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¿Cuáles fueron los factores que ocasionaron la crisis de la deuda externa en la década de 1980? ¿Qué medidas se tomaron para resolver la deuda?
Desde la segunda mitad del Siglo XX, se hace patente el problema de la deuda, que ha sido para muchos países uno de los principales lastres en su camino hacia el desarrollo.
El primer momento crítico de la deuda se generó con la crisis del petróleo en 1973, que desencadenó una oleada de préstamos por parte de bancos comerciales privados a países en vías de desarrollo. Asimismo, durante la recesión de 1974-1975, muchos países entraron en déficit elevado que tuvo que sanearse con deuda externa debido a políticas expansionistas que adaptaron.
Mas tarde, con la llegada de la segunda crisis del petróleo en 1979, los bancos tuvieron que implantar contratos flexibles para protegerse y, junto con la subida de los tipos de interés entre 18981 y 1983 debido a la apreciación de dólar, se incrementa el peso del servicio de la deuda, y se pone cada vez mas de manifiesto los elevados niveles de endeudamiento en muchos países. Sin embargo, muchos países creyeron que esto sería algo transitorio, pero la realidad fue que los tipos de interés no bajaron, y los países en vías de desarrollo tuvieron que soportar una carga sin precedentes de su deuda externa, en donde los deudores se encontraban cada vez más dificultades para endeudarse con los bancos con los que se habían financiado anteriormente.
Ante la imposibilidad material de algunos países para afrontar las obligaciones vencidas, los acreedores comenzaron a plantear soluciones. La primera de ellas fue el enfoque convencional, que consistía en una actuación conjunta de bancos, gobiernos de países acreedores, países endeudados y el FMI, que tenía por objeto seguir financiando el desequilibrio existente mientras se adoptaban medidas correctivas, retrasando la incidencia del problema.
Asimismo, se establecieron una serie de actuaciones paralelas, mediante las cuales el FMI facilitaba créditos sometidos a condicionalidad a los países endeudados, los bancos comerciales alargaban vencimientos de la deuda, los gobiernos y agencias reestructuraban las amortizaciones pendientes de los países endeudados a través de negociaciones en el Club de París, y los países deudores se obligaban a seguir realizando a su debido tiempo los pagos de intereses correspondientes a los créditos.
Sin embargo, esta estrategia solo da frutos durante los primeros años, por lo que acaba fracasando, y se plantea un refuerzo de dicho enfoque a través del plan Baker, que manténía el esquema de financiación anterior.
Asimismo, establecía el objetivo de reforzar la financiación bancaria a través de préstamos adicionales de organismos internacionales, y buscaba dar mayor protagonismo al Banco Mundial y a los bancos regionales de desarrollo. Al igual que en la etapa anterior, el objetivo sigue siendo ganar tiempo, pero lo hizo a través de una política económica más orientada al crecimiento y menos al ajuste y a la contratación de la demanda.
Sin embargo, la obtención de recursos suficientes para seguir prestando falló, por lo que se dio paso a un nuevo plan, denominado Plan Brady que, a pesar de que significó un cambio de enfoque radical en sus propuestas, todavía asume la mayor parte de las premisas del Plan Baker. Pero sus propuestas son bien distintas al aceptar el principio de condonación de parte de la deuda, con la que los acreedores cancelaban o perdonaban parte de ella.
Por tanto, dicho plan arrancó admitiendo que muchos países no podrían devolver las cantidades pendientes y se instaba a los bancos comerciales a que trabajasen con los deudores para ofrecer alternativas, y el FMI y el Banco Mundial debían proporcionar fondos para conseguir la reducción de la deuda y del servicio.
Entre 1989 y 1995, dieciséis países obtuvieron un alivio de la deuda al amparo del Plan Brady. Sin embargo, desde un principio la estrategia ha estado plagada de incógnitas sobre su eficacia, como la cuantía de los fondos disponibles para respaldar las reducciones de deuda o la desigual situación de la banca y sus posibles repercusiones en la postura a adoptar ante los nuevos planteamientos. Además, estas mismas discrepancias ya se habían impuesto en la última fase del enfoque tradicional, que hizo fracasar el Plan Baker.
El interés por una mayor integración económica se hace más patente cuando existen crecientes niveles de interdependencia entre países, cuando los actores transnacionales perciben que sus actividades transfronterizas soportan altos costos de transacción, y se pide a las autoridades nacionales que los aligeren o supriman a través de la cooperación, la coordinación o la integración regional. Por lo tanto, la integración económica supone la eliminación de los obstáculos comerciales existentes entre los países que desean organizar una nueva entidad.
Detrás de la decisión de un país de incorporarse a un proceso integrador, existen diversas motivaciones. Por una parte, los países esperan obtener una serie de ventajas que le proporcionen un mayor nivel de bienestar, que constituyen las razones económicas. Pero también hay razones extraeconómicas, ya que los procesos integradores conllevan implicaciones sociales, políticas o estratégicas,
En cuanto a las fases de integración, la forma más elemental son los Acuerdos Comerciales Preferenciales o Zona de preferencia arancelaria, que suponen la concesión por parte de un país de determinadas ventajas comerciales a ciertos productos procedentes de otro país o grupo de países.
La siguiente etapa en un proceso de integración es la Zona de Libre Comercio, en el que un grupo de países suprimen todas las restricciones, aranceles y todos los obstáculos comerciales existentes entre sí, pero manteniendo cada uno su propio régimen comercial frente a terceros países fuera del área de librecambio.
Como tercera etapa se encuentra la uníón aduanera, que consiste en adoptar a un arancel exterior común frente al resto del mundo.
Por otro lado, encontramos el mercado común, en donde los países miembros que componen la uníón aduanera establecen la libre circulación de los factores a través de las fronteras nacionales de los países participantes
La quinta etapa es la uníón económica, que se entiende como un mercado común en el que se procede a la coordinación de políticas económicas y al establecimiento de políticas comunes destinadas a favorecer el desarrollo regional y a reducir las disparidades internas. Asimismo, también observamos la uníón monetaria con la creación de una moneda única, aunque no es imprescindible.
Por último, el escalón más alto en el proceso de integración es la integración económica completa y se produce cuando esta avanza más allá de los mercados. Los Estados miembros no solo armonizan sus políticas, sino que las unifican, incluyendo también cuestiones sobre políticas exteriores y de defensa.
Para concluir, el proceso de integración implica la movilidad de factores, productos y servicios; la identidad o similitud de estímulos provenientes de las políticas económicas; las instituciones supranacionales pasan a tener poder sobre las instituciones nacionales; y la relevancia del uso colectivo del poder en las relaciones con el resto del mundo.
En cuanto a las limitaciones del análisis estático, están están ligadas con la mejora o no del bienestar, y es que, tradicionalmente se consideraba que la uníón aduanera era un paso en la dirección del libre comercio y, consecuentemente, mejoraba el bienestar global. Sin embargo, el análisis de Viner concluye que una uníón aduanera no siempre incrementa el nivel de bienestar, ya que éste depende de la cuantificación de los efectos estáticos.
Por tanto, esto supone que no podemos conocer a priori el resultado de la integración, aunque la literatura al respecto señala algunos de los factores que deben confluir para que el impacto de la uníón aduanera sea positivo, asumiendo con carácter general que el nivel de bienestar aumenta cuando el efecto de creación de comercio es mayor que el de desviación de comercio. En definitiva, en la formación de una uníón aduanera confluyen efectos que mejoran la eficiencia y el bienestar con efectos que lo empeoran
En cuanto a las restricciones que suponen los efectos dinámicos, cabe resaltar que resultan mas difíciles de analizar de forma rigurosa en el plano teórico que los estáticos. Además, la integración económica dinámica es un proceso que puede comportar períodos de desajustes y tensiones entre los socios participantes, tanto mayor cuanto más complejo sea el proceso de integración seleccionado y cuanto mayor grado de interdependencia se genere entre los miembros. En consecuencia, la integración económica sólo podrá ser estable cuando se haya culminado todo el proceso de integración.
En cuanto a las limitaciones existentes en los proceso de integración regional, cabe destacar que los beneficios de la integración no se distribuyen equitativamente, siendo los sectores y países más competitivos los que obtendrán mayores ventajas. Asimismo, la ampliación de mercados exige acometer costosos ajustes de reordenación del aparato productivo, especialmente graves si conllevan problemas en términos de empleo o de concentración geográfica. Además, el avance de un proceso de integración es más difícil cuando los países miembros presentan asimetrías que pueden generar conflictos. Por otro lado, cuanto más compleja es la fase de integración, mayor es la cesión de soberanía nacional de los países miembros en favor de las instituciones comunitarias, lo que supone problemas para ellos como la pérdida de identidad nacional. El crecimiento también tiende a polarizarse por acumulación de economías externas, pues los centros que más crecen atraen recursos y tecnologías, mientras que los deprimidos no. Y, por último, en la integración monetaria, los costes se concentran en la pérdida de la política cambiaría y monetaria, un problema en el caso de que se produzcan shocks asimétricos.
Aunque se citan los elementos de cooperación como integrantes del concepto de integración económica, debemos distinguir entre integración y cooperación. La cooperación es un concepto más amplio y supone acciones encaminadas a reducir la discriminación, mientras que la integración económica es un concepto más concreto e implica medidas dirigidas a suprimir algunas formas de discriminación u obstáculos comerciales existentes entre países que desean organizar una nueva entidad.
Con ello, la integración económica sería un medio para conseguir una mayor liberalización comercial entre sus miembros, establecer elementos de cooperación, y aumentar la prosperidad económica del área integrada.
En definitiva, los procesos de integración implican cooperación, pero no al contrario. En la integración se cede soberanía nacional, siendo esto el elemento diferenciador. Además, este término debe tener una carga valorativa, es decir, algo bueno, aunque es indiscutible que a veces trae malas consecuencias. Además, la integración se basa en elementos económicos, políticos y sociales complementarios, a la par que tiene un mayor grado de profundidad. No obstante, hay que destacar la existencia de un proceso de desintegración que no es analizado, y que es interpretado como algo intrínsecamente positivo. Con ello, la carga valorativa viene de la mano de la integración