22Marx está de acuerdo con gran parte de la visión materialista de la filosofía de Hegel que realizó Feuerbach. La cual sosténía que la realidad originaria es material, por tanto, no existe lo espiritual. Y que la religión es alienante, ya que Dios no existe, ha sido inventado por el hombre.
Sin embargo, reprocha a Feuerbach que su materialismo sigue siendo estático y debe darse cuenta de cómo evoluciona la sociedad. Además, no advirtió que la alienación tiene raíces económicas y su remedio debe ser práctico, no teórico. De modo que Marx y Engels colaboraron para superar el materialismo estático. Engels aplicó la dialéctica de los fenómenos naturales( materialismo dialéctico). Marx, por su parte, se centra en la aplicación de la dialéctica a la historia (materialismo histórico). Este define la historia como un sucederse de los cambios sociales por los cambios de producción, así como la ciencia rigurosa y objetiva que estudia dichos cambios. Para el filósofo el fin de la historia es práctico, no se queda en el mero análisis histórico. Hay que estudiar las leyes que rigen el devenir histórico para acelerarlo hacia la llegada de una sociedad comunista. La ley didáctica es necesaria, ya que las cosas no dependen de la voluntad particular del individuo. Así, el materialismo histórico sostiene que: – Hay dos estratos en toda sociedad: la estructura (estructura económica); y la superestructura (la sociedad, política…) determinada por la estructura.- Los cambios sociales (en el modo de producción) siguen la dialéctica de Hegel: 1) Tesis → Partimos de un modo de organizar la producción. Hay una incompatibilidad entre los intereses de las clases sociales. 2) Antítesis → Este enfrentamiento produce un cambio de forma social:
Una revolución. 3) Síntesis → La revolución instaura una nueva manera de organizar el trabajo, una nueva forma social. Sin embargo, sigue encerrando una antítesis ya que hay nuevas clases sociales. Por tanto, da lugar a una nueva tesis. Estructura y superestructura La estructura es el modo en el que una sociedad organiza la producción de bienes (trabajo), también referido como forma social o modo de producción. Consta de las fuerzas de producción (medios de producción y mano de obra) que son el origen de la actividad económica y las relaciones de producción. Estas son el conjunto de relaciones que se originan entre los participantes del proceso económico. Son determinadas por la actividad económica entre las dos clases sociales existentes desde que aparece la propiedad privada: los que poseen los medios de producción; y los que poseen su fuerza de trabajo. La superestructura, por su parte, engloba todo el sistema de instituciones sociales, políticas, jurídicas, religiosas y culturales que son consecuencia de la estructura económica. Surgen como modo de proteger, justificar y perpetuar la estructura económica. (“formas de conciencia social”). La forman la superestructura jurídico-política, es decir, las leyes e
instituciones del Estado que consolidan el poder de la clase dominante. Y la ideológica (la religión, la moral, la filosofía y la cultura) la cuales justifica teóricamente la explotación a la que una clase somete a otra, además de ocultarla. Aquí radica la inversión materialista de la historia: ● El cambio social , tanto los cambios políticos, como los culturales, religiosos, etc. No se produce como consecuencia de un desarrollo de ideas sino como consecuencia de un cambio en la forma de organizar la producción. ⇒ Todo cambio es primero uno económico, después como consecuencia filosófico, político… Evolución de los modos de producción en la historia Según este análisis dialéctico y estructural de la sociedad Marx hace una interpretación de los grandes periodos históricos y los mecanismos que han hecho posible el cambio de un modelo de