Portada » Geografía » Influencia del Medio en la Actividad Humana en España
El relieve continental español aporta recursos y guarda relación con ciertas actividades humanas, influyendo en los asentamientos. Estos buscan los emplazamientos más favorables en función de las necesidades de cada momento histórico. El relieve interviene en la actividad agraria: las zonas llanas y bajas ofrecen mejores condiciones que las elevadas y con fuertes pendientes. Proporciona recursos minerales y energéticos, que varían en función de la antigüedad geológica. La disposición periférica del relieve montañoso dificulta las comunicaciones entre la meseta y el litoral. Las peculiaridades del relieve pueden constituir un atractivo turístico. El relieve costero resulta desfavorable para la instalación de puertos, por el predominio de las formas rectilíneas, y para los recursos pesqueros por la escasa anchura de la plataforma continental.
El clima influye en la distribución de la población y el hábitat. La población evita las zonas con climas adversos, como los de montaña o los de sequía extrema, que presentan las densidades demográficas más bajas de España. El clima ejerce un notable influjo en la agricultura, pues los cultivos requieren unas condiciones térmicas y pluviométricas muy concretas. La atmósfera aporta fuentes de energía renovables y limpias: el viento genera electricidad en las centrales eólicas. El clima interviene en diversas actividades del sector terciario; el transporte se ve perjudicado por fenómenos como heladas, altas presiones y nieblas.
Entre los usos consuntivos del agua destacan el regadío agrario, el uso por los sectores económicos y el uso en los hogares y municipios. En España, el agua consumida por todos estos usos se ha incrementado en los últimos años como consecuencia del desarrollo económico, urbano y del nivel de vida. Entre los usos no consuntivos del agua se encuentran la pesca, la acuicultura, la producción hidroeléctrica, la navegación y los deportes náuticos.
Las obras para regular los recursos hídricos cuentan en España con una larga tradición histórica. Los ríos se han regulado mediante embalses, canales y trasvases. Los embalses son grandes extensiones de agua almacenada artificialmente detrás de una presa o barrera transversal a la corriente. Los canales de distribución, o conducciones de agua, presentan como principal problema la antigüedad o el mal estado de muchos tramos, causantes de fugas que suponen grandes pérdidas de agua. Los trasvases son transferencias de agua entre cuencas excedentarias y deficitarias. Otros recursos hídricos son algunos lagos pirenaicos, los acuíferos y el agua del mar, que es aprovechada mediante la desalinización.
Tiene dos fines principales: regulación y gestión de los recursos hídricos. La regulación corresponde a la Ley de Aguas, que establece que todas las aguas superficiales y subterráneas son de dominio público estatal. La gestión de los recursos hídricos se lleva a cabo mediante la planificación hidráulica. El Plan Hidrológico Nacional coordina los planes de las cuencas y diseña las actuaciones generales. Se propone alcanzar los siguientes objetivos: lograr el autoabastecimiento hídrico de cada cuenca, eliminando la dependencia del clima y del abastecimiento externo; conseguir una buena calidad del agua para beber y para el mantenimiento de los ecosistemas acuáticos; prevenir las inundaciones y sequías; e impulsar la investigación y la innovación tecnológica encaminadas a lograr los fines anteriores.
Proporciona recursos como alimentos para las personas y para los animales; aporta materias primas para diversas industrias; suministra fuentes de energía; y constituye un recurso para el ocio y el recreo. Contribuye a la protección y la mejora del medio ambiente: reduce la contaminación atmosférica, reduce el riesgo de inundaciones, protege el suelo y colabora a su fertilidad al transformarse en humus.
El poblamiento ha preferido tradicionalmente las áreas de suelos fértiles y la casa tradicional ha empleado los materiales del entorno: piedra en las áreas montañosas y barro en las cuencas y depresiones arcillosas. La producción agraria depende en parte de la fertilidad del suelo. Además, las características del suelo facilitan o dificultan el laboreo y la mecanización. Las infraestructuras resultan afectadas por algunas características del suelo; por ejemplo, las construidas sobre suelos arcillosos se ven perjudicadas por su tendencia al deslizamiento.