Portada » Historia » Inmigración, Economía y Política en Argentina (1874-1910): Auge del Modelo Agroexportador
En el siglo XIX, Argentina buscaba integrarse al mercado internacional. Sin embargo, enfrentaba un obstáculo significativo: la escasez de mano de obra. Para resolver este problema, el Estado argentino implementó una política de inmigración masiva, aprovechando el excedente poblacional en Europa. Se establecieron agencias en Europa que ofrecían a los potenciales inmigrantes pasajes a bajo costo, estadía, transporte y alimentación durante la primera semana. Los inmigrantes, principalmente europeos, llegaban a Argentina con la esperanza de mejorar sus condiciones de vida y poder mantener a sus familias. Aunque el Estado prometió tierras a los inmigrantes para que se convirtieran en propietarios, esta promesa no se cumplió debido a la resistencia de la clase alta terrateniente. Este fenómeno se enmarca en el contexto de la Revolución Industrial.
Entre 1874 y 1910, una oleada de inmigrantes llegó a Argentina. Entre ellos se encontraban italianos, españoles, ingleses, franceses y polacos, entre otros. Una parte de estos inmigrantes se asentó en el campo, mientras que otra se estableció en las ciudades, desempeñándose en diversos oficios como carpinteros, albañiles y obreros. Estos trabajadores urbanos conformaron una nueva clase trabajadora que adoptó ideologías como el socialismo, el anarquismo y el comunismo. Muchos de ellos vivían en conventillos, edificaciones con numerosas habitaciones donde cada familia ocupaba una de ellas.
Los inmigrantes trajeron consigo sus propias ideologías políticas:
Argentina se integró al mercado internacional como exportadora de materias primas, respondiendo a la demanda europea. El comercio con el Reino Unido fue particularmente significativo. Los británicos exportaban a Argentina bienes manufacturados a cambio de las materias primas que necesitaban para su industria.
Las exportaciones británicas a Argentina crecieron considerablemente, incluyendo materiales esenciales para la construcción de ferrocarriles. La falta de infraestructura de transporte era un problema para la economía argentina, ya que dificultaba el traslado de la producción agrícola desde el campo hasta los puertos. Alrededor de 1880, empresas británicas financiaron la construcción de la red ferroviaria, facilitando así el desarrollo del modelo agroexportador.
El párrafo describe la situación de la clase trabajadora urbana, compuesta por obreros e inmigrantes que se asentaron en las ciudades debido a la falta de tierras disponibles en el campo. Aunque el trabajo en la ciudad no ofrecía las mejores condiciones, era la opción más accesible para muchos. Las condiciones de vida eran precarias, con viviendas insalubres y trabajos con condiciones laborales deficientes. La ideología más adoptada por este sector fue el socialismo, ya que buscaba mejorar las condiciones de los trabajadores.
El régimen político de la época se caracterizaba por ser un modelo centralizado en la oligarquía, que se definía como «el gobierno de los ricos, que generalmente son pocos». Se consideraba una «república restrictiva» porque la participación política estaba limitada a una minoría privilegiada, la oligarquía. Sin embargo, también se autodenominaban una «república abierta» porque garantizaban a sus habitantes el máximo de garantías en relación a su actividad civil, lo que implicaba que no habría cambios en la estructura social y que se mantendría una economía liberal.
La oligarquía implementó un sistema de control político para asegurar su permanencia en el poder. Entre las herramientas utilizadas se encontraban:
La élite gobernante se identificaba con el positivismo y el darwinismo social. El positivismo, la filosofía predominante en la clase dirigente, priorizaba la razón sobre el sentimiento y sostenía que tanto el hombre como la sociedad estaban en un progreso constante y permanente. Este concepto se relacionaba con la idea de «orden y progreso». Sin embargo, la Primera Guerra Mundial puso en crisis la creencia en el progreso constante. El darwinismo social se utilizaba para justificar la represión de la élite hacia los indígenas, argumentando que solo los más aptos sobrevivían. La represión se vinculaba con el concepto de «orden y progreso», ya que se consideraba necesario «educar» o eliminar a los «bárbaros». La represión benefició a los terratenientes, quienes adquirieron las tierras arrebatadas a los indígenas.
Otra ideología fundamental de la élite era el liberalismo económico. Defendían el libre comercio, la ley de oferta y demanda, la propiedad privada y la no intervención del Estado en la economía.