sociedad a otro. Que, finalmente, conducirán a la sociedad comunista. Lo que llamamos historia comienza con la división del trabajo y la consiguiente propiedad privada de los medios de producción. Así pues, con anterioridad existía un comunismo primitivo pues no se había puesto en marcha el proceso de evolución social. Un modo social no desaparece hasta que ha agotado su capacidad productora, momento en el que el conflicto de clases es máximo y se dan las condiciones para pasar al modelo siguiente. Así, la evolución de los modelos de producción antagónicos ha sido la siguiente: 1) El modelo asíático: pueblo explotador-pueblo explotado 2) El modelo antiguo: amo-esclavo 3) El modelo feudal: señor feudal-siervo 4) El modelo actual (capitalista): capitalista-proletariado El Marxismo: el proyecto del futuro Marx propone como fin último de la revolución una sociedad comunista. Debe ser lograda mediante una conquista revolucionaria del poder por parte del proletariado. Se comienza con una revolución política violenta proletaria con el objetivo de imponer una dictadura del proletariado – Gobierno autoritario de los proletarios (la burguésía pierde poder político). –
Nietzsche II Voluntad de poder Si ya no cabe entender al hombre como el animal racional Según N. El hombre es voluntad de poder. Entiende por voluntad el conjunto de la vida psíquica: sensaciones, pasiones, pulsiones, instintos, emociones y pensamientos. Los autores clásicos entendían la voluntad como la tendencia al bien conocido racionalmente. Esta forma de entender la voluntad como deseo implica: – Que la voluntad está subordinada a la razón; algo que N. Rechaza – Que el hombre es un ser necesitado de algo que se reconoce como valioso, y, por tanto, no autosuficiente, N. Se opone también a esta forma de entender al ser humano. Si Dios no existe tampoco existen valores objetivos que desear. Por eso la voluntad no es deseo sino voluntad de poder, una fuerza creadora de sus propios valores, no sometida a nada ni a nadie, sino que se proyecta hacia adelante para lograr metas cada vez más altas y hacerse cada vez más fuerte. En definitiva, la voluntad carece de objeto, no es intencional; su objeto es ella misma: afirmarse, expandirse, desarrollarse. No queremos las cosas porque son buenas, sino que son buenas porque las queremos. El superhombre El ideal humano de propone N. Es el superhombre: un ser que acepta plenamente la voluntad de poder como la fuerza vital fundamental y va, como consecuencia, continuamente a más, no se conforma con ninguna meta ya lograda, se supera continuamente a sí mismo…No es fácil de describir porque aún no ha llegado, puesto que aún no somos plenamente conscientes de lo que significa la muerte de Dios, pero llegará porque la muerte de Dios lo ha hecho posible. Ya no hay valores que nos sometan, luego hemos de crearlos nosotros, y ese proceso no limita las posibilidades humanas. El superhombre es de naturaleza enérgica, en el que sobreabunda la vida. Es un ser solitario, no gregario, libre e individualista, que se mantiene por encima del rebaño porque se atreve a vivir su propia vida conforme a sus deseos. Es blanco del odio de los esclavos. Está destinado a grandes sufrimientos, y los soportará con valor inalterable, sabiendo que forjan su voluntad. Pero también sabe reír a carcajadas, con despreocupación, porque se ha liberado de todas las cargas y solo busca la afirmación de sí mismo, la perfección, el pleno autodominio. N. Compara la situación de la humanidad con respecto a los valores con un camello, un león y un niño. Antes, cuando los hombres se encontraban sometidos a la verdad y al bien objetivos, eran como camellos, como animales de carga -la pesada carga de las obligaciones morales-; luego, al conocer la noticia de la muerte de Dios, el hombre se transforma en un