Portada » Filosofía » Filosofía de Kant, Nietzsche, Rousseau y Marx: Un análisis crítico
Kant consideraba que la racionalidad no se limitaba al ámbito del conocimiento, sino que también era extensiva al ámbito de la acción. La razón constituye, por un lado, el instrumento del que nos servimos para conocer y, por otro, la facultad que dirige nuestra acción. Para cada una de estas dos funciones, Kant reservó un nombre especial: razón teórica (ámbito del conocimiento) y razón práctica (ámbito de la acción).
En su obra ¿Qué es la Ilustración?, Kant describe la situación de «minoría de edad» de los humanos, en el sentido de hallarse sometidos a fuerzas como la tradición, la ignorancia y la superstición. Esto le hace destacar la necesidad de una liberación de esa situación, de atreverse el hombre a usar su razón, entrando en la mayoría de edad. De este modo, las dos grandes dimensiones de nuestra existencia, el conocimiento y la acción, son analizadas por igual mediante la crítica y el análisis.
Kant desarrolla un concepto de razón pura que integra ambas dimensiones, el conocimiento y el comportamiento.
Kant integra esta doble dimensión en cuatro grandes interrogantes:
Los dos grandes sistemas filosóficos, Racionalismo y Empirismo, se hallaban enfrentados respecto a los fundamentos del conocimiento. Kant había sido primero racionalista y luego empirista. Del Racionalismo le alejó la filosofía de Hume. Llega a decir que el filósofo británico le sacó de su «sueño dogmático». Entonces llegó a ser tan empirista que estaba convencido de que nuestro conocimiento no puede ir más allá de la experiencia. Pero poco después se dio cuenta de que no es así, de que hay conceptos que no tienen su origen en la experiencia pero que sólo se pueden aplicar dentro de ella. Es decir, hay ciertos conceptos que el entendimiento parece producir espontáneamente sin haberlos percibido.
La opinión de Kant va a ser integradora y lo va a hacer con el criticismo. Para él, la percepción y la razón son necesarias en el conocimiento. Ambas serán las fuentes de nuestro conocimiento. Y son por igual necesarias; si fallara una no habría auténtico conocimiento. La función de la sensibilidad es la de recibir impresiones, la de percibir. La del entendimiento es más activa pues debe ordenar y organizar esas impresiones para que tengan sentido y se produzcan los conceptos. Podríamos decir que una aporta la materia prima del conocimiento, la sensibilidad, y el otro da forma y estructura a esa materia.
Kant se ocupa del conocimiento en Crítica de la Razón Pura. Kant aspira a superar el escepticismo de Hume, sobre todo en lo referente a la Física. Para ello, Kant intenta resolver la oposición entre racionalismo y empirismo. Para el racionalismo cartesiano, todo nuestro conocimiento tiene su origen en la razón, y la metafísica, aplicando el método correcto, puede aspirar a conocerlo todo. Para el segundo, el origen y el límite de nuestro conocimiento es la experiencia y, por ello, siguiendo a Hume, la metafísica es imposible y las leyes de la física son meras creencias contingentes.
La solución kantiana pasa por realizar una síntesis de racionalismo y empirismo. Frente al racionalismo, Kant sostendrá que todo conocimiento comienza con la experiencia, con los datos que nos aportan los sentidos. Frente al empirismo, afirma que no todo conocimiento es experiencia.
En todo proceso cognoscitivo intervienen, por un lado, esos datos que recibimos por los sentidos y, por otro lado, la estructuración que de dichos datos efectúa el sujeto que conoce. Ambos elementos son necesarios para el acto de conocer:
Nos encontramos ante lo que se conoce como “giro copernicano” de la teoría del conocimiento. La tradición filosófica anterior consideraba que, en el proceso de conocimiento, el papel del sujeto era pasivo con respecto a la realidad captada por los sentidos. Para Kant, es el objeto el que está regido por la facultad de conocer del sujeto.
De este modo Kant, al contrario que Hume, sitúa como modelo de conocimiento a la física de Newton, ejemplo paradigmático de síntesis de razón matemática y experiencia, y, coincidiendo con Hume, excluye del conocimiento a la metafísica dogmática.
La metafísica se plantea temas que trascienden las cuestiones físicas (Dios, Alma, libertad…). Por eso descarta que sea una ciencia porque estas cuestiones no tienen su aplicación partiendo de la experiencia. La razón pura o teórica no puede resolverlas. Por este motivo, desde el ámbito del conocimiento, sólo se puede justificar con coherencia una posición agnóstica.
Ahora bien, el ser humano no sólo se limita a conocer, sino que también vive y actúa. Tal vez estas ideas trascendentales (alma, mundo, Dios) hallarán su origen natural en el ámbito de la razón práctica. Tal vez lo que resulta imposible para la razón teórica será factible para la razón práctica. Kant reconoce que la razón tiene una tendencia innata a superar sus propios límites, tendencia a la que denomina idealismo trascendental.
Kant se ocupa del tema de la moral en su obra Crítica de la razón práctica. Kant busca corregir el relativismo de la ética de Hume. Para ello, Kant distingue dos clases de moral: la moral material y la moral formal.
Una moral es material cuando sus imperativos nos dicen qué tenemos que hacer (la norma que hay que seguir) y qué fin obtendremos si actuamos de ese modo. Un ejemplo aristotélico: “Si quieres ser feliz (fin), entonces debes elegir siempre el término medio (norma)”. Todos los sistemas morales anteriores al de Kant son “materiales”. Kant considera que fueron incapaces de fundar deberes universales. El imperativo sólo obligaría a los que aceptan el fin (por ejemplo, la felicidad), pero no a los que no lo acepten como algo deseable: no sería, pues, un deber universal.
