Portada » Historia » Historia de la Península Ibérica: Tartesos, Griegos y Romanización
Los tartesos eran autóctonos y se desarrollaron en Andalucía y en la baja Extremadura entre el 1000 a. C. y el siglo VI a. C., y trataban el metal como el intercambio del estaño. Los griegos del siglo VI a. C. se asentaron en colonias como Massalia y en embrión y crearon comercios e introdujeron el uso de la moneda. Los celtas se extendieron por el norte y el oeste peninsular. Vivían en castros y destacó el cultivo de trigo y cebada en las zonas más abruptas. Destaca la ganadería y las grandes figuras zoomorfas. Los fenicios y cartagineses, los llamaban los colonizadores, los fenicios en el siglo IX a. C., en las costas de Andalucía y fundaron factorías comerciales y productos como el Gadir, y los cartagineses llegaron en el siglo V y cuatro antes de Cristo.
La conquista romana peninsular empezó con la segunda guerra pública del 218 al 197 a. C., derrotando a los cartagineses y ocupando el área ibérica tras las guerras del ibéricas, 155 a 133 a. C. ocupan el centro peninsular y se divide Hispania en dos provincias. Acabando el siglo I a. C., conquistaron el norte de los celtas en las guerras cántabras del 29 al 19 a. C., entre los siglos tres y cuatro a. C. Hispania se volvió a dividir en seis provincias. En el 476 se da la caída de Roma, que había perdido la península por la invasión germánica. Las aportaciones romanas son en ámbitos como la economía es esclavista, introdujeron el olivo, el cereal, técnicas y herramientas nuevas, en industria aportan Espar, lino y Garum, construyen vías y puertos e integran su moneda al Denario. Implantan el latín vulgar y derecho jurídico romano y la religión politeísta abandonada en el siglo I por el cristianismo. Obras públicas de destacan el acueducto de Segovia y teatros como en Mérida.
En el 409 invaden Hispania los pueblos germánicos, nuevos vándalos y Alanos. Roma, sin poder retenerlos, pide ayuda a los visigodos de Toulouse en el 411 y acuden arrinconando a los nuevos y expulsando a los vándalos y Alanos al norte de África. La debilidad de Roma crea su propio reino, el primer reino peninsular. Su monarquía es electiva y surge la nobleza en instituciones como el aula regia y el oficio platino. Creen en Jesús, que es hijo del hombre y no de dios, siendo esto una herejía, pero alcanzan la unidad religiosa cristiana tras los concilios de Toledo con la conversión del rey recadero en el 589. En el 654 el rey Recesvinto implanta la ley que agrupa los derechos hispanos, romanos y visigodos. Alcanza la unificación territorial a comienzos del siglo VI con la expulsión de nuevos y bizantinos y aislamiento de los vascones y se inicia un corto el régimen económico que sucedió a los hispano romanos.
En política, el rey tiene el poder supremo y consta de la curia regia, formada por sus consejeros que se sitúa en la capital. Destacan las cortes y asambleas de los tres estamentos, sin función legislativa, siendo las más antiguas las de León en 1118. Las occidentales aprobaban los subsidios del rey, atendían a las quejas de los procuradores y servían de consulta al rey. En Cataluña, Aragón y Valencia en el siglo XIII aprobaban los subsidios y a veces alguna ley. En Cataluña surge la generalidad en el siglo XIV con la función de las Cortes cuando no eran convocadas.
En Navarra, las Cortes controlaban los fueros propios del reino. La nobleza y el clero tenían autonomía y privilegios y se seguían de la burguesía en municipios gobernados por los consejos de dos tipos abiertos o cerrados. La sociedad feudal era un sistema territorial de señores y vasallos. Los señores podían ser la nobleza o el clero y ejercían un dominio jurisdiccional además de exigir impuestos. Había dos estamentos, los privilegiados como la alta nobleza y los no privilegiados como los campesinos.
Las instituciones básicas de gobierno eran la monarquía, las Cortes y los municipios. En Castilla, la monarquía tenía poderes más extensos. En Aragón, el monarca debía dedicarse a mantener el derecho y respetar costumbres ante la posesión del cargo. El auge de las ciudades ofrecía al monarca la posibilidad de obtener recursos, pero la burguesía exigía su incorporación en las cortes como contraparte. En Castilla tenían un carácter consultivo y en ella se aprobaban subsidios. En la corona de Aragón, cada reino tenía sus propias cortes que tenían un cierto poder legislativo y votaban los impuestos. En Castilla surgió la figura del corregidor, representante del poder real y algunas ciudades de la corona de Aragón. Los órganos de gobierno quedaron en manos de la burguesía.