león, en un ser fiero y valiente que lucha por ser libre; pero sólo el superhombre será como un niño: no tendrá que luchar con nadie, sino que creará sus propios valores con la inocencia de un niño que juega: sin responsabilidad alguna, sin preocuparse de las consecuencias de sus acciones, porque una vez desaparecido Dios, no que hay dar cuenta de la propia conducta ante nadie. El eterno retorno de lo mismo Que todos los valores que se puedan proponer sean temporales implica que no hay nada que pueda satisfacer totalmente a la voluntad. Siempre cabe desear más, pues todo acaba. Además, la voluntad de poder se encuentra con un límite, con algo que no puede cambiar y respecto de lo cual es impotente: el pasado. El futuro depende de nuestra libertad, pero el pasado limita nuestras opciones en el futuro. Es decir, que la voluntad de poder no ha conseguido ser plenamente libre, no es la absoluta autosuficiencia. Pero a N. Se le ocurre que eso es así porque tenemos una concepción lineal del tiempo. Concebimos el tiempo como una línea recta en la que el presente se mueve separando el pasado del futuro hacia una meta final. Sin vuelta a atrás. Pero si entendemos que la línea se curva sobre sí misma, la diferencia entre el pasado y el futuro se borra. El tiempo es eterno, no tiene fin. Ahora bien, el tiempo es infinito pero los acontecimientos no lo son. Así que todo ha ocurrido ya y todo está por ocurrir. Si el tiempo es circular todo lo ocurrido volverá a pasar infinitas veces. Y si está por ocurrir todo está en nuestras manos, todo depende de la voluntad de poder. El eterno retorno de lo mismo implica que lo temporal se hace eterno; lo finito, infinito; lo relativo, absoluto. Y todo ello sin recurrir a la trascendencia, o sea, a Dios. Queda una cuestión: si todo lo que va a ocurrir ha ocurrido ya, no puedo cambiarlo. ¿Qué le queda entonces a mi libertad? La respuesta es: el Amor Fati, la aceptación del destino. Amar aquello que no podemos cambiar. Y vivir cada momento como si quisiéramos que se repitiese un número infinito de veces. En realidad, no hay por qué desear que las cosas fueran de otro modo, pues ese «otro modo» no sería ni mejor ni peor. Si no existen el bien ni el mal, tampoco lo mejor o lo peor. Podría parecer que el eterno retorno y el amor fati se compaginan mal con la idea de una voluntad de poder libre y creadora. Nietzsche da una interpretación de estos conceptos en sus últimas obras: cada instante es único, pero eterno, ya que en él se encuentra todo el sentido de la existencia.
Marx I ——— TEORÍA DE LA ALIENACIÓN ——– El objetivo de la filosofía de Marx es la comprensión científica de la sociedad para transformarla. Para ello debe hacer uso de un método científico: la dialéctica hegeliana “materializada”. Sin embargo, para transformar la sociedad debe elaborar primero una antropología. Debe saber cómo es el hombre para lograr el modelo de sociedad que se propone. Esta es la Teoría de la Alienación. El hombre según la teoría de la alienación es: – Un ser natural en construcción. No tiene una naturaleza fija y acabada y ha surgido por evolución. Se distingue de los animales en que trabaja, es decir, se relaciona con la naturaleza mediante herramientas. Así pues, el hombre comienza a ser hombre cuando empieza a trabajar. – Un ser activo. El hombre supera la visión griega como ser contemplativo, no es un ser contemplativo ya que está hecho para la acción, la praxis. Para Marx no existe división entre trabajo manual e intelectual. Hay que realizar los dos. – Un ser social. No en el sentido aristotélico: no es social por ser racional. El hombre no es persona según como lo percibe Boecio: “sustancia individual de naturaleza racional”. Si no que está definido por las relaciones sociales en que está inmerso. Depende del todo social al que pertenece. – Un