Portada » Medicina y Salud » Higiene y Salud Infantil: Prevención y Manejo en Centros de Atención Temprana
La higiene no se limita solo a la atención y el cuidado personal, sino que abarca un entorno mucho más amplio, intentando desarrollar unas condiciones ambientales óptimas allí donde nos movemos. Desde la escuela infantil, debemos satisfacer esta necesidad estableciendo una normativa clara en cuanto a la higiene del aula y los demás espacios por donde el niño transita.
La limpieza abarcará todos los ámbitos: mobiliario, lavabos, aulas y juguetes. Las operaciones de limpieza serán realizadas por un equipo específico. Los educadores tendrán la obligación de recoger los materiales utilizados y de no ensuciar más de lo estrictamente necesario.
Las labores de limpieza deben estar planificadas, realizarse preferentemente fuera del horario escolar, utilizando productos adecuados y homologados. Es crucial guardar estos productos de limpieza fuera del alcance de los niños. Para mantener esta normativa, también cuidaremos aspectos como la temperatura, la ventilación y la iluminación adecuadas de los espacios.
Estas labores de limpieza y desinfección deben realizarse a diario, con especial atención en los baños, la cocina y las zonas de cambio de pañal. En todo el centro debemos contar con suelos antideslizantes y, en áreas de juego o descanso, con zonas debidamente acolchadas para prevenir accidentes.
Las actuaciones inadecuadas en las medidas de higiene pueden facilitar la aparición y propagación de infecciones y otras alteraciones de salud. Muchas de ellas se transmiten fácilmente y pueden afectar a numerosos niños en el entorno escolar.
La labor del educador es fundamental: debe estar alerta para detectar, prevenir y, si es necesario, aislar los brotes de estas infecciones, además de realizar un seguimiento adecuado de los casos.
Los indicadores que nos servirán para identificar posibles situaciones de negligencia o dificultad son:
Inflamación visible en la piel, localizada principalmente en la zona cubierta por el pañal. Se debe a la humedad excesiva y prolongada producida por la orina y las heces, así como al roce. Esta excesiva humedad suele ser consecuencia de un cambio poco frecuente del pañal.
Solución: La base del tratamiento es la limpieza frecuente de la zona con agua tibia y jabón neutro, seguida de un secado minucioso y suave, sin frotar. Tras secarlo, se recomienda aplicar una pomada específica (pasta al agua o crema barrera) que ayude a la curación y proteja la piel. Es beneficioso que el niño pase tiempo con la zona al aire libre, si es posible.
Es una infección causada por el hongo Candida albicans que afecta comúnmente la boca y/o la zona genital.
Tratamiento: No se cura con remedios caseros. Es necesario acudir al pediatra para confirmar el diagnóstico y recibir el tratamiento antifúngico adecuado (oral o tópico).
Infección intestinal causada por pequeños gusanos (oxiuros). Producen un intenso picor anal, especialmente por la noche, lo que puede interrumpir el sueño y causar irritabilidad.
Contagio y Prevención: Se contagia por la ingesta de los huevos del parásito, generalmente a través de manos contaminadas (tras rascarse la zona anal o tocar superficies contaminadas). Los huevos se depositan alrededor del ano. Para prevenirla, es fundamental una estricta higiene de manos (especialmente después de ir al baño y antes de comer), mantener las uñas cortas y limpias, y cambiar la ropa interior y de cama con frecuencia.
Tratamiento: Se debe acudir al pediatra para recibir el tratamiento antiparasitario adecuado, que generalmente debe administrarse a toda la familia conviviente.
Infestación del cuero cabelludo por piojos, pequeños insectos parásitos que se adhieren al cabello y se alimentan de sangre. Causan picor intenso (prurito), lo que puede llevar a rascarse y provocar pequeñas heridas y costras, con riesgo de sobreinfección.
Características y Contagio: Se reproducen rápidamente depositando liendres (huevos) cerca de la raíz del pelo, especialmente en la nuca y detrás de las orejas. Se contagian principalmente por contacto directo cabeza con cabeza, y menos frecuentemente a través de objetos compartidos como peines, cepillos, gorros, bufandas o ropa de cama.
Tratamiento y Control: El tratamiento consiste en la aplicación de lociones o champús pediculicidas específicos, siguiendo estrictamente las instrucciones, y la eliminación manual de piojos y liendres con una lendrera (peine de púas finas). Además, es importante lavar la ropa de uso personal, toallas y ropa de cama utilizada por la persona infestada con agua caliente (a más de 60°C) o secarla en secadora a alta temperatura. Si se detecta un caso en la escuela, se debe informar discretamente a las familias para que revisen a sus hijos y tomen medidas. Se recomienda que el niño afectado no asista al centro hasta haber iniciado el tratamiento y estar libre de piojos vivos.
Destrucción progresiva de los tejidos duros del diente (esmalte y dentina) debido a los ácidos producidos por las bacterias de la placa dental al metabolizar los azúcares de la dieta.
Causas y Consecuencias: Provoca la formación de cavidades, sensibilidad, dolor y, en casos avanzados, infecciones que pueden llevar a la formación de abscesos (flemones). Es muy común en la infancia, influenciada por factores como el consumo frecuente de azúcares (especialmente entre comidas), una higiene dental deficiente y, en menor medida, factores hereditarios o de la propia saliva.
Prevención y Tratamiento: Para prevenirla, es fundamental instaurar una buena higiene bucodental desde la aparición de los primeros dientes: cepillado después de cada comida (al menos dos veces al día, siendo el nocturno el más importante) con pasta fluorada adecuada a la edad, limitar el consumo de alimentos y bebidas azucaradas, y realizar revisiones periódicas con el odontopediatra. Detectar y tratar las caries a tiempo, incluso en los dientes de leche, es crucial para evitar dolor, infecciones y problemas en la futura dentición permanente.
Es la inflamación de la conjuntiva, la membrana transparente que recubre el interior de los párpados y la superficie blanca del ojo (esclerótica). Puede ser causada por virus, bacterias, alérgenos (polen, ácaros) o irritantes (cloro, humo, cuerpos extraños).
Síntomas y Tratamiento: Provoca enrojecimiento ocular, picor o escozor, lagrimeo, sensación de cuerpo extraño y, a menudo, secreción (legañas) que puede ser acuosa (viral, alérgica) o purulenta (bacteriana). El tratamiento depende de la causa: limpieza ocular con suero fisiológico estéril, compresas frías, colirios antibióticos (si es bacteriana), antihistamínicos (si es alérgica) o antivirales en casos específicos. Las conjuntivitis infecciosas (virales y bacterianas) son contagiosas.
Es el hábito compulsivo de morderse las uñas. Es frecuente en la infancia y la adolescencia, y puede causar daños en las uñas, la cutícula y la piel circundante (heridas, padrastros), favorecer infecciones (paroniquia) y provocar desgaste o problemas en los dientes.
Causas y Abordaje: Suele estar relacionado con el estrés, la ansiedad, el aburrimiento o ser un hábito aprendido. Para abordarlo, se puede intentar identificar los desencadenantes, ofrecer alternativas (masticar chicle sin azúcar, usar juguetes antiestrés), mantener las uñas cortas y cuidadas, y aplicar productos de sabor amargo en las uñas. Si el hábito es muy persistente o causa problemas significativos, se recomienda buscar orientación médica o psicológica.
Pérdida involuntaria de orina en niños que ya han superado la edad en la que se espera el control de la vejiga (generalmente, a partir de los 5-6 años).
Falta de control del esfínter anal, que resulta en la evacuación involuntaria y repetida de heces en lugares inapropiados (ropa interior, suelo) en niños mayores de 4 años.
Un hábito es una conducta aprendida que se repite de forma regular y automática, llegando a realizarse sin necesidad de un gran esfuerzo consciente o control externo. Todas las rutinas relacionadas con la higiene (lavarse las manos, cepillarse los dientes, ducharse) deben convertirse en hábitos sólidos que el niño incorpore y mantenga a lo largo de su vida para promover su salud y bienestar.
La adquisición de un hábito sigue, generalmente, un proceso: