Portada » Filosofía » Immanuel Kant: Epistemología y Revolución Copernicana
Immanuel Kant vivió toda su vida en Königsberg (antigua Prusia). Fue profesor en la Universidad de Königsberg y su pensamiento, influenciado por el Racionalismo y el Empirismo, lo convirtió en uno de los filósofos más importantes del siglo XVIII. Defensor de los ideales liberales de la Ilustración, apoyó la Independencia Americana y la Revolución Francesa. Pacifista y ajeno a toda forma de nacionalismo, Kant era de constitución débil y metódico, su horario preciso permitía a sus vecinos calcular la hora.
En la Crítica de la razón pura, Kant se propone aclarar la posibilidad de un conocimiento científico de la metafísica. Este es el llamado «problema crítico». A diferencia de otras ciencias, la metafísica ha pretendido trascender la experiencia y ofrecer un conocimiento de entidades como Dios, el alma y el mundo como totalidad, a partir de conceptos a priori, es decir, independientes de la experiencia. Se trata de averiguar «qué y cuánto pueden conocer el entendimiento y la razón aparte de toda experiencia».
Según Kant, dado el antagonismo entre el Racionalismo y el Empirismo, es necesario hacer una crítica de la Razón y responder a la pregunta ¿qué puedo conocer?. Para ello, se propone analizar la Razón Pura, nuestra capacidad de conocer, en su obra Crítica de la Razón Pura.
Para responder a esta pregunta, Kant debe establecer los principios del conocimiento científico, un conocimiento seguro que sirve como base para determinar las condiciones de cualquier otro conocimiento que aspire a la certeza. Estas condiciones son dos: empíricas (de la experiencia, particulares y concretas de cada ciencia) y trascendentales o a priori (anteriores a la experiencia, universales de la razón y necesarias para todas las ciencias). El estudio se centra en las segundas.
«No hay duda alguna de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia (…)pero, aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso procede todo él de la experiencia». A diferencia de racionalistas y empiristas, que postulaban una única fuente del conocimiento (razón o experiencia, respectivamente), Kant propone dos fuentes del conocimiento: la sensibilidad (materia del conocimiento procedente de la experiencia) y el entendimiento (forma del conocimiento, independiente de la experiencia). Así, se distingue entre conocimiento a priori y conocimiento a posteriori.
Kant clasifica los tipos de juicios para analizar cuáles se emplean en la ciencia y cómo son posibles. En cuanto a si aportan nueva información, los juicios pueden ser:
El predicado está contenido en el sujeto. Son explicativos, no extensivos, no aumentan el conocimiento, sino que explican la relación entre sujeto y predicado. Son siempre verdaderos y, al no depender de la experiencia, son a priori. Ejemplo: «Todos los cuerpos son extensos».
Son extensivos, amplían el conocimiento. La relación entre sujeto y predicado añade algo al sujeto no contenido en su noción (el concepto de cuerpo no contiene la idea de peso). Son a posteriori, dependen de la experiencia. Si la experiencia es necesaria para conocer su verdad, los juicios serán a priori (verdad conocida sin experiencia, universal y necesaria) o a posteriori (verdad dependiente de la experiencia, no universal ni necesaria). Para Kant, los juicios científicos son los juicios sintéticos a priori: extensivos, aportan nuevo conocimiento, su verdad no depende de la experiencia, son universales y necesarios. Por ello, estudia las condiciones trascendentales de la razón que posibilitan estos juicios, analizando las tres facultades de la Razón: Sensibilidad, Entendimiento y Razón.
Si la necesidad y universalidad del conocimiento no proceden de la experiencia, el conocimiento no se explica como adecuación del sujeto a los objetos. Se debe suponer que los objetos se adecuan a nuestro conocimiento. Esta inversión del papel de sujeto y objeto es la «revolución copernicana» (o giro copernicano) de Kant. El entendimiento no es pasivo, sino activo, configurador de la realidad.
Cita de Kant
El sujeto configura la realidad, no es un receptor pasivo. La filosofía kantiana se denomina «idealismo trascendental»: idealismo porque se centra en las estructuras de conocimiento del sujeto, trascendental porque analiza los límites de dicho conocimiento. Las condiciones que posibilitan la determinación de los objetos por el sujeto se estudian en la Estética Trascendental y la Analítica Trascendental. Existen formas trascendentales a priori en la sensibilidad y el entendimiento, que actúan como un «molde» para los datos de la sensibilidad y los conceptos del entendimiento. Así, sensibilidad y entendimiento configuran la realidad.