ser alienado desde que existe la propiedad privada. No es dueño de sí mismo, es despojado de sí mismo. En vez de realizarse con el trabajo se aliena (anula). Es decir, se hace extraño de sí mismo, se “des-esencializa”. La alienación afecta tanto a la clase oprimida como a los opresores. Existen seis tipos de alienación: ALIENACIÓN ECONÓMICA Es la raíz y fuente de todas las formas de alienación. Surge como consecuencia de la forma de organizar el trabajo desde que hay propiedad privada. El hombre se realiza en su trabajo según lo que produce y cómo produce, de modo que vuelca su ser en el trabajo. Sin embargo, el trabajador es despojado de lo que produce, ya que no es dueño de los medio productivos. Se convierte él mismo en mercancía. Es una alienación en el producto de su trabajo. Marx distingue entre el valor de uso (el que tiene un objeto para satisfacer una necesidad) y el valor de cambio (el que tiene en el mercados según la ley de la oferta y la demanda). La fuerza de trabajo (mano de obra) también tiene un valor de uso, capacidad productiva, y un valor de cambio, el salario. Además el valor de cambio de las mercancías producidas es mayor que el valor de cambio del salario, de modo que se produce una plusvalía (beneficio) para los capitalistas. Tambíen hay alienación en: – la actividad productora, por las condiciones en que se realiza el trabajo. – las relaciones con los demás en el trabajo, porque los intereses de los trabajadores son opuestos al capitalista y compite con otros obreros por el puesto del trabajo. – en su relación con la naturaleza, que es vista como algo hostil. ALIENACIÓN SOCIAL La propiedad privada divide a la sociedad en dos clases: los que poseen los medios de producción (burgueses); y los que sólo poseen su fuerza de trabajo (proletariado). Estas clases están enfrentadas ya que sus intereses son opuestos. Si gana un la otra pierde, no depende de su buena voluntad. ALIENACIÓN POLÍTICA La sociedad civil está dividida en Ciudadanos- Estado. El Estado está al servicio de una sola clase: las leyes, el sistema político, el ejército o la policía, todo estado tiene como función proteger los intereses de los propietarios de los medios de producción. Por ende, la meta para Marx es eliminar el Estado. ALIENACIÓN IDEOLÓGICA Ideología: conjunto de ideas y creencias de tipo filosófico, religioso, ético, jurídico, político…, que conforman la cultura de una sociedad. Tiene como objetivo justificar y ocultar la opresión de una clase por otra y dar estabilidad al sistema. La ideas no son la causa sino el efecto (producto) del sistema económico-social. Son un reflejo deformado de la sociedad, creando así una ficción que engaña a los oprimidos. Además, responden a los intereses de la clase dominante. Esta desconfianza de todo sistema de ideas convierte a Marx en uno de los filósofos de la sospecha, junto a Nietzsche y Freud. Estos sostienen que detrás de toda explicación racional hay un interés oculto. En el caso de Marx y Nietzsche, un interés de poder. Mantiene una postura irracionalista: actitud que invalida toda crítica o discusión racional. Las ideas son sospechas. ALIENACIÓN RELIGIOSA Aparece en Feuerbach: el concepto de Dios no es sino una proyección ideal de la esencia del hombre. El hombre ha creado a Dios y se aliena al someterse a él. Marx considera este análisis insuficiente y lo desarrolla afirmando que “la religión es el opio del pueblo”. Lo adormece y le quita las ganas de luchar. Ya que su origen es la miseria económica (que surge de la explotación de la clase trabajadora) que hace surgir creencias ilusorias más allá que hagan soportable esta vida. ALIENACIÓN FILOSÓFICA La filosofía se limita a interpretar la realidad cuando lo que hay que hacer es transformarla. Se parece a la religión: oculta y desfigura una realidad alienante.
