Portada » Filosofía » Filosofía de Aristóteles: Metafísica, Política, Ética y Gnoseología
La sociabilidad brota de la misma esencia del ser humano. Aristóteles observó que existen tres niveles de comunidad social:
La polis ha de satisfacer las necesidades materiales de sus ciudadanos, pero su fin principal consiste en proporcionar a los ciudadanos una vida buena y feliz, y para ello ha de promover las virtudes intelectuales y la justicia. La ciudad se define como la comunidad de hombres libres orientada a la vida buena.
El fin del individuo y el de la comunidad coinciden. Aristóteles juzgó que la polis debe impedir que se acumule excesiva riqueza en manos de unos pocos, aunque eso no impide que posean unos derechos naturales que nunca pueden ser abolidos.
Aristóteles consideró que la mejor organización política es aquella donde los que gobiernan son y buscan el bien común. Distinguió tres sistemas de gobierno buenos y tres malos:
La monarquía es una forma de gobierno ideal, ya que el gobernante sería el hombre perfecto. La politeía podría considerarse una república, porque gobernarían los ciudadanos de rentas medias.
Aristóteles concedió gran importancia a la educación de los ciudadanos, que debería estar sujeta al control del estado (polis).
La principal influencia en Aristóteles fue Platón. Parménides formuló adecuadamente el principio de no contradicción, respecto a Heráclito, rechazó que la realidad fuese un mero fluir sin término. La teoría hilemórfica da la razón de la realidad tanto en su aspecto permanente e inteligible (forma) como en el cambiante y sensible (materia).
En la Universidad de París surgió una corriente denominada averroísmo latino que defendió una interpretación del aristotelismo. El empirismo y Kant tuvieron parcialmente en cuenta su pensamiento, pero hasta el siglo XIX no reapareció el pensamiento aristotélico con fuerza.
Aristóteles diferenció entre conocimiento sensible e intelectual.
El conocimiento de las formas sensibles se realiza a través de dos tipos de sentidos:
Ha de existir un principio que permita que la imagen sensible pueda sugerir el concepto universal. Aristóteles llamó a este principio intelecto agente, por el cual se abstrae la idea de caballo a partir de la imagen sensible de este caballo. Una vez abstraído el concepto, entra en escena otro principio de la inteligencia, que Aristóteles denominó intelecto paciente.
El apetito sensible, por el que tendemos hacia lo que los sentidos presentan como agradable y rechazamos lo que aparece como desagradable. Por encima del apetito sensible se encuentra el apetito racional o voluntad, que es el que se mueve hacia el bien captado por el intelecto. La acción humana supone un acto de deliberación sobre los medios más convenientes para alcanzar aquel bien, y tras este, el acto de elección donde ha de intervenir el apetito racional o voluntad.
Para Aristóteles la moral se puede caracterizar como una búsqueda de la vida buena, es decir, de la felicidad. Se ocupó del obrar humano, y dedicó amplio espacio a dos conceptos fundamentales:
Aristóteles lo entiende como fin de la conducta humana y en él funda toda su reflexión sobre la moral; el fin último es el único bien que proporciona felicidad plena, existen otros bienes que pueden ser confundidos con el bien supremo: los placeres del cuerpo, las riquezas y los honores.
La verdadera virtud se define, según Aristóteles, como un hábito que reúne tres rasgos: es adquirido, operativo y voluntario.
Las virtudes éticas se definen como hábitos voluntarios que consisten en un término medio entre extremos, que son el exceso y el defecto a la hora de actuar, por ejemplo, los vicios. La virtud ética con respecto al bien es excelencia y plenitud, como por ejemplo, la fortaleza, la templanza, la justicia, la equidad, la magnanimidad o la amistad. En relación con el intelecto teórico surgen tres virtudes: la ciencia, el entendimiento y la sabiduría.