disputa dinástica.
La Primera Guerra Carlista se divide en tres fases:
En 1839, se instauró un gobierno moderado. Las tensiones con los progresistas aumentaron, especialmente por la Ley de Ayuntamientos. Ante el temor a una revuelta, la regente María Cristina acudió a Espartero, quien se había convertido en el nuevo hombre fuerte. María Cristina pactó un gobierno con Espartero y partió hacia Marsella, dejando a Isabel II a cargo del general. A partir de 1840, los progresistas dominaron la situación, pero la regencia de Espartero fue desastrosa. Se aceleró la desamortización eclesiástica y se recortaron los fueros vasco-navarros. La depresión económica provocó una rebelión en Barcelona, reprimida con un bombardeo. Espartero perdió apoyos y la oposición moderada continuó. Tras varios alzamientos militares, Narváez asedió Madrid y Espartero huyó a Cádiz. Las Cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel II.
Este periodo supuso la reafirmación del liberalismo político y la implantación de las bases económicas del capitalismo. El liberalismo doctrinario, liderado por el Partido Moderado, se impuso. Narváez estableció un sistema político estable pero autoritario, que se divide en dos fases:
En esta fase se llevaron a cabo las principales reformas políticas y se promulgó la Constitución de 1845, que recogía las ideas del moderantismo. Los hechos más importantes fueron: la creación de los cargos de gobernadores civiles y militares para centralizar el control, la creación de la Guardia Civil, la Ley de Ayuntamientos, una reforma fiscal, y la Constitución de 1845. Esta última rechazó la soberanía nacional, sustituyéndola por la soberanía compartida entre el pueblo y el rey. Se estableció un sistema bicameral, con un Senado aristocrático de nombramiento real. También se firmó un concordato con la Iglesia.
En 1854, un pronunciamiento militar, apoyado por el pueblo, llevó a los progresistas al poder. Los sublevados firmaron el Manifiesto de Manzanares, redactado por Cánovas del Castillo. Se inició la elaboración de una nueva Constitución progresista, que no llegó a entrar en vigor. Madoz emprendió reformas económicas en defensa de las clases medias. Esta época se caracterizó por una fuerte conflictividad social, con duras revueltas populares. Finalmente, los moderados regresaron al poder.
Tras dos años de gobierno de Narváez, el poder pasó a la Unión Liberal, liderada por Leopoldo O’Donnell. Fue un periodo de prosperidad económica para la burguesía. En política exterior, destaca la guerra con Marruecos, que terminó con la victoria española en la batalla de Castillejos y la paz de Wad-Ras.
Se sucedieron gobiernos conservadores y dictatoriales, incapaces de gestionar las crisis económicas y políticas. Esto creó las condiciones para la Revolución de 1868:
: En el periodo que transcurre todo esto, se produce en España la implantación del liberalismo con un proceso histórico que se inició con una guerra civil y continuó salpicando con enfrentamientos políticos y levantamientos populares y que culminó con una revolución que derrotó a la propia reina Isabel II. Una de las características de ésta era el protagonismo militar dado por la presencia de militares como líderes de los partidos políticos. Por otra parte, el poder de la oligarquía era excesivo provocando el fin del reinado de Isabel II e incluso la proclamación de la Primera República Española en 1873, durante el Sexenio Revolucionario.