Portada » Historia » Historia de la Península Ibérica: De la Prehistoria a la Reconquista
Hace 800.000 años, durante el Pleistoceno inferior, se encontraron restos del Homo antecessor (hombre predecesor) en la sierra de Atapuerca (Sima de los Huesos). Posteriormente, hace 300.000 años, aparece el Homo heidelbergensis, que evolucionaría al Homo neanderthalensis en el este de la Península y la Cordillera Cantábrica hace 80.000 años (Paleolítico medio). Finalmente, el Homo sapiens sapiens (Paleolítico superior, 40.000 años), nuestro antepasado directo, habitó cuevas como Altamira (Cantabria).
Durante el primer milenio a.C., la Península Ibérica estaba habitada por íberos, celtas, celtíberos y tartesios. Además, tres pueblos colonizadores (fenicios, griegos y cartagineses) llegaron a la Península con fines de explotación económica y dejaron importantes aportaciones culturales.
Los íberos se asentaron en el levante y Andalucía, organizados en ciudades independientes gobernadas por reyes. Destacan sus exvotos, damas oferentes (Dama de Elche y Baza) y estatuas funerarias (Cerro de los Santos).
Los celtas, de origen indoeuropeo, ocuparon el norte y oeste peninsular. Eran guerreros y excelentes metalúrgicos. Vivían en castros amurallados con viviendas de forma circular.
Los tartesios se desarrollaron en el valle del Guadalquivir entre el 700 y el 500 a.C. (derrotados por los cartagineses). Tuvieron una fuerte influencia política y cultural (Tesoro del Carambolo) y recibieron influencia de fenicios y griegos.
En el año 411, los visigodos entraron en la Península Ibérica como aliados del Imperio Romano para expulsar a vándalos, suevos y alanos. Tras la caída del Imperio en 476, los visigodos acabaron reemplazando el poder imperial, aunque su dominio no fue del todo efectivo debido a su menor desarrollo cultural respecto a los hispanorromanos.
La unificación territorial se logró con Leovigildo (573-586) y la religiosa con Recaredo (586-601), quien se convirtió al cristianismo en el III Concilio de Toledo (589). Recesvinto (649-672) estableció la igualdad jurídica entre visigodos e hispanorromanos con el Liber Iudiciorum (654).
El dominio visigodo se mantuvo hasta la llegada de los musulmanes en 711. Su organización se basaba en las siguientes instituciones:
La figura cultural más importante fue San Isidoro de Sevilla (siglo VII), cuya obra»Las Etimología» es una síntesis del saber antiguo.
La expansión del Islam por el Mediterráneo y las luchas internas de los visigodos propiciaron la entrada de los musulmanes en la Península. Tras la batalla de Guadalete (711 d.C), los musulmanes ocuparon prácticamente todo el territorio.
Los bereberes se asentaron en las zonas más despobladas, mientras que los árabes ocuparon las mejores tierras. Las disputas entre ambos debilitaron el poder central.
Al-Ándalus formó parte del imperio islámico, dependiente política y religiosamente de Damasco.
Abedelramán I, único superviviente de la familia omeya, se hizo con el poder y declaró el Emirato Independiente, un gobierno autónomo que reconocía la supremacía religiosa de los califas abbasíes de Bagdad.
Abdelramán III rompió la subordinación religiosa con Bagdad y adoptó el título de Califa. Favoreció el comercio, la agricultura, la industria y la cultura en un periodo de gran esplendor. Tras la muerte de Almanzor (caudillo militar) en 1002 d.C, el califato se desintegró en numerosos reinos de taifas (1031 d.C).
La base económica de Al-Ándalus fue la agricultura, con innovaciones como el perfeccionamiento de las técnicas de regadío y la introducción de nuevos cultivos (arroz, caña de azúcar, azafrán, algodón).
Las ciudades se revitalizaron como centros de consumo, estimulando la producción industrial, la artesanía y el comercio.
La España musulmana fue la vía de transmisión a Occidente de la cultura y ciencia musulmana, con influencias helenísticas, persas, indias y chinas.
Destacan la literatura (Ibn Hazn,»El collar de la palom»), la Historia, la Filosofía (Averroes), las Matemáticas, la Astronomía, la Medicina (Abulcasis y Maimónides), la Música y el Derecho. Córdoba se convirtió en la capital cultural de Occidente.
Algunos pueblos del norte (astures, cántabros y vascones) lograron mantener su independencia del poder musulmán. El primer centro de resistencia cristiano fue el reino de Asturias, con capital en Cangas de Onís. Su rey Pelayo venció a los musulmanes en la batalla de Covadonga (722).
En el reino astur-leonés se formaron el condado de Castilla y el condado de Portugal. En la zona pirenaica surgieron el reino de Navarra, los condados pirenaicos (Aragón, Sobrarbe y Ribagorza) y la marca hispánica, que formarían la corona de Aragón.
La Reconquista, que comenzó en 722 y terminó en 1492, fue un periodo de enfrentamiento entre cristianos y musulmanes en la Península Ibérica. Sus principales etapas son:
Fijación de la frontera del reino asturiano en el río Arlanzón y el curso medio y bajo del Duero.
León y Castilla rebasan la Cordillera central y ocupan la cuenca del Tajo. Reconquista de Toledo (1085) y Zaragoza (1118). Retroceso con la llegada de los almorávides (1085-1145).
Dominio castellano-leonés del valle del Guadiana y Sierra Morena. Batalla de las Navas de Tolosa (1212). Ocupación del valle del Guadalquivir por Fernando III de Castilla (1255) y de Valencia y Baleares por Jaime I de Aragón (1276).
Avance cristiano por Andalucía. La Península queda dividida en cinco reinos: Castilla, Portugal, Navarra, Aragón y Granada (último reducto musulmán hasta 1492).