Nietzsche TEMA 1 La crisis de la razón ilustrada: crítica de la cultura occidental, Nihilismo, ateísmo, crisis de valores. Introducción El pensamiento del Siglo XX no puede entenderse sin continuas referencias a las obras de Nietzsche. En consonancia con sus ideas, apenas escribíó obras sistemáticas; casi todas están formadas por aforismos («Yo no soy un hombre, soy dinamita»; «Dios ha muerto»). Ideas sueltas, pensamientos, frases que buscan provocar una reacción, más que expresar su pensamiento de forma ordenada. Crítica de la cultura occidental Parte de un hecho que para él es incuestionable: la razón no puede hacerse cargo de la realidad La historia de la cultura occidental desde Grecia a nuestros días ha sido la de un profundo error, pero, puesto que la verdad no existe, más que de error hay que hablar de una falta, de una debilidad. La tragedia clásica nos muestra los dos principios que componen la realidad: Por una parte, los cultos dionisíacos celebraban la vida entendida como un juego sin reglas de todas las fuerzas irracionales del hombre: sentimientos, apetitos e instintos vitales, que satisfacían en orgías en las que se honraba al Dios Dionisio. Frente a esta concepción de la vida se situaba la tendencia contraria, que se denomina apolínea, por Apolo, el Dios de la belleza entendida como armónía, equilibrio, orden y medida. En Grecia lo apolíneo se impuso de la mano de Sócrates y Platón. Comenzó así un intento de domesticar los instintos y someter todas las dimensiones de la vida humana a la razón. N. Se convirtió en el gran defensor de la aceptación dionisíaca de la vida tal y como ésta es, con su carga de gozo, placer y también dolor y muerte. Criticó la postura de renuncia a la vida y sostuvo que el camino para aceptar la vida tal y como es es el arte. La filosofía, por su parte, es el intento de conocer las cosas como son en sí mismas, de reflejar su naturaleza en conceptos universales e inmutables. Y de adecuar la conducta humana a esa pretendida verdad. Pero la realidad no es algo estático, acabado. Por eso la razón no puede dar cuenta de ella. Desde Sócrates se consideraba que lo que define al hombre es el hecho de que posee razón. Para Nietzsche lo propio del hombre es la voluntad, el deseo insaciable de ser siempre más. Por eso no tiene sentido tratar de definir al hombre y tampoco determinar su fin último. Eso sería limitarlo, impedir el despliegue de su voluntad. Nietzsche cultiva la denominada: «filosofía de la sospecha”. Se propone sacar a la luz verdadero origen de las ideas predominantes en la cultura occidental. Descubrir el interés oculto que ha movido a los filósofos a lo largo de la historia. Y ese interés no es sino el miedo, el temor al desenfreno. Esto llevó a los filósofos a tratar de fijar la realidad en un conjunto de categorías racionales con el objetivo de controlarla. Frente a esa tendencia a conceptualizar la realidad propia de la filosofía N opone la metáfora y en general el arte. Frente a la matematización de la vida, la pasión. Frente al positivismo de los hechos el perspectivismo. Frente al mito del progreso que vendrá de la mano de la ciencia y la técnica, de la mano de la actitud racionalista, el eterno retorno. Nihilismo Platón postulaba que además de este mundo sensible en el que vivimos, tiene que haber un mundo de realidades inmutables, perfectas, eternas: el mundo de las Ideas. Un mundo que conocemos gracias a la razón, donde habita lo verdaderamente real. Para Nietzsche esto es un engaño. No hay otro mundo más allá de este que conocemos por los sentidos. Un mundo en continuo cambio, donde no hay verdades inmutables. No hay ser sino devenir (Llegar a ser o convertirse). Esto es el Nihilismo: nada es, nada es de forma acabada y por siempre. Si el ser no existe, todos los conceptos fundamentales de la metafísica (sustancia, sujeto, efecto, etc.) son maneras de hablar. No hay hechos, sino interpretaciones, maneras diversas de entender el mundo, distintos puntos de vista (perspectivismo). Algo es verdadero sólo en cuanto sigue el instinto vital. Ateísmo En Occidente, la filosofía se alió con la religión. Dios es la causa última de todo lo real y el fundamento de toda verdad. La filosofía y toda la cultura occidental se basan en la idea de Dios. Pero si la verdad no existe, Dios es la mayor de las mentiras que ha inventado el hombre. La crítica a la idea de Dios es el núcleo de la filosofía de Nietzsche: si Dios desaparece es posible acabar de raíz con la cultura occidental. Dios es «la fórmula suprema de toda calumnia contra este mundo». En las circunstancias de la existencia de Dios el hombre no podría realizarn todos sus deseos y anhelos, pues tendría que someter su voluntad a la de Dios. Así que Nietzsche proclama que «Dios ha muerto». Niega la existencia de Dios desde una actitud voluntarista. No necesita demostración. Crisis de valores Dios es también el fundamento de las normas éticas, el que dice cómo debemos comportarnos.
La muerte de Dios implica una crisis de los valores tradicionales del cristianismo. ¿Cómo ha sido posible que los valores materiales, temporales, terrenos, los únicos posibles según Nietzsche hayan sido sustituidos por otros falsos? La respuesta es que el miedo y la cobardía han dado lugar a la moral cristiana. Aquellos que creían imposible imponer sus ideales, han engañado a los fuertes haciéndoles creer que la humildad, la paciencia, la caridad, la pobreza, la templanza y el perdón son los verdaderos valores, los que permiten conseguir la felicidad en el más allá. De este modo han conseguido someter a quienes deseaban vivir esta vida terrenal disfrutando plenamente. Por eso la moral occidental es una «moral de esclavos”, de seres inferiores, débiles, necesitados de la misericordia de los demás. Algo carácterístico de los espíritus débiles es la voluntad de igualdad: formar parte del rebaño y reducirlo todo a la mediocridad. Según N., los cristianos son hombres enfermizos, que han sublimado sus tendencias para satisfacerlas en un mundo ideal, ya que eran incapaces de satisfacerlas en este mundo. La moral cristiana debe desaparecer y ser sustituida por una «moral de señores”. Una moral de autoafirmación, que dice sí a la vida, y crea sus propios valores. Que ama el poder, el placer y la grandeza. Y a la que es posible volver una vez que el hombre se ha liberado de Dios, y puede ver las cosas desde su propia perspectiva, sin someterse a una verdad. No solo desaparecen los valores religiosos, sino también los filosóficos o científicos que consisten en la búsqueda de la verdad y el bien objetivos; y los valores sociales: la lucha por la igualdad, la democracia y el socialismo, deja también de tener sentido.
⇒ La TEORÍA DE LA REALIDAD DE PLATÓN afirma la existencia de dos mundos: el mundo inteligible formado por Ideas inmutables e inmóviles y el mundo sensible dominado por el cambio continuo, una simple copia del primero. El mundo visible o sensible es el mundo de las cosas particulares, que nacen y mueren, que ahora son y luego no son; es un mundo fugaz, dominado por el cambio continuo. Las cosas sensibles carecen prácticamente de realidad, pues no tienen en sí su propia esencia. En cambio, el mundo inteligible es el mundo verdaderamente real: cada Idea, en cuanto que existe en sí, es una substancia que posee plena realidad. El mito de la caverna es un recurso literario que utiliza Platón para exponer su teoría de los dos mundos. El mundo de la caverna, en el que el hombre vive prisionero y solo puede ver sombras, donde apenas llega la luz, es imagen del mundo sensible. El mundo fuera de la caverna, donde reina el sol con cuya luz es posible contemplar las cosas reales y no sólo las sombras que proyectan, es el mundo de las Ideas. El mundo sensible es un mundo de apariencias. El mundo inteligible es el mundo real. ⇒ Platón se ve obligado a postular la existencia del mundo inteligible por dos razones. Hay una primera razón epistemológica: Platón no entiende cómo puede haber ciencia, conocimiento de lo universal, de la esencia de las cosas, si todo lo que existe es el mundo material, en el que las cosas cambian sin cesar. Por tanto, piensa que si existe conocimiento de lo universal, de la esencia de las cosas, es porque esa esencia existe, subsistente e inmutable en otro ámbito distinto del mundo físico. La segunda es de carácter ético político: los gobernantes deben ser aquellos que se guían por ideales y deben buscar lo que es justo, luego debe existir la Justicia en sí, así como el Bien en sí, el Valor, etc. Estas dos razones le llevan a decir que es necesario que existan las Ideas, que son las que guían al hombre justo y son también el objeto del conocimiento racional. ⇒ Para Platón, las Ideas son realidades inalterables, permanecen siempre idénticas a sí mismas, únicas, perfectas y eternas. Son trascendentes, están más allá del espacio y el tiempo e inteligibles, pues solo se captan con la razón. No se trata de conceptos, de construcciones mentales, su existencia no depende de la mente que los concibe. Por lo tanto, se trata de realidades subsistentes. Son también la fuente del conocimiento, pues, por un lado son el objeto del verdadero conocimiento, de la ciencia o episteme; por otro lado nos permiten conocer las realidades sensibles, hacen inteligibles las cosas sensibles. Cuatro carácterísticas atribuye Platón con seguridad a las Ideas: 1) Las Ideas son eternas o intemporales, son lo permanente 2) Las Ideas son únicas, es decir, a cada término general o abstracto corresponde una y sólo una Idea; 3) Las Ideas son simples, no compuestas, por tanto, indivisibles, y 4) Las Ideas son inalterables, no sufren cambio ni transformación alguna, permanecen siempre idénticas a sí mismas. ⇒ Desde Parménides, puede hablar de cierta comunicación y relación de las Ideas entre sí. Las Ideas inferiores participan de las Ideas de los niveles superiores. Hay comunicación entre las Ideas. Las Ideas no son algo estático, sin vida. Dentro de este mundo de lo real existe una jerarquía de las Ideas, siendo la cúspide la
Idea del Bien a la que le siguen las Ideas éticas y estéticas, las matemáticas y las Ideas del mundo físico y la naturaleza⇒ Para conocer el mundo de las Ideas es necesaria la razón, que nos permite alcanzar un conocimiento universal y verdadero. La relación entre los dos mundos se basa en los conceptos de la imitación, la participación y la presencia, el mundo sensible imita al mundo inteligible: hay un parecido entre las cosas del mundo sensible y las ideas. Esto implica que las Ideas son la causa final del mundo sensible: las cosas tienden a las Ideas como a su fin. Son, sin embargo, dos mundos inconexos. ⇒ Además, su visión del origen del mundo sensible la plasma en El Timeo, en el que narra la historia de Demiurgo, un Dios moldeador, que tomó la materia preexistente, caótica y amorfa, para ordenarla en el espacio según las Ideas. ⇒ La teoría antropológica de Platón también representa una visión dualista del ser humano. El mito del carro alado (Fedro) y la alegoría de la caverna (La República) le sirven para explicar la situación del hombre y su pertenencia a los dos mundos. El hombre está compuesto de dos elementos heterogéneos, unidos de manera accidental: cuerpo y alma. Por tener un cuerpo el hombre habita el mundo sensible, un mundo en el que solo hay sombras de la verdadera realidad. Pero el alma humana preexistíó en el mundo de las Ideas antes de venir a ocupar un cuerpo. Es inmaterial y eterna, como las Ideas. Y su destino es volver a habitar en el mundo inteligible, cosa que conseguirá cuando logre su purificación, su liberación, de las necesidades y exigencias que le impone el cuerpo. explicar problema del tercer hombre
Comparación Platón Aristóteles sobre la teoría del conocimiento La visión del conocimiento de estos autores tiene notables semejanzas, al fin y al cabo, Aristóteles fue discípulo de Platón. Pero, en algunos aspectos, sostienen puntos de vista no sólo diferentes sino opuestos. Empezamos por lo que tienen en común. Al igual que Sócrates, ambos piensan que el ser humano es capaz de alcanzar la verdad objetiva de las cosas. Es capaz de conocer la esencia de las cosas, especialmente de los valores morales. Fruto de ese conocimiento formamos un concepto, formulamos una definición que tiene un valor universal y eterno. Así que no todo conocimiento es relativo, subjetivo, cambiante, válido únicamente para un momento o un lugar concreto. Esta postura común los sitúa en el extremo opuesto a los sofistas. Coinciden también en que ese conocimiento universal e inmutable se alcanza con el entendimiento, no con los sentidos. Pues éstos sólo captan lo particular, lo concreto y no lo universal. Ahora bien, ¿cómo llegamos a él? Y aquí comienzan las diferencias. Para Platón esas nociones universales son realidades subsistentes: las Ideas, y están en nuestra mente porque las contemplamos en una existencia anterior, cuando nuestra alma no estaba encerrada en un cuerpo, atada al mundo sensible. Así que tenemos un conocimiento innato de ellas. Pero ese conocimiento innato de lo universal e inmutable queda oscurecido al estar encerrados en un cuerpo. En nuestra actual condición nos resulta más fácil captar lo sensible, por más que sea cambiante y no produzca sino un conocimiento caduco, al que Platón llama doxa, opinión. Platón tiene una visión muy negativa del conocimiento sensible, pero al menos le reconoce un valor: al ver las cosas de este mundo, que se parecen a las Ideas, podemos llegar a recordar éstas. Así que el verdadero conocimiento, el conocimiento seguro, universalmente válido, inmutable, eterno, la episteme o ciencia, se consigue mediante el recuerdo de esas Ideas que contemplamos en una vida anterior. Conocer es recordar. En realidad, no aprendemos nada nuevo. Todo estaba ya en la mente, en el alma racional, en el momento de nacer. Platón no concibe otro modo de explicar el conocimiento de nociones universales. Aristóteles, sin embargo, sí que haya una manera de explicar el paso del conocimiento de lo particular y concreto, al conocimiento de lo universal. Al contrario que Platón, niega el innatismo. No ha habido una preexistencia del alma antes de ocupar un cuerpo. Según el hilemorfismo cuerpo y alma son una única substancia, no hay uno sin la otra, y al revés. Así que cuando nacemos, antes de tener experiencia de las cosas de este mundo -el único que existe-, nuestra mente es como una tabla rasa, es decir, como una hoja en blanco, vacía de contenido. Lo ignora todo, todo está por aprender. Y los primeros datos los obtenemos de los sentidos, de lo que vemos, oímos, tocamos, etc. El conocimiento sensible es un conocimiento inferior, pero tiene un gran valor, pues sin él no podríamos llegar al conocimiento superior, el racional. Aristóteles está muy lejos de sentir desprecio por el conocimiento sensible que sentía Platón. Y llega afirmar que “nada hay en el entendimiento que no haya pasado antes por los sentidos” Los datos de los sentidos externos permiten a la imaginación y la memoria guardar imágenes de las cosas concretas percibidas, a partir de las cuales el entendimiento ilumina lo común a varias imágenes, abstrae la esencia común, (la forma substancial), y prescinde de las particularidades y así forma los conceptos, que, éstos sí, son universales, atribuibles a más de una cosa. Los conceptos permiten otros dos actos cognoscitivos superiores: juzgar y razonar. En resumen, tanto Platón como Aristóteles distingue dos tipos de conocimiento: el sensible y el intelectual, que consideran superior. Están convencidos de que el hombre puede alcanzar la esencia de la realidad, puede conocer verdades universales y eternas. Pero explican de muy distinta forma cómo es posible ese conocimiento. Platón recurre al innatismo y desprecia el conocimiento sensible. Aristóteles entiende que el conocimiento sensible es imprescindible, pues proporciona la primera conexión con la realidad, a partir de la cual el entendimiento es capaz de separar lo común de lo particular, lo esencial de lo accidental. En ambos autores se ve también la estrecha relación de la epistemología con sus respectivas teorías de la realidad.
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