La moral formal no contiene imperativos “materiales” que digan lo que hay que hacer. Contiene un único imperativo que ni propone un fin ni te dice lo que tienes que hacer: “Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal”. Este es el imperativo categórico, cuya característica principal es la universalidad. Según Kant, para que algo sea un deber moral debe ser universalizable, debe ajustarse al imperativo categórico.
Las características de la ética formal kantiana son:
Esto engloba lo anterior: son a priori, de principios universales y necesarios. No se basan en la experiencia. Son válidas siempre y para todos los hombres. Kant expresó las condiciones de la moralidad en unas máximas:
Los grandes temas de la metafísica habían sido eliminados del conocimiento en la Crítica de la Razón Pura. Pero Kant retoma dichos temas como postulados de la razón práctica. Así, según Kant, debemos presuponer la inmortalidad del alma, la existencia de Dios y la libertad porque de lo contrario nuestra vida moral carecería de sentido.
Esta parte de la filosofía kantiana responde a la pregunta ¿Qué me está permitido esperar? La paz es, según Kant, el sentido último del progreso y de la historia, tal y como se muestra en Idea de una historia universal en sentido cosmopolita (1784). También debe ser el objetivo del ordenamiento político. Es el tema de Sobre la paz perpetua (1795), en el que Kant desarrolla las condiciones jurídicas que harán posible la paz perpetua.
La pregunta central que se hace Kant en Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? es qué entendemos por ilustración. La respuesta fundamental es: “la salida del hombre de su minoría de edad”. Ser ilustrado es, pues, atreverse a pensar por uno mismo. Pero contamos con un enemigo natural: la pereza y la comodidad. Dejamos que otros decidan y piensen por nosotros.
La única manera de llegar a la ilustración es, según Kant, fomentando la libertad de pensar. Kant distingue entre dos usos de la razón: el uso público y el privado. El primero es el que garantiza la posibilidad de la ilustración. En cambio, el segundo será necesario, a veces, restringirlo.
La idea de progreso es fundamental en la ilustración. Los filósofos ilustrados consideraban que la humanidad progresa de forma definitiva e imparable. El progreso científico, técnico, social, etc., era una evidencia. Kant sostiene que cualquier intento de crear una institución social inamovible es un «crimen contra la humanidad».
J. J. Rousseau (1712-1778) es el gran disidente de la Ilustración. Según Rousseau, la civilización corrompe a los seres humanos y es causa de las desigualdades entre ellos.
Concepto clave en la teoría de Marx. Su filosofía quiere ser, ante todo, una antropología, un humanismo.
El hombre, para Marx, no es una esencia abstracta. Su verdadero ser consiste en su exterioridad, en sus relaciones con los demás hombres y con la naturaleza. Estas relaciones se determinan por las formas de trabajo y de producción.
La condición del hombre en la sociedad capitalista es caracterizada por Marx como alienación. El trabajador no se reconoce en el producto de su trabajo. Habla de dos niveles de alienación:
Esta alienación del trabajo, la económica, es la causa de todas las demás alienaciones:
Marx sostiene que la plusvalía hace posible la acumulación capitalista. La contradicción interna existente entre las fuerzas productoras provocará su propia destrucción. Hay dos leyes fundamentales que auguran la desaparición de la sociedad capitalista:
Esta crisis ha de desembocar en el comunismo, que propugnará la desaparición de la división del trabajo. El comunismo suprime la oposición entre el hombre y la naturaleza, y entre los hombres.
El materialismo histórico de Marx parte de la tesis de que es la infraestructura económica de una sociedad la que determina la conciencia que esta sociedad tiene de sí misma. El sujeto de la historia de la sociedad humana es la estructura económica.
En la sociedad capitalista hay individuos que son “propietarios de los medios de producción” y proletarios. El conjunto de las relaciones de producción es la INFRAESTRUCTURA sobre la que se levanta la SUPERESTRUCTURA jurídico-política.
Se divide en:
Marx entiende por superestructura ideológica una deformación de la realidad. Pertenecen a la superestructura ideológica elementos de política, derecho, estado, arte, literatura, poesía, filosofía o la religión.
Frente a Hegel, Marx toma como punto de partida «la actividad material del hombre». Las relaciones de producción históricamente dadas son:
La historia será concebida como desarrollo de los diversos modos de producción cuyo motor es la lucha de clases.
La moral cristiana es el gran enemigo de la filosofía de Nietzsche. El fundamento del cristianismo es la metafísica de Platón. Nietzsche hace una crítica a esta metafísica:
Nietzsche critica la moral cristiana:
Nietzsche cree que la religión nace del miedo a morir. La religión es una fantasía.
La muerte de Dios comenzó en la Ilustración. A finales del s. XIX Nietzsche observa la desaparición de Dios no con pesimismo sino como una oportunidad para el superhombre.
Hay tres significados de nihilismo en Nietzsche:
En Así habló Zaratustra Nietzsche habla de las tres transformaciones del espíritu: camello, león y niño. El superhombre será el encargado de traer nuevos valores.
La esencia última del universo es la voluntad de poder. El superhombre es el encargado de liberar esa voluntad de poder.
Nietzsche se pregunta cómo dar a los instantes de la vida un valor absoluto. La solución es el eterno retorno: vive tu vida como si cada instante se fuera a repetir infinitas veces.