Portada » Latín » Historia de Roma: De los Orígenes al Imperio
Los orígenes de Roma son una fascinante mezcla de mitología e historia. La leyenda narra que la ciudad fue fundada en el 753 a.C. por Rómulo, quien, tras una disputa con su hermano Remo, se convirtió en el primer rey. Ambos eran, según la tradición, descendientes de Eneas, el héroe troyano, lo que vinculaba a Roma con la rica herencia griega.
Desde una perspectiva histórica, se estima que Roma surgió alrededor del 2000 a.C., cuando los primeros pueblos indoeuropeos llegaron a la península itálica. Hacia el siglo VIII a.C., en las colinas cercanas al río Tíber, comunidades de latinos y sabinos formaron pequeños asentamientos que, con el tiempo, se unieron en una federación, dando origen a la ciudad de Roma.
Durante sus primeros siglos, Roma estuvo gobernada por reyes, muchos de ellos de origen etrusco. La sociedad se organizaba en torno al rey, el Senado y las asambleas populares. Entre los logros más destacados de esta época se encuentran la construcción de la Cloaca Máxima, el Templo de Júpiter Capitolino y la primera muralla de la ciudad.
El último rey, Tarquinio el Soberbio, fue derrocado debido a su carácter autoritario, lo que condujo a la instauración de la República.
Tras la caída de la monarquía, Roma se transformó en una oligarquía gobernada por la nobleza patricia. Se ideó un sistema político para evitar la concentración del poder en una sola persona.
Los plebeyos, inicialmente excluidos del poder político, iniciaron una prolongada lucha por la igualdad que se extendió por varios siglos. Finalmente, lograron acceder a cargos públicos y consiguieron la creación de los tribunos de la plebe, magistrados con poder de veto sobre las decisiones del Senado.
Roma pasó de ser una ciudad-estado a dominar todo el Mediterráneo a través de una combinación de pactos y guerras:
La expansión territorial y el crecimiento económico generaron profundas desigualdades sociales y conflictos políticos:
El colapso del sistema republicano propició el surgimiento de líderes militares con ambiciones personales:
La victoria de Octavio sobre Marco Antonio marcó el fin de la República. En el 27 a.C., Octavio recibió el título de Augusto, convirtiéndose en el primer emperador de Roma. Este acontecimiento dio inicio al Imperio Romano, un período caracterizado por la máxima expansión territorial y la consolidación de un gobierno centralizado.