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La filosofía de Hume lleva al extremo las tesis empiristas. Confiando en la experiencia como fuente de conocimiento, afirma que la razón elabora conclusiones generalizando observaciones particulares. Se propuso construir una teoría de la mente por la que explicaría el conocimiento. Esto no resultó tan sencillo y Hume fue dejando el proyecto.
Hume sustituye el término cartesiano “idea”, por el de “percepción” para referirse a todo contenido de la mente, afirmando que los conocimientos son de entrada (en primera instancia)
percepciones
Pero no todas las percepciones son iguales. Tenemos percepciones más intensas, llamadas impresiones, cuyo conjunto constituye la experiencia, y, por otro lado, existen percepciones, que parecen imágenes debilitadas de las impresiones y que son ideas.
Además, Hume establece el principio de copia, las ideas que derivan de las impresiones sensoriales tienen valor cognoscitivo (MÁS PRECISIÓN)
Hume formula tres leyes según las cuales se asocian las percepciones:
la semejanza (asociamos ideas que tienen cierto parecido entre sí), la contigüidad espacio-
temporal (agrupamos las ideas cuyas impresiones ocurrieron cercanas en el espacio y en el tiempo) y la causalidad (nos es inevitable asociar ideas entre las que establecemos nexos causales).
Hume distingue dos tipos de conocimiento:
las relaciones de ideas y las cuestiones de hechos.
Las relaciones de ideas son un conocimiento a priori, independiente de la experiencia, universal y necesario; establecida una relación de idea, su negación es una contradicción.
Las cuestiones de hecho es un conocimiento a posteriori, dependen de la experiencia, su negación no implica contradicción.
Las cuestiones de hecho del presente o del pasado se justifican mediante nuestras impresiones o mediante nuestra memoria. Las cuestiones de hecho del futuro se justifican sobre la base de la relación causal, pero Hume afirma que la relación entre causa y efecto no es una conexión necesaria, puesto que sólo podemos basarnos en la experiencia para establecer dicha relación, y ésta nos muestra únicamente tres cosas: que el fenómeno A (causa) siempre ha precedido al fenómeno B (efecto); que existe una contigüidad espacio-temporal entre A y B; y que A siempre ha provocado B hasta ahora, pero podría no hacerlo (conjunción constante). Esta conjunción constante observada crea en nosotros el sentimiento de necesidad, nos lleva a pensar que existe una conexión necesaria, pero en realidad es solo una creencia, motivada por la costumbre. Por tanto, las leyes fundamentales de la naturaleza solo tienen un cierto grado de probabilidad.
Como resultado de su empirismo radical, Hume es escéptico. Su escepticismo tiene una triple dimensión: escepticismo científico, metafísico y religioso. Finalmente, su escepticismo desembocará en el fenomenismo, doctrina que niega cualquier realidad objetiva e independiente del sujeto, incluso afirmando que lo único que existe son las impresiones y no una mente sustancial (alma) en la que se den.
La filosofía de Hume lleva al extremo las tesis empiristas. Confiando en la experiencia como fuente de conocimiento, afirma que la razón elabora conclusiones generalizando observaciones particulares. Se propuso construir una teoría de la mente por la que explicaría el conocimiento. Esto no resultó tan sencillo y Hume fue dejando el proyecto.
Hume sustituye el término cartesiano “idea”, por el de “percepción” para referirse a todo contenido de la mente, afirmando que los conocimientos son de entrada (en primera instancia) percepciones. Pero no todas las percepciones son iguales. Tenemos percepciones más intensas, llamadas impresiones, cuyo conjunto constituye la experiencia, y, por otro lado, existen percepciones, que parecen imágenes debilitadas de las impresiones y que son ideas.
Hume formula tres leyes según las cuales se asocian las percepciones: la semejanza (asociamos ideas que tienen cierto parecido entre sí), la contigüidad espacio-temporal (agrupamos las ideas cuyas impresiones ocurrieron cercanas en el espacio y en el tiempo) y la causalidad (nos es inevitable asociar ideas en las que establecemos nexos causales).
El empirismo radical de Hume le lleva a una crítica de la metafísica que incluirá la imposibilidad de afirmar la existencia del alma como sustancia. Dicha imposibilidad Hume la establece por dos razones. La primera, en base al principio de copia: es que no tenemos una impresión del yo al margen de sus contenidos. La segunda, por la imposibilidad de considerar el alma como causa de las impresiones en base a su análisis de la causalidad: sólo podemos relacionar causalmente aquello de lo que tenemos impresiones.
Hume afirma que lo que nos induce a atribuir realidad sustancial a la mente es la acción de la memoria que, al recordar, nos ofrece una sucesión de impresiones que terminamos por atribuir a un sujeto, confundiendo así la idea de sucesión con la de identidad. Esto conduce a Hume al fenomenismo, doctrina que niega que haya cualquier realidad objetiva e independiente del sujeto, afirmando que lo único que existe son las impresiones y negando incluso que podamos conocer la existencia de un sujeto independiente de las impresiones.
A la hora de establecer las distinciones morales concede un valor principal a los sentimientos (emotivismo moral). De estos destaca la simpatía, cualidad humana que impulsa a comprender los sentimientos de los otros. La simpatía está causada por la semejanza que la naturaleza ha establecido entre los seres humanos y permite superar el interés particular, afectándonos el bien o sufrimiento de los demás.