Portada » Filosofía » Ideología y Utopía: La Construcción Social de la Realidad y la Esperanza Humana
Existen dos posturas fundamentales para entender el mundo y la sociedad:
Tanto la utopía como la ideología son posibles gracias a que la realidad humana se construye socialmente.
En 1967, Berger y Luckmann publicaron La Construcción Social de la Realidad. La tesis central del libro afirma que la sociedad es un producto humano y, al mismo tiempo, una realidad objetiva. El ser humano es un producto social, y la relación entre el ser humano y la sociedad es dialéctica: el ser humano es producto de la sociedad que él mismo ha creado.
La construcción social de la realidad se origina a partir de las experiencias colectivas del grupo humano. Estas experiencias se someten a procesos de externalización y objetivación, sedimentándose con el tiempo. Posteriormente, las experiencias objetivadas se institucionalizan, es decir, se fijan mediante un sistema de pautas y sanciones. La objetivación y la institucionalización pueden llegar a tal punto que lo que en realidad son productos humanos parezcan cosas naturales (reificación). El buen funcionamiento de una sociedad requiere que las instituciones sean respetadas y mantenidas. Para ello, es necesario un proceso de legitimación. Finalmente, este mundo objetivado y legitimado es internalizado por el individuo a través de la socialización, el proceso que lo construye como ser humano.
En resumen, los humanos construyen la sociedad, le dan sentido y la justifican. A su vez, la sociedad socializa al ser humano, quien acepta el sistema social como algo natural y legítimo. Sin embargo, si algún miembro de la sociedad no la acepta y desea cambiarla, surgen proyectos alternativos que deslegitiman el sistema social establecido y proponen una alternativa.
La ideología y la utopía son dos conceptos contrapuestos. Mannheim propone dos significados para el término utopía:
Quienes buscan conservar un sistema social defenderán una ideología y criticarán las utopías, y viceversa. De este modo, tenemos:
Tres aspectos fundamentales de la utopía:
Kant afirma que los ideales deben ser el máximo, la perfección, pero no es problemático si no se alcanzan. Las ideas utópicas tienen un carácter regulativo: guían al ser humano en lo que debe hacer, o al menos intentar.
ESPERANZA PARA SEGUIR ADELANTE > NO HAY VIDA GENUINA HUMANA SIN ESPERANZA
Luis Cencillo plantea que el ser humano es un ser desfondado, sin un suelo fijo sobre el que pisar (es decir, sin una vida organizada). Como consecuencia, se vuelve excéntrico: lo que da sentido a su vida no está en su propia especie, sino fuera, en el futuro. Siempre ha sido algo inexistente, un proyecto. Si se centra en el pasado, es patológico; si se centra en el presente, es anti-utópico.