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INTRODUCCIÓN
la pérdida de las colonias españolas y la posterior crisis de 1898 representan el comienzo de la descomposición de la Restauración. Un sistema que, pese a sus errores, consigue establecer un clima de estabilidad política y pacificación social, no sabe afrontar uno de los problemas exteriores que más van a influir en la vida española de finales del siglo XIX y principios del XX. Además, el contexto internacional tampoco, España: aislada del resto de los países debido a su desfase industrializador e impotente ante el proceso colonizador de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos.
Hasta la regencia de María Cristina Cuba es una colonia caribeña especial, más rica incluso que la metrópoli en numerosos aspectos desde el primer tercio del siglo XIX, especialmente de azúcar, tabaco y café, materias primas de alta calidad. Por ello, el problema de la independencia cubana no puede ser considerado de la misma forma que la pérdida anterior del resto de las colonias hispanoamericanas, pues tanto Cuba como Puerto Rico son sentidas por los españoles como propias. Sin embargo, para los propios cubanos, ese sentimiento cambia pues entienden que deben protagonizar una guerra de liberación frente a la ocupación hispana a la que, interesadamente, se les unen los americanos, embriagados por un fuerte deseo imperialista.ANTECEDENTES HISTÓRICOS
El régimen de la Restauración se ve afectado por la llamada cuestión cubana, que incluye los siguientes problemas:
–Conflictos anteriores
Desde 1868 y por distintos motivos, en Cuba se viven numerosos problemas e insurrecciones que alimentan el nacionalismo popular protagonizado por criollos y esclavos.
–Convenio de Zanjón (1878)
El incumplimiento de España de este pacto que ponía fin a diez años de conflictos, provoca el malestar de los criollos ante la situación política, financiera, económica y tributaria de la isla, totalmente subordinada al control español.
–Falta de autonomía
Los comerciantes españoles se niegan a admitir cualquier tipo de libertad para la isla, pues el comercio con Cuba en régimen de monopolio proporciona a España un saldo positivo en ventas. Para apaciguar cualquier movimiento independentista se intenta convertir la isla en una provincia más, enviándose 700.000 emigrantes, en su mayoría gallegos.
–Ingresos cubanos
La mayor parte provienen de Estados Unidos, país al que exportan el 90% de la producción de azúcar y tabaco.
–Incapacidad económica española
La industria no puede absorber en solitario la producción de
productos cubanos, así como tampoco se hace cargo de proveer a la isla de manufacturas. Los
criollos consideran que el atraso económico de España con respecto a otras potencias
industrializadas los está perjudicando por el bloqueo que sufre la expansión económica.
La guerra estalla en febrero de 1895 cuando se produce en Cuba una insurrección bajo el denominado Grito de Baire dirigido por José Martí quien, apoyado por los campesinos, se subleva en la zona oriental. Así mismo y casi de forma simultánea a esta revuelta, se le une otra en Filipinas, a partir de 1896, encabezada por Emilio Aguinaldo y José Rizal.
Cánovas, desde España, decide aplicar una política de reconciliación con Cuba enviando al general Martínez Campos para negociar. Al no conseguirlo, es sustituido en 1896 por Valeriano Weyler.
Éste aplicó tácticas de guerra para lograrlo: crea las conocidas trochas, líneas fortificadas que dividen la isla en tres sectores aislados con el fin de dificultar el movimiento de los insurgentes; concentra a la población campesina en los poblados para que no presten ayuda a los rebeldes; y destruye posibles refugios. La aplicación de estas medidas reducen las posiciones de los cubanos aunque no acaban con el movimiento independentista. La dureza de las decisiones provoca protestas por parte de Estados Unidos, cuyo Senado recomienda al presidente americano que reconozca el estado de guerra en Cuba, ofreciéndose poco después como
mediadores. Cánovas rechaza la propuesta. Sin embargo el panorama empeora. En 1897 los americanos vuelven a solicitar el cese del control autoritario español e incluso la compra de la isla por 300 millones de dólares, niegan. Pero Estados Unidos no cesa en su empeño y aprovecha un hecho clave. En el Puerto de la Habana, la noche del 15 de febrero de 1898, es destruido fortuitamente el Maine, un buque acorazado de guerra americano. Estados Unidos, declara en abril la guerra a España y exige que cese su soberanía sobre Cuba. Cuando estalla la guerra, en España se viven intensos días de fervor patriótico alentado irresponsablemente por la prensa, creyéndose en la posibilidad de ganar a los americanos. Pero la realidad es bien distinta. Además, la guerra plantea una gran dificultad puesto que no sólo se desarrollaría por tierra sino también por mar en dos frentes: en el Atlántico (Cuba y Puerto Rico), y en el Pacífico, donde los filipinos aprovechan la coyuntura para pedir la autonomía. Los primeros combates entre españoles y norteamericanos se producen en las aguas del Pacífico, adonde
la escuadra de éstos se dirige nada más declararse la guerraa Manila. Allí, el general español Montojo refugia todos sus barcos confiado en la defensa natural que ofrece el puerto. Pero la desigualdad de fuerzas de los combatientes es manifiesta, pues los navíos españoles tienen el casco de madera y carecen de protección frente a los acorazados de hierro americanos mandados por Dewey.
Así, la batalla de Cavite apenas dura tres horas: el 1 de mayo de 1898 la flota española es aniquilada, sublevándose al momento toda la isla de Filipinas. En el Atlántico se ordena a la escuadra hispana destinada en Canarias su traslado hacia Puerto Rico y Cuba para proteger las islas. Pero cuanto están repostando en Santiago de Cuba, los buques americanos aparecen y bloquean toda acción. Poco después, los norteamericanos entran en Puerto Rico, España, viendo que era inútil cualquier ataque defensivo u ofensivo (EEUU había amenazado con bombardear Cádiz y Barcelona si nuestro país no pedía la paz) se declaró dispuesta a negociar.
En diciembre de 1898 se firma el Tratado de París por el que España reconoce la independencia de Cuba y cede a Estados Unidos las islas de Puerto Rico, Filipinas y Guam a cambio de 20 millones de dólares. El resto de las posesiones españolas islas Marianas, Palaos y Carolinas, se venden a Alemania.
Así, mediante esta firma, España pierde los últimos territorios de su famoso imperio ultramarino. El impacto que produce este acontecimiento denominado el desastre del 98 provoca el comienzo de una larga crisis que afecta a toda la nación y que tiene su mejor expresión en la formación de un grupo de intelectuales que, con la intención de recuperar el pulso perdido y modernizar el país, se agrupan en la llamada Generación del 98.
Escritores como Unamuno, Baroja, Azorín, Ramiro de Maetzu y Benavente, harán suyo el afán regeneracionista y criticarán las secuelas de aquella antigua política protagonizada por oligarcas y caciques.