Portada » Biología » Filosofia de la orina
El primer paso de la producción de orina es la filtración glomerular. La filtración o paso forzado de líquidos y sustancias en disolución a través de una membrana bajo presión, tiene lugar en los corpúsculos renales a través de la membrana endotelio capsular. Cuando la sangre llega al glomérulo, su presión fuerza el desplazamiento del agua y componentes en disolución de la sangre (plasma) a través de los poros endoteliales de los capilares, con lo que se forma el líquido que se conoce como filtrado.
El volumen de filtrado que sale de todos los corpúsculos de ambos riñones por minuto es el índice de filtración glomerular. El paso del filtrado hacia la sangre en los capilares peritubulares o vasos rectos es la reabsorción tubular.
es muy selectiva y se reabsorben sólo cantidades específicas de ciertas sustancias, conforme a las necesidades corporales en el momento que corresponda. Entre los materiales que se reabsorben está agua, glucosa, aminoácidos e iones sodio, potasio, calcio, cloro, bicarbonato y fosfato. permite que el organismo retenga la mayor parte de sus nutrientes, mientras que se reabsorben sólo de manera parcial los desechos como la urea.
La reabsorción depende del transporte activo y pasivo. Se piensa que la glucosa se reabsorbe por un proceso de transporte activo en el que participa un sistema de moléculas portadoras. En condiciones normales los túbulos reabsorben toda la glucosa filtrada por los glomérulos. La excreción urinaria de glucosa recibe el nombre de glucosuria y es un síntoma de la diabetes mellitus no tratada.
La permeabilidad de las células de los túbulos contorneados distales y conductos colectores está regulada por la hormona antidiurética, que produce el hipotálamo.
El tercer proceso en la formación de la orina es la secreción tubular. La reabsorción tubular conlleva el paso de sustancias del filtrado a la sangre, mientras que la secreción tubular es el proceso inverso. Las sustancias secretadas de esta manera incluyen iones potasio e hidrógeno, amonio, creatinina y los algunos fármacos. La secreción tubular tiene dos efectos principales, de eliminación de ciertos desechos y regulación del pH sanguíneo.
El producto de las actividades renales es la orina, cuyo nombre se deriva de uno de sus componentes, el ácido úrico. En personas sanas, el volumen, pH y concentración de solutos de la orina varía con las necesidades corporales. Tales características suelen modificarse de manera notable en presencia de ciertos trastornos
El volumen de orina excretada diariamente por un adulto sano varía de uno a dos litros y está sujeto a influencia de diversos factores: presión sanguínea, concentración de la sangre, dieta, temperatura, diuréticos, estado mental y estado de salud general.
Las células del aparato yuxtaglomerular son en especial sensibles a los cambios de la presión sanguínea. Cuando esta disminuye en los riñones por debajo de lo normal, dicho aparato secreta renina y activa el sistema renina-angiotensina.
La concentración de agua y solutos en la sangre también afecta al volumen urinario. Cuando no ingerimos agua durante todo un día y se reduce la concentración de ésta en la sangre, los receptores osmóticos hipotalámicos estimulan la liberación de hormona antidiurética por parte de la hipófisis. Esta hormona hace que las células de los túbulos contorneados distales y conductos colectores permitan la reabsorción de agua del filtrado, con lo que se conserva agua.
Cuando la tª corporal o ambiental es mayor que lo normal, aumenta la sudoración, tiene lugar vasodilatación cutánea y se acelera el flujo sanguíneo en los capilares cutáneos. Al reducirse el volumen de agua, se secreta hormona antidiurética y aumenta la reabsorción de dicho líquido.
Cuando la tª ambiental es baja, tiene lugar una vasoconstricción cutánea, aumenta el flujo de sangre a los glomérulos y, con este, la presión sanguínea glomerular.
Ciertas sustancias químicas aumentan la diuresis al inhibir la reabsorción facultativa de agua, se trata de los diuréticos. Algunos actúan directamente en el epitelio tubular a su paso por los riñones, mientras que otros lo hacen de forma indirecta, por inhibición de la secreción de la hormona antidiurética al circular por el encéfalo.
La orina normal usualmente es un líquido transparente de color amarillo o ámbar. Tal color depende del urocromo, pigmento derivado del metabolismo de la bilis y que varía considerablemente según la proporción de solutos sobre agua en la orina, es decir, ésta es más oscura conforme se reduce el volumen de agua que contiene. La fiebre disminuye el gasto urinario en forma idéntica a la temperatura ambiental alta, de modo que hace que la orina esté muy concentrada. Es muy común que las personas febriles excreten orina de color amarillo oscuro o pardo. El color también resulta afectado por la alimentación así como con la presencia de ciertos componentes anormales, como algunos fármacos. El color rojo o parduzco a negro de la orina suele indicar la presencia de eritrocitos o hemoglobina como resultado de hemorragia en el aparato urinario.
La orina recién excretada usualmente es transparente. El hecho de que esté turbia no indica necesariamente una enfermedad, dado que esto puede ser resultado de la presencia de mucina secretada por el epitelio del aparato urinario. No obstante, cuando la mucina rebasa una concentración crítica suele indicar alguna anormalidad.
El olor de la orina también es variable. La orina que se deja estancada después de su excreción adquiere el olor del amoníaco por formación de carbonato de amonio como consecuencia de la descomposición de la urea.
La orina normal es levemente ácida, aunque su pH varía entre 4´6 y 8, en forma relacionada estrechamente con la alimentación y que se debe a diferencias en los productos terminales del metabolismo. Las dietas con alto contenido de proteínas aumentan su acidez, mientras que las consistentes ante todo en verduras incrementan su alcalinidad. El ayuno y el ejercicio físico también causan variaciones en el pH urinario.
La densidad de la orina depende de la concentración de solutos y varía de 1.001 a 1.035 en la orina normal. La densidad de la orina aumenta en proporción a la concentración de solutos, y el hecho de que sea mayor que la normal suele indicar la presencia de elementos formes de la sangre, cilindros o bacterias en ella.