“No solicitan menos mí bable curiosidad las yerbas que deleitan mi vista, Arráncoías, saco mi ¡ente, examino su traza, el número de sus estambres y pistilos, sus cálices, pétalos, semillas, tallos, hojas,.. Ya te conozco: Tú perteneces a tal especie, a tal género, a tal clase, de plantas del sistema del gran Lineo, y los botánicos te llaman… Réstame sólo saber qué nombre te dan mis paisanos. ” José de Viera y Clavijo (1731-1813)
Aludía de esta manera al Sistema Binomial, o forma de clasificación de las plantas en general, universalmente aceptado por la comunidad científica, desarrollado desde el año 1753 por el gran naturalista y botánico sueco Cari von Linné (castellanizado: Linneo),
La unidad de clasificación de las plantas es la “Especie” que agrupa a los individuos que tienen la mayor parte de las carácterísticas en común: “canariense”.
Dentro de una misma especie, como consecuencia del tipo de terreno en que se críe, del clima y de las posibles hibridaciones o cruces que haya sufrido, se pueden presentar un número variable de “Variedades” con la misma composición química, pero con algunas diferencias en la concentración de principios activos.
Las especies parecidas entre sí, que comparten algunas carácterísticas comunes, se agrupan en “géneros”: “Hypericum”.
Varios géneros similares se agrupan en una “Familia” que igualmente comparten alguna carácterística común que las define:”HYPERICACEAE”.
Las familias similares se agrupan en “Órdenes” éstos en “Clases”, y éstas a su vez en “Divisiones o Tipos”.
Así disponemos de un sistema seguro que evite las más que probables equivocaciones que tendrían lugar cuando se transmiten los conocimientos y costumbres de la medicina popular.
La vida vegetal se caracteriza por su autotrofía, lo que significa capacidad de las plantas para nutrirse a sí mismas; a partir de la materia muerta del suelo o sustancias inorgánicas, a partir del agua, del dióxido de carbono del aire y a partir del so!; son capaces de crear materia viva, o sustancias orgánicas para el mantenimiento de su propia vida y para la supervivencia de animales y huma-nos. Otra propiedad vital de las plantas es su capacidad de sintetizar un elevado número de compuestos químicos o principios activos (se han identificado hasta el momento unos 12.000 diferentes); cuya función es primordial para la planta como adaptación al medio en que vive, a las condiciones atmosféricas, resistencia frente a otras plantas o animales, atracción o defensa frente a insectos, etc. Este es el origen fundamental de los innumerables principios activos de las plantas y sus infinitas posibilidades terapéuticas.
Los medicamentos de síntesis química resultan de la obtención de un solo principio activo, normalmente también con una única acción terapéÚtica rápida, exacta, específica, potente y eficaz. Por el contrario al tratarse muchas veces de sustancias de carácter inorgánico o mineral que se comportan como sustancias extrañas al organismo humano, éste puede limitar su absorción; también se pueden dañar otros órganos o funciones del cuerpo humano, o provocar reacciones alérgicas, u otros efectos secundarios como la aparición de efecto rebote -recrudecimiento de los síntomas a! Dejar de tomar el medicamento-, o la aparición de resistencias -el medicamento deja de hacer efecto y son necesarias dosis más altas-, o desencadenar adicción, etc…
Las plantas medicinales sin embargo se caracterizan por aportar al organismo múltiples principios activos que al tratarse de moléculas orgánicas se absorben en general más fácilmente y su efecto depende de la acción conjunta de variadas sustancias que se potencian y equilibran mutuamente pudiendo beneficiar a diferentes órganos o funciones del organismo. Si bien su acción es más lenta, seguramente será más persistente en el tiempo; no es frecuente la aparición de efectos de rebote, o de resistencias, o provocar adicciones o efectos tóxicos. Tengamos en cuenta sin embargo, que aunque no con la frecuencia de los medicamentos químicos, las plantas medicinales también tienen sus limitaciones y efectos secundaríos que es preciso conocer.
La herboristería común en medicina popular basa su empleo en la experiencia tradicional o empírica transmitida por las culturas tradicionales. Aunque la tendencia lógica nos conduce al rigor científico en la utilización de las plantas medicinales, hemos de valorar en su justa medída el conocimiento tradicional y las costumbres populares que aún persisten.
La fitoterapia pretende razonar y justificar el uso de las plantas medicinales en base al conocimiento científico derivado del estudio y de la experimentación clínica con sus principios activos. Cuando las plantas medicinales se utilizan con criterios científicos para fines terapéuticos equivalen pues a medicamentos.
La utilización terapéÚtica de las plantas medicinales exige por tanto competencia profesional y control legal, para garantizar su uso correcto, así como su producción y comercialización debidamente controlada para asegurar las garantías de calidad, seguridad y eficacia propias de cualquier actividad sanitaria.
El control de la calidad en la utilización de ¡as plantas medicinales con finalidad terapéÚtica pretende garantizar la identidad de la planta por sus carácterísticas macro y microscópicas, organolépticas, perfil cromatográfico o reacciones de identificación. Pretende así mismo supervisar la pureza de la planta o su estado de conservación, contaminantes químicos o biológicos, adulteraciones; pretende además valorar la influencia de las condiciones de los procesos de cultivo, recolección, desecación, conservación transporte, etc.; y finalmente la valoración del contenido en principíos activos o marcadores.
En cuanto a la eficacia terapéÚtica de las plantas medicinales existen diferentes parámetros que contribuyen a demostrar la eficacia de un preparado medicinal de plantas, pero no todos tienen la misma relevancia; entre estos parámetros se encuentran:
El uso tradicional de una determinada especie vegetal, para un fin terapéutico determinado, avala en principio su eficacia y seguridad demostrada durante años.