Portada » Lengua y literatura » Generos literarios de la generacion del 98
A finales del siglo XIX y comienzos del XX tienen lugar diversos hechos decisivos en la historia de España que marcan el futuro del país: se pierden las últimas colonias españolas de ultramar con el desastre del 98, se produce un crecimiento demográfico y un incremento de la población urbana, y se lleva a cabo un proceso de desarrollo industrial y económico.
Gracias a estas ideologías tuvieron en el siglo XX el triunfo en 1917 de la revolución de octubre.
Este proceso fue causa de alianzas políticas y enfrentamientos que, a la larga, fueron preparando el terreno para el hecho más trascendental ocurrido en Europa en las primeras décadas del siglo XX.
En España los años finales del siglo XIX fueron tiempos de recapitulación y de crítica tras uno de los siglos más convulsos de su historia. Entre los intelectuales de fin de siglo se abrió un debate sobre España como nación y las causas de lo que se entendía como una situación de decadencia. El llamado desastre del 98 supuso la perdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, últimas colonias de Ultramar, acentuó la sensación de crisis con la que se entro en el siglo XX.
Con este panorama como fondo, aparecen el modernismo y el grupo del 98.
Los límites entre ambas corrientes son difíciles de establecer, beben de fuentes comunes, hasta el punto de que hay especialistas que consideran que ambos fenómenos no deben deslindarse. No obstante, y a pesar de la voluntad común de renovación que une a los autores de ambas generaciones, podemos denominar como modernistas a aquellos escritores que proponen ante todo una renovación estética, y reservar el término de grupo del 98 para los escritores que conceden una especial atención a los problemas individuales, sociales y políticos que afectaban a la sociedad del momento.
En España modernismo y generación del 98 fueron dos movimientos simultáneos que tienen el mismo origen: insatisfacción ante la literatura de la época y búsqueda de un lenguaje nuevo, es la respuesta del artista al mundo burgués en el que vive, mostrando su desprecio por la mercantilización del arte. Son dos formas de reaccionar ante la crisis fin de siglo, el modernismo busca un mundo estético basado en su rebeldía ante los valores burgueses, crean una lengua artística muy elaborada, separada de la lengua habitual y a la que sólo tienen acceso los iniciados, mientras que los hombres del 98, no intentan la construcción de un mundo paralelo, sino que tratan de interpretar el existente, aceptan la realidad tratando de reformarla, para ello intentan una revisión intelectual en busca de la esencia de España, de una España que sin abandonar sus raíces tenga posibilidad de cambio.
La llamada generación del 98 es el nombre dado por Azorín, en 1913, a un grupo de escritores que asumieron la decadencia ante el desastre colonial y se comprometieron más con la realidad pretendiendo buscar soluciones para transformar España. Azorín, Baroja, Unamuno, Maeztu, A. Machado y Valle-Inclán son sus componentes, en una definición más amplia mencionaríamos a escritores, pensadores, científicos, artistas etc., que se sienten profundamente afectados por la crisis de valores de fines del XIX; y, que creen que la guerra de 1898, y la pérdida de los últimos restos de lo que había sido el imperio español, es un momento adecuado para la regeneración moral, social y cultural del país. En este sentido forman parte de la generación del 98 médicos como Santiago Ramón y Cajal, historiadores como Ramón Menéndez Pidal, pintores como José Gutiérrez Solana o escritores como Miguel de Unamuno
Sus rasgos más característicos son:
Los escritores pertenecientes a esta generación muestran en sus obras una preocupación existencial y una visión de la decadencia española mediante un lenguaje sencillo y directo. Manifiestan también una actitud comprometida con el mundo en el que viven, fundamentalmente a través de la prosa. Experimentaron con todos los géneros, pero destacaron en la renovación de la novela en diversos aspectos:
Unamuno escribió ensayos, novelas, poesía y teatro.
En sus ensayos son dos los polos de su pensamiento: el problema de España y el sentido de la vida humana. Destacaremos Vida de don Quijote y Sancho (1905), Del sentimiento trágico de la vida (1913), La agonía del cristianismo (1925).
Entre sus novelas destaca Niebla (1914), en la que intenta renovar las técnicas narrativas, de ahí que la llamara “nivola”. Otros títulos son: La tía Tula (1921), San Manuel Bueno, mártir (1930)…
En su estilo busca la expresividad y su obra está plagada de paradojas y antítesis.
Escribe ensayos que encierran estampas y evocaciones españolas. A este sector pertenecen sus dos libros más famosos Los pueblos (1905) y Castilla (1912).
Las novelas azorinianas son muy particulares, en ellas el argumento es tan tenue que parece un pretexto para hilvanar pinturas de tipos y ambientes. Como ejemplo citaremos La voluntad (1902) o Las confesiones de un pequeño filósofo (1904).
Su prosa se apoya en frases cortas, con un estilo preciso y claro.
Autor de novelas en las que quería reflejar la vida en toda su espontaneidad. La invención y la observación se combinan perfectamente en su obra. La acción suele ser muy variada y la pintura de personajes y de ambientes es de extraordinario relieve.
Buena parte de su obra se agrupa en trilogías. Destacaremos:
La lucha por la vida (La busca (1904), Mala hierba (1904), Aurora roja (1904);
Tierra vasca ( La casa de Aitzgorri (1900), El mayorazgo de Labraz (1903) y Zalacaín el aventurero (1909);
La raza ( El árbol de la ciencia (1911), La dama errante (1908) y La ciudad de la niebla (1909).
Baroja lleva al extremo la tendencia antirretórica del 98, con un predominio de la frase corta y el párrafo breve.
Su obra abarca todos los géneros, en todos ellos se aprecia una profunda evolución, que va paralela a un cambio ideológico. A grandes rasgos, pasa de un Modernismo refinado y nostálgico a una postura crítica expresada en un estilo desgarrado..
En su etapa modernista escribió Las Sonatas, cuatro novelas que recogen las aventuras y amores del marqués de Bradomín. Destacan también Comedias bárbaras y la trilogía de novelas La guerra carlista.
En 1920 se consolida su nueva estética con la publicación de la obra teatral Luces de bohemia, subtitulada “esperpento”, con esta palabra designa Valle una deformación o degradación expresionista de la realidad.
Otros títulos son: Divinas palabras (1920), Tirano Banderas (1926).
Se señalan tres periodos en su obra según la evolución de sus inquietudes:
En la primera etapa destaca su intimismo reflejado en su poemario Soledades, galerías y otros poemas (1907). El tiempo y los recuerdos, los sueños y el amor como ausencia son temas omnipresentes.
La segunda etapa (1907-1917) , centrada en su castellanismo regeneracionista, representado por Campos de Castilla. Pasa de los sentimientos individualistas a los colectivos, y la preocupación patriótica por España.
Su última etapa está representada por Nuevas canciones (1924). Desaparece la sentimentalidad y expresa sus inquietudes filosóficas y evoca sus recuerdos. Al final de su vida se inspira en el drama de la guerra para componer romances, sonetos y poemas de distinta métrica.