Portada » Historia » Historia de la Hispania Romana y la Influencia Islámica
Los problemas de la romanización estuvieron ligados a las circunstancias y a la política de la República Tardía Romana. Se debieron a:
Se crearon provincias para dividir el territorio. Durante la República, Hispania se dividió en Citerior y Ulterior. A lo largo del dominio romano, ya en el Bajo Imperio, se acabaron creando 5 provincias: Tarraconensis, Cartaginensis, Baetica, Lusitania y Gallaecia. Estas provincias eran consideradas territorios explotados y sometidos a Roma, y eran gobernadas por un pretor.
Los romanos crearon vías de comunicación, siendo las más importantes la Vía de la Plata y la Vía Augusta. La administración se basaba en un entramado de ciudades con funciones administrativas, económicas, culturales y políticas. Las viejas ciudades se transformaron progresivamente en ciudades romanas y se crearon otras nuevas llamadas colonias.
La población se desarrolló y creció la producción agrícola y el comercio. Se repartieron tierras (Ager Publicus) entre los colonos, especialmente entre los antiguos soldados. Se construyeron canales, se usó nuevo utillaje agrícola, se vendían esclavos y se exportaban minerales.
La sociedad estaba formada por:
La religión se apoyaba en divinidades oficiales, hasta que se introdujo el cristianismo, que acabó convirtiéndose en la creencia mayoritaria.
La lengua latina desplazó a casi todas las lenguas prerromanas. Además, se aportaron escritores, filósofos, historiadores, geógrafos y agrónomos, debido a una gran labor educativa. En las nuevas ciudades se crearon numerosas obras públicas: teatros, acueductos, etc.
Las fases en las que se dividió la romanización fueron: República, Alto y Bajo Imperio y, por último, anarquía militar.
A lo largo del siglo III, el Imperio Romano Occidental vivió un período de crisis que afectó a su sistema, debido a la enorme extensión del imperio y a los enormes gastos necesarios para sostenerlo. Esta crisis se manifestó en:
Esta inestabilidad fue detenida por Diocleciano mediante una serie de reformas seguidas después por Constantino. Se realizó una nueva división territorial para controlar las provincias, pero la crisis siguió agudizándose. La vida urbana fue languideciendo y los propietarios huyeron a sus villas. Se inició el sistema de colonato, y la pérdida progresiva del valor de la moneda provocó el hundimiento del comercio. Las grandes propiedades agrícolas se fueron reconvirtiendo en una economía basada en la autosuficiencia. Este proceso llevó a la «ruralización» de la sociedad.
En el año 1086 llegaron a la península los almorávides, que acabaron con los reinos de taifas y lograron contener el avance de los cristianos (batalla de Sagrajas y Uclés). A partir del siglo XII, el poder almorávide se vino abajo y se produjeron los segundos reinos de taifas. Más tarde aparecieron los almohades, que tras la derrota de las Navas de Tolosa (1212) vieron su imperio hundirse. El único reino de taifa que sobrevivió fue el de Granada, donde hubo grandes tensiones en el siglo XV. La población en Granada era numerosa, y destacaban la agricultura y el comercio. La muestra de arte más importante es la Alhambra. En 1492, los Reyes Católicos acabaron con este último reino de taifas y lo incorporaron a su imperio.
En algunos aspectos, la influencia islámica fue destructora. Pero, por lo general, fue constructiva y enriquecedora: se contempló y embelleció la obra de los romanos.
En el arte, destacan aportaciones como la Gran Mezquita de Córdoba, el Palacio de Medina Azahara, la Giralda de Sevilla y la Alhambra.
Destacan los maestros y pensadores. Convivieron tres religiones: musulmana, cristiana y judía.
Supuso grandes innovaciones en agricultura y ganadería. La industria alcanzó gran importancia (manufacturas y artesanado). Se construyeron navíos, y el comercio se efectuaba en los zocos.
Las ciudades tuvieron gran importancia; se crearon algunas medinas como Córdoba, Granada, etc. La sociedad era piramidal:
También había esclavos, y las mujeres vivían en inferioridad.
El cargo de califa fue la máxima autoridad y ejercía poder absoluto, política y espiritualmente.
El territorio se dividía en coras.