Portada » Filosofía » Filosofía Presocrática y Clásica: Del Mythos al Logos
Los filósofos presocráticos se caracterizan por la transición del mythos (explicaciones míticas) al logos (explicaciones racionales). Se enfocan en la physis (naturaleza) y buscan el arkhé (principio originario) de todas las cosas. El sabio es aquel que puede desvelar el arkhé y comprender el orden del cambio observable en la multiplicidad de los fenómenos. Este proceso de revelación se denomina Aletheia.
Considerado uno de los siete sabios de Grecia, Tales de Mileto propuso el agua como el principio de todas las cosas. Defendía el hilozoísmo, la idea de que todo está animado.
Anaximandro postuló el Apeiron (lo indeterminado) como el origen de todo. Afirmó que «de la nada, nada sale» y que la realidad es trágica.
Anaxímenes propuso el aire como el apeiron, que se transforma en los cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego.
Los pitagóricos formaron una escuela con tintes religiosos y esotéricos. Creían en la transmigración de las almas y en la importancia de la música y las matemáticas. Consideraban el número como el arkhé y le atribuían propiedades universales.
Heráclito defendió el devenir, la idea de que todo fluye y está en constante cambio. Su famosa frase «No te bañarás dos veces en el mismo río» ilustra esta concepción. El fuego es el arkhé para Heráclito, representando la relación de contrarios y la medida en el cambio.
Parménides se opuso a Heráclito y defendió la vía de la verdad, que afirma que «el ser es y el no-ser no es». El ser es eterno, uno, indivisible, inmutable y limitado. Parménides buscaba terminar con el relativismo de Heráclito y problematizar el conocimiento.
Los pluralistas propusieron múltiples arkhés como elementos constitutivos de la realidad. El cosmos representa las características del ser de Parménides.
Empédocles propuso cuatro elementos o raíces: aire, tierra, fuego y agua, que se combinan y separan por el amor y el odio.
Anaxágoras postuló las homeomerías (semillas) como principio del universo, ordenadas por una inteligencia llamada Nous.
Demócrito y Leucipo propusieron los átomos (indivisibles) como elementos constitutivos de la realidad. Los átomos difieren en forma y tamaño, y su movimiento eterno y azaroso en el vacío da lugar a los distintos objetos.
Sócrates se opuso al relativismo y escepticismo de los sofistas. Buscaba la verdad y la virtud a través del diálogo y la mayéutica, un método para ayudar a las personas a «dar a luz» la verdad dentro de sí mismas. Fue condenado a muerte por sus ideas.
El método socrático se basa en el diálogo y la búsqueda de la verdad a través de preguntas y razonamientos. Sócrates utilizaba la ironía para cuestionar las certezas de sus interlocutores y la mayéutica para guiarlos hacia el conocimiento.
Platón postuló la existencia de dos realidades: la realidad sensible (el mundo que percibimos) y la realidad inteligible (el mundo de las Ideas). Las Ideas son formas perfectas, eternas e inmutables que existen independientemente de las cosas sensibles. Las cosas sensibles son copias imperfectas de las Ideas.
La teoría de las Ideas tiene tres intenciones: ética (fundamentar la virtud en el conocimiento de las Ideas), política (los gobernantes deben ser filósofos que conozcan las Ideas) y científica (la ciencia solo puede versar sobre objetos permanentes e inmutables, es decir, las Ideas).
Aristóteles se opuso al dualismo platónico y defendió el realismo, la idea de que las esencias de las cosas existen en las cosas mismas, no en un mundo separado. El conocimiento comienza con la experiencia sensible y la abstracción intelectual nos permite llegar a los conceptos universales.
Aristóteles valoró la realidad física y desarrolló un método científico que parte de la observación del mundo real para llegar a conclusiones universales. Su filosofía sentó las bases del realismo filosófico y tuvo una gran influencia en el pensamiento occidental.