Portada » Historia » Historia de Al-Andalus: Evolución Política y Crisis del Siglo XI
A principios del siglo VIII, la Península Ibérica fue conquistada por los musulmanes, quedando incorporada al ámbito de una nueva civilización. Esta región, que recibió el nombre de Al-Andalus, sirvió como puente entre la Edad Media y la Antigüedad clásica, conectando Oriente y Occidente.
Durante ocho siglos, Al-Andalus coexistió con los reinos cristianos que se formaron en el norte peninsular. En un principio, mantuvo su superioridad sobre los núcleos cristianos, pero con la caída del califato de Córdoba se inició el declive del poder islámico.
En el año 711, Musa envió una expedición dirigida por Tariq, quien logró atravesar el estrecho de Gibraltar y derrotar a Don Rodrigo en la batalla de Guadalete. Al año siguiente, Musa cruzó el estrecho con un nuevo ejército y se unió a las tropas de Tariq en Toledo. En pocos años, la conquista se consumó.
La conquista fue un proceso rápido y sencillo gracias a:
Al-Andalus quedó bajo el gobierno de un valí dependiente del califa de Damasco, estableciéndose la capital en Córdoba. Los avances hacia el norte continuaron, pero los musulmanes fueron derrotados por los cristianos en la batalla de Covadonga (722) y la batalla de Poitiers (732).
Estos fueron años de gran inestabilidad política, marcados por los enfrentamientos entre los propios grupos conquistadores (árabes y bereberes). El abandono de sus tierras por parte de los bereberes favorecería la expansión asturiana. Estas disputas, a las que se sumarían los sirios, impidieron el establecimiento de un poder fuerte y centralizado en la península.
En el año 750, una sublevación abasí en Damasco acabó con la familia de los Omeyas. Su único superviviente, Abderramán I, logró apoderarse del gobierno de Al-Andalus en 756 y proclamarse emir.
El emirato atravesó alternativamente por periodos de cierta estabilidad y por otros de fuertes presiones. En la corte, quedó centralizada la administración del Estado, atendida por el Hachib (primer ministro).
A las tensiones entre los árabes se sumó el descontento de los bereberes, que seguían marginados, y de mozárabes y muladíes por el aumento de la presión fiscal y la confiscación de sus tierras. A fines del siglo IX, la situación se hizo insostenible tras la sublevación protagonizada por Omar ben Hafsun, que no sería sofocada hasta la subida al poder de Abderramán III.
: En 929 se autoproclamó califa, lo cual
suponía la independencia política y religiosa de Al-Ándalus, con
él alcanzó su punto culminante el poder político y económico de
Al-Andalus (demostrando la legitimidad de los omeyas frente a los
abasies y la fuerza frente a los fatinies del norte de áfrica) Le
sucede su hijo Alhakam II con quien Córdoba alcanza su esplendor
cultural y a su muerte decae el califato y por tanto la dictadura
de Almanzor y a la muerte de Almanzor sus hijos conservan el poder
hasta que en 1009 Hisham II tiene que abdicar y se produce una
guerra civil entre los árabes, bereberes y eslavos. Hasta que en
1031 una asamblea pone fin al califato. Las causas del
derrumbamiento es el espíritu de guerra santa que había animado
la expansión del Islam estaba agotado, el imperio abasí se
encontraba disgregado y numerosas familias se habían hecho con el
control en las provincias. En el interior de Al-Andalus interior
tiene tensiones entre árabes y los grupos de bereberes y eslavos y
el descontento de la población campesina. 2. La
crisis del siglo XI-2.1.
Reinos Taifas: Tras la
desaparición del califato Al-Ándalus se fragmenta en una serie de
reinos independientes (taifas) que para sobrevivir tienen que pagar
parias a los cristianos. Es una época de inestabilidad y debilidad
política y militar, pero con un gran esplendor cultural. En 1085
Alfonso VI conquista Toledo y los reinos taifas piden ayuda a los
almorávides, que derrotan a los cristianos en Sagrajas y a
continuación unifican Al-Ándalus.