Portada » Historia » Guerra Carlista y transición al liberalismo en España
Los primeros brotes armados tras la muerte de Fernando VII, en el País Vasco y Navarra, gracias al general Zumalacárregui y sus partidas militares rurales. Había una guerra abierta con el País Vasco y Cataluña. La fase finalizó con el fracaso carlista en el asedio de Bilbao. La guerra se extendió a Aragón, Cataluña y Valencia.
División en dos del bando carlista, unos a favor de firmar la paz, representados por el general Maroto, y otros conservadores representados por el infante don Carlos. Maroto negoció con Espartero la firma de la paz en el Convenio de Vergara, donde Isabel II se comprometía a respetar los fueros del País Vasco y Navarra.
Tras la muerte de Fernando VII, se convirtió en regente María Cristina. Con ella, se sentaron las bases del Estado liberal en España, ya que la regente necesitaba la ayuda de los liberales para hacer frente a los carlistas. Se consolidó la división del liberalismo en: liberales moderados (liberalismo conservador) y liberales progresistas (reformas más profundas). María Cristina e Isabel II eran partidarias de los moderados, sólo ofrecieron el gobierno a los progresistas cuando la situación amenazaba a la monarquía.
La transición del régimen absolutista al liberal fue llevada a cabo por los absolutistas moderados, como Cea Bermúdez o Martínez de la Rosa, que desarrollaron:
Liberalización del comercio.
María Cristina nombró como jefe de gobierno a Mendizábal, pero las presiones de los conservadores provocaron un pronunciamiento militar (Motín de los Sargentos de la Granja).
Hecha por Mendizábal, para realizar las reformas que acabaran con el Antiguo Régimen y la Guerra Carlista. Consistía en la expropiación de los bienes por el Estado y la venta de esos bienes a particulares, con los que pretendían:
Se desamortizaron tanto los bienes del clero regular como el secular y los diezmos de la Iglesia. Los beneficiados fueron la burguesía, ya que compraron la mayor parte de los bienes desamortizados y supuso la desaparición de los mayorazgos. La desamortización no consiguió una verdadera reforma agraria y tampoco se redujo la deuda pública, pues se consiguió menos dinero del esperado y solo benefició a la burguesía y la aristocracia.
Se elaboró por los progresistas para suprimir el Estatuto Real y restablecer principios de la Constitución de 1812. Principios:
Tras promulgar la Constitución se convocaron elecciones, que dieron el poder al partido moderado. Comenzó así el Trienio Moderado.
Marcado por la Guerra Carlista, el enfrentamiento entre Narváez y Espartero y la crisis económica. La medida estrella de este gobierno fue la Ley de Ayuntamientos, con ella se pretendía acabar con la autonomía municipal. Esa fue la causa de un nuevo pronunciamiento de los progresistas, dirigido por el General Espartero, que con el apoyo de la Milicia Nacional, provocó el exilio de María Cristina y la conversión de Espartero en el nuevo Regente.
Espartero trató de imponer de nuevo el programa político progresista. Fue un político populista que continuó con la venta de bienes del clero secular y con el librecambismo. Pero, no hubo muchos avances por la inestabilidad económica, debido a:
La caída de Espartero fue debido a la revuelta obrera de Barcelona de 1842. Los obreros de Barcelona iniciaron una rebelión contra el gobierno por la prohibición de asociaciones obreras. Espartero optó por la mano dura, bombardeando Barcelona y castigando a los rebeldes. Al año siguiente, el general Narváez envió a Espartero al exilio y proclamó reina a Isabel II.