Portada » Filosofía » Historia de la Filosofía: Principales Pensadores y Conceptos
Consideraba que el conocimiento verdadero solo podía obtenerse a través de la razón y la lógica, negando la existencia del cambio y defendiendo la idea de la unidad y la inmovilidad del ser.
Defendió la primacía del método deductivo y la duda metódica para alcanzar el conocimiento verdadero. Su famoso principio «Cogito, ergo sum» («Pienso, luego existo») resalta la importancia de la conciencia y la razón como fundamentos del conocimiento.
Introdujo la distinción entre fenómeno (lo que percibimos) y nóumeno (la realidad en sí misma), argumentando que el conocimiento humano está limitado por las estructuras mentales a priori. Propuso la idea de que el conocimiento se construye a partir de la interacción entre la mente y la experiencia.
Consideraba que el conocimiento verdadero es el conocimiento de las Formas o Ideas eternas y perfectas, que son la realidad última detrás de las apariencias del mundo sensible. Su teoría de las Ideas influyó profundamente en el pensamiento occidental.
Se centró en el estudio de la naturaleza y el mundo empírico, defendiendo el método inductivo como medio para obtener conocimiento. Para él, el conocimiento verdadero se alcanza mediante la observación y la clasificación de los fenómenos naturales.
Es conocido por su crítica al racionalismo y su énfasis en la experiencia sensorial como base del conocimiento. Argumentaba que no hay garantía de que las relaciones causales observadas en la naturaleza sean necesarias, lo que socava la certeza del conocimiento empírico.
Aristóteles dice que las cosas pueden ser o no ser: el no ser relativo y el no ser absoluto. Una semilla no puede ser absolutamente un perro, pero sí puede ser relativamente un árbol. Por tanto, el ser es uno en globalidad, pero puede relativamente llegar a ser otra cosa dentro de unos límites.
Aristóteles da una explicación al cambio o el movimiento: el movimiento es el cambio de la potencia al acto de aquello que está en potencia.
Existen dos tipos de cambios:
Según Aristóteles, el movimiento natural de los objetos sublunares es lineal y dirigido hacia su lugar natural en el universo: los objetos pesados como los elementos tierra y agua tienden a moverse hacia abajo, mientras que los ligeros como el aire y el fuego tienden a moverse hacia arriba. Además, creía en la existencia de un primer motor inmóvil, que origina todo movimiento sin moverse a sí mismo.
Parménides, por su parte, ofrece una visión muy distinta del mundo, que a menudo se describe como antagónica al concepto de movimiento. En su poema filosófico, sostiene que el cambio y el movimiento son ilusiones, argumentando que la realidad es un solo ser, inmutable, continuo e indivisible. Parménides niega la existencia del no-ser (o vacío), y por lo tanto, cualquier tipo de cambio o movimiento implicaría el no-ser, lo cual es imposible según su lógica.
Para Aquino, la fe y la razón son dos formas de conocimiento que pueden coexistir armoniosamente. Sostenía que la razón y la filosofía podían llevar al conocimiento de verdades naturales, mientras que la fe revelada por Dios a través de la religión proporcionaba verdades sobrenaturales. Según Aquino, la fe y la razón pueden complementarse entre sí y no deben entrar en conflicto.
Agustín también valoraba la razón, pero tenía una visión más jerárquica de la relación entre la fe y la razón. Creía que la fe precedía a la razón y que la razón estaba subordinada a la fe. Para Agustín, la fe era la guía suprema para la comprensión del mundo y la búsqueda de la verdad, y la razón estaba destinada a servir a la fe.
La «alegría de la caverna» de Platón es una metáfora que describe el proceso de liberación del alma hacia el conocimiento verdadero. En la alegoría, los prisioneros encadenados en una caverna representan a las personas que viven en la ignorancia, viendo solo sombras proyectadas en la pared frente a ellos. El prisionero liberado que sale de la caverna simboliza al filósofo que alcanza el conocimiento verdadero al ascender hacia el mundo de las Ideas, fuera de la caverna. Esta experiencia de descubrimiento se describe como una alegría, pero también puede ser dolorosa y desorientadora al principio, ya que el individuo se enfrenta a una realidad completamente nueva y desconocida.
Las Ideas, o Formas, son entidades perfectas y eternas que existen independientemente del mundo sensible. Son la realidad última y son accesibles solo a través de la razón y la contemplación. Platón distingue entre el mundo sensible, que percibimos a través de los sentidos y que es un reflejo imperfecto de las Ideas, y el mundo inteligible, donde residen las Ideas.
El dualismo cartesiano se refiere a la distinción entre la mente (res cogitans) y el cuerpo (res extensa). Descartes sostiene que la mente y el cuerpo son entidades separadas y distintas, con propiedades y naturalezas diferentes. Esta dualidad se basa en la idea de que la mente es una sustancia pensante, mientras que el cuerpo es una sustancia extensa que ocupa el espacio. La idea de Descartes sobre la mente como una entidad separada del cuerpo es diferente de la noción platónica de las Ideas como entidades independientes del mundo sensible.
Movimiento cultural del siglo XVIII que supuso la adaptación de una actitud general que influyó en los temas objeto de interés y en el enfoque con que se aborda.
Tanto la Ilustración como Kant enfatizaban el papel de la razón en la búsqueda del conocimiento y la comprensión del mundo. Kant, en particular, promovió la idea de la autonomía moral, argumentando que los individuos deben actuar de acuerdo con su propia razón y principios morales, en lugar de obedecer ciegamente a autoridades externas. También la Ilustración abogaba por la libertad individual y la igualdad de todos los seres humanos ante la ley y la moral. Kant compartía esta visión, defendiendo la idea de que todos los individuos poseen dignidad intrínseca y deben ser tratados como fines en sí mismos, no como meros medios para los fines de otros.
La filosofía ética de Immanuel Kant se basa en un enfoque deontológico, que significa que se centra en el deber y la moralidad de las acciones en sí mismas, en lugar de en las consecuencias o resultados de esas acciones.
Kant propuso un enfoque ético conocido como el imperativo categórico, que establece que una acción es moralmente correcta si puede ser universalizada y si respeta la dignidad de las personas como seres racionales y autónomos. En otras palabras, una acción es moralmente correcta si puede convertirse en una regla universal para todos los seres racionales sin contradicción.
Además, Kant enfatizó la importancia de actuar por deber y no por inclinación o deseo. Según su ética, las acciones motivadas por el deber son las únicas que tienen un valor moral genuino, independientemente de las consecuencias